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NUEVATRIBUNA.ES - 11.07.2009

El humo de los cigarrillos consumidos a toda velocidad llena el ambiente del olor de la anticipación. Periodistas, autores y acompañantes se miran unos a otros con ojos cargados de nostalgia y ganas de revivir, en una semana, todo el compañerismo, la diversión y las prisas que siempre van de la mano en eventos como éste. 8 días llenos de libros, cine, música, conversaciones a la luz de los focos y con los micrófonos apagados. Novedades, recuerdos y muchas ganas de verse. Intriga, plumillas, reporteros gráficos, detectives novatos que escarban en la naturaleza humana. Todos los ingredientes están listos para cocinar la siempre apetecible receta conocida como la Semana Negra de Gijón.

El reparto del primer número de “A quemarropa” marca el inicio de unas jornadas que no se inaugurarán oficialmente hasta 11 horas después. Pero en el Tren Negro todo comienza mucho antes, cuando el destino de los protagonistas de estos días comienza a entretejerse. Hay tiempo para los reencuentros y las despedidas, para los nuevos saludos que, en un tiempo menor del habitual, se volverán familiares. Y sueño, pues los madrugones nunca fueron amigos de los detectives, profesionales o no, venidos a menos o en auge, que pueblan la novela negra. Y mientras los kilómetros pasan, y el sueño se va despejando, surgen las tertulias literarias improvisadas, al calor de las que la organización va preparando. Discusiones sobre la necesidad o no de mantener la cronología histórica de hechos reales puestos en novelas de completa ficción, la fragmentación del mercado o el estado de los medios de comunicación y su relación con la Cultura, con mayúsculas. Al lado, un historiador comienza una partida de ajedrez que se alarga durante horas y a la que se asoman, curiosos, nombres conocidos y desconocidos. El cine peruano, el teatro argentino, los premios literarios españoles, todo temas que se van hilando unos con otros, ofreciendo un pequeño aperitivo de lo que la Semana Negra tiene para ofrecer.

Y mientras, en las playas de Gijón, cientos, miles de visitantes esperan ansiosos que el tren llegue a la estación y les permita por fin disfrutar de unos días de realidad alternativa, a veces más amable que la que vivimos a diario. Porque identificar al héroe y al villano, al asesino y a la víctima, es muchas veces más fácil de hacer en las páginas de un buen libro que en la rutina de cada día. Pasear por las playas de Gijón, conocer de cerca a los autores que nos mantienen en vela, escuchar de ellos sus historias, sus dudas, sus pasiones. Convivir con reinos fantásticos y criaturas míticas. Ver piratas y construir figuras de papel. Descubrir nuevas historias y recordar grandes obras de la pantalla grande. Todo eso y más es lo que aguarda este año a los afortunados que puedan acercarse algún día, o todos, a las carpas de la Semana Negra.

Y un recuerdo para los ausentes. Para el capítulo más negro de nuestra historia, al calor del recuerdo y el cariños y el respeto con el que cuatro autores se asomaron a unos trenes de la muerte en los que viajábamos, y seguimos viajando, todos. Y es que la exposición "11M" no sólo pretende acercar al público el cómic magistralmente realizado por los guionistas Antonio Guiral y Pepe Gálvez, y los ilustradores Joan Mundet y Francis Gonzále, sino impedir que olvidemos aquel día, por respeto y por la dignidad que merecen las víctimas y los familiares de aquella salvaje acción terrorista. Un merecido homenaje, entre los muchos que se van a celebrar estos días en el recinto de El Arbeyal, donde se leerá, se discutirá, se reirá, se escuchará música, se cantará, se bailará al son de muchas culturas y, sobre todo, se establecerá un vínculo imborrable entre los asistentes, la organización y la ciudad de Gijón, marco insustituible de esta Semana Negra que cumple ya 22 ediciones. Y, quién sabe, quizás alguno continúe la vieja tradición de comenzar el próximo best seller en esta ciudad que abre sus brazos para acoger a propios y extraños estos días.

Viaje de ida