viernes. 29.03.2024

Villa 2, Honduras 0

La Selección se quita miedos de encima venciendo por 2-0 a Honduras, lo que por ahora nos pone el goal average a favor. El equipo de Del Bosque depende de sus propios resultados contra Chile para pasar y asegurar la primera plaza.
NUEVATRIBUNA.ES / ANTONIO SANTO 22.06.10

La Roja solventó sin problemas el matchball contra Honduras, cerrando el partido con un equívoco pero válido marcador de 2-0. Válido porque nos pone el goal average de cara: suponiendo que Suiza venza su encuentro ante Honduras, nos basta con ganar a Chile por la misma diferencia de goles que ellos para ser primeros de grupo. Equívoco porque no evidencia la aplastante superioridad del juego de la Roja ni trasluce el problema que sigue arrastrando nuestra selección: una enorme falta de acierto de cara a la portería.

España salió desde el primer minuto a buscar un primer gol que desterrara ansiedades y fantasmas. Con ansiedad pero con un juego vertical y agresivo, antes del primer cuarto de hora Torres había marrado un par de ocasiones, Villa reventado el larguero de Valladares y el árbitro japonés Nishimura perdonado a los hondureños dos penaltis de libro por manos y empujón dentro del área. Así las cosas, no podía tardar en llegar el gol: desde la izquierda (posición en la que fue durante todo el partido el hombre más peligroso de la escuadra española) entró por el pico del área grande, regateó a uno, dos, hasta tres hondureños y en el último recorte, mientras caía al suelo, golpeó el balón directo a la escuadra de Valladares. El portero hondureño sólo pudo rozarlo con los guantes en una estirada de foto.

El juego estaba siendo agresivo y se crearon innumerables ocasiones. Sólo en la primera parte ya podría haberle caído una goleada de escándalo a Honduras, pero la falta de acierto de Torres permitió a la selección centroamericana llegar con vida al descanso. Lo cierto es que esta especie de modelo mixto entre el tiqui-taca y el tradicional juego con extremos de Del Bosque no acaba de cuajar; es como si estuviéramos intentando hacer malabares y bailar salsa a la vez. También se puede pensar que el seleccionador estaba buscando ampliar el campo, viendo que en el partido contra Suiza creamos un embudo que nos llevó a empeñarnos por el centro. Por mucho que insista en que Alonso y Busquets son inamovibles en esta selección, y que no constituyen un doble pivote puesto que el madridista se sitúa en el campo por delante, resulta obvio que ese centro del campo es más defensivo que el de los locos bajitos al que estamos acostumbrados. Eso no tiene por qué ser peor; ante selecciones grandes quizá venga bien el doble pivote para asegurar, y además Alonso ofrece posibilidades de contundencia, juego en largo y tiro desde fuera del área. Personalmente creo que lo que funciona no hay que tocarlo: si ganamos la Eurocopa con un mediocentro defensivo y los bajitos delante, ¿por qué no situar a Busquets (que estuvo inmenso en el partido de ayer) y que Xabi Alonso salga desde el banquillo como revulsivo cuando sea necesario?

Lo mismo ocurre con Navas. El de Camas jugó bien, agresivo y peleón; provocó un penalty, tuvo varias ocasiones y dio el pase del segundo gol de Villa. Pero sus acciones resultan previsibles: correr hasta el córner y centrar. Y esta Selección, con Llorente en el banco, no tiene un ariete dentro del área que resuelva de cabeza. ¡Si hasta sacamos todos los córners en corto! Al sevillista le falta todavía la confianza necesaria en la Selección para encarar y romper a los defensas con su terrible velocidad, como nos tiene acostumbrados en su club. Eso es lo que necesitamos de él. Quizá sería mejor guardarlo como comodín de sorpresa si un partido se pone feo: ¿que hace falta un cambio brusco de sistema de juego para marear al contrincante? Al campo Navas y Llorente, quizá también con Alonso, para buscar balones largos, contragolpe, velocidad. Pero en el tiqui-taca, por ahora, Jesús Navas no encaja.

De todas formas, el partido, como decíamos, fue un paseo militar para la selección. La primera mitad de la segunda parte fue más de lo mismo, una ocasión tras otra y los hondureños corriendo como locos detrás del balón. Cuando por suerte la agarraban intentaban jugar en largo, pero no había manera de que la controlaran con peligro. Navas entregó un pase a Villa para que la reventara desde la línea del borde del área; tras rozar la pierna de un defensa cruzó la línea de gol y supuso el segundo para España. Poco después ni siquiera el bonachón Nishimura pudo perdonar el clarísimo (aunque bastante estúpido) penalty sobre Navas. De puro bonachón el árbitro fue capaz de pitar penalty y no sacar ni amarilla... Xavi le entregó la pelota a Villa (el mejor del partido con una diferencia abismal: volvió locos a los hondureños) para que consiguera el hat-trick, pero el Guaje no está acertado desde los 11 metros con la Selección, pese a no haber fallado más que un solo penalty en sus años con el Valencia. El caso es que la mandó fuera.

Y, más o menos, ahí se acabó el partido. El resto de los minutos fueron un correcalle: la Roja entregó el balón y permitió que Honduras intentara jugar, sin llegar a dejarles crear verdadero peligro. Algunos comentaristas hablan de un supuesto cansancio en los jugadores de España; yo personalmente no vi cansancio sino, simplemente, que querían que se acabara el partido ya. Probablemente querían reservar, o el cansancio era más psicológico por la tensión acumulada, o tenían la cabeza puesta ya en Chile. Les faltó ambición para machacar a Honduras, a la que podrían haber castigado con una goleada incluso superior a la de Portugal sobre Corea del Norte: en al menos tres ocasiones se dedicaron a pasarse el balón dentro del área sin que nadie se decidiera a tirar.

Soy optimista. Las sensaciones son buenas y las estadísticas aún mejores; el pesimismo que se oye en algunos medios y comentaristas se debe más a que estamos acostumbrados al caviar que a que no nos guste este bocadillo de jamón. Muchas de las grandes querrían estar en nuestro lugar ahora (véase Italia o Argentina, con más o menos los mismos puntos y muchísimos menos argumentos futbolísticos a favor). Chile, nuestro rival en el partido definitivo, es una buena selección, bien conjuntada, agresiva, rápida y seria, pero muy falta de gol por la baja forma de sus delanteros. Ganando pasamos. Dependemos de nosotros mismos. Si Honduras le arranca el empate o la victoria de la honra a Suiza, podríamos clasificarnos hasta perdiendo. Pero eso no es lo que buscamos: queremos la primera plaza. Mejor reservarnos a Brasil para cuando estemos del todo afinados. El viernes a las 20.30, el siguiente capítulo de esta emocionantísima lucha.

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