jueves. 28.03.2024

Entrar a una librería de viajes  es transportarse a otros mundos. Deambular por sus estanterías es abrirse al conocimiento de lugares desconocidos, soñar con estar en sitios impensables. A pesar de los cambios en las costumbres de  lectura de las nuevas generaciones los rincones donde se puede disfrutar de los libros siguen estando ahí e incluso se siguen abriendo nuevos espacios con propuestas atractivas e innovadoras.

Algunos libreros llevan toda la vida buscando los mejores textos, agrupando los libros especializados de las diferentes zonas del planeta, ofreciendo su experiencia y conocimiento a las personas que cruzan la puerta de su librería. Ese conocimiento profundo del libro no se encuentra en internet, ni en los buscadores ni en las webs de viajes. Sólo lo tienen personajes como el guardián del Cementerio de los libros olvidados de La sombra del viento. Personas que dedican su vida al libro.

Recientemente se ha celebrado el día de las librerías. Quizás fuera más apropiado celebrar el día  de los libreros y las libreras que las hacen posibles. Personas que contra viento y marea mantienen en pie unos lugares imprescindibles para crear ciudad, para hacer los barrios más habitables, acogedores y humanos.

Más que hablar de Librerías podemos hablar de Centros de Cultura y cada vez más como Lugares de Convivencia, de actividad creativa  generadora de vida cotidiana.

Algunas de ellas en la búsqueda de garantizar su supervivencia y mejorar sus ventas realizan una ingente tarea. Han convertido sus locales en lugares de presentación de libros, en organizadores de viajes urbanos y de montaña, visitas a museos y centros arqueológicos, rutas culturales, cursos y talleres de todo tipo entre otras actividades.

Mantener vivas y apoyar la permanencia de las librerías  es tarea de todos los ciudadanos. Comprar e intercambiar libros, regalar libros a los niños para que se acostumbren a la lectura en papel, participar en sus iniciativas de actividades lúdicas y culturales es una forma sencilla de contribuir a su permanencia y sostenibilidad. 

En la Navidad, Nochevieja y Reyes Magos concentramos la mayor parte de los regalos que hacemos durante el año. Dentro de las habituales campañas catastrofistas y de asustarnos ahora estamos viviendo la que nos anima al consumo inmediato amenazando que todo va a ser mucho más caro dentro de poco porque se acaban los chips para los aparatos tecnológicos, que no vamos a tener posibilidad de regalar lo que queramos. Tranquilidad, tenemos los libros, siempre los libros para incentivar la imaginación, la pasión por la literatura y por sus inabarcables mundos tanto a niños, jóvenes o adultos. “Más cultura y menos aparatos” podría ser nuestro lema para los regalos en estas fiestas.

Los viajes y los libros