sábado. 20.04.2024

Las etiquetas unas veces clasifican y otras ponen pegatinas en nuestros párpados que nos impiden ver lo que tenemos delante. Hace una década acudí a mi primer concierto de Vetusta Morla afectado por la desconfianza que me transmiten rótulos como "grupo revelación" o "la banda del momento", pero bastó el contundente inicio de su concierto con Los días raros para que todas las ideas preconcebidas se despegaran de mi cuerpo para permitirme disfrutar al máximo de un directo arrebatador.

Diez años después, Vetusta Morla regresó a Cuenca con una carrera más que consolidada y una discografía sin fisuras que le permite seleccionar una setlist que llega a un público bastante heterogéneo. Como en su primera aparición en esta ciudad, el grupo abrió su actuación con Los días raros, título que podría ser banda sonora de estos dos años de pandemia y que en el directo parten en dos, para empezar y terminar con este tema y dotar de una estructura circular a su espectáculo.

Vetusta Morla dispara tanta munición buena en las primeras canciones que puede parecer que están corriendo el riesgo de quedarse sin balas. En realidad, tienen cartuchera de sobra y un armamento muy variado: la épica progresión con aspiraciones zeppellinianas de Consejo de Sabios, la filosofía funky de Palmeras en La Mancha, el vals de 23 de junio... Acompañan los temas con imágenes en las que predomina la estética cómic y en las que, de vez en cuando, lanzan algún mensaje para quien quiera recogerlo.

Es innegable que el espectáculo de Vetusta Morla es Pucho, por su extraordinaria voz y por su explosividad en el escenario. Pero para entender a este grupo hay que mirar hacia la batería de David El Indio. El lenguaje de Vetusta Morla se construye a partir de esos bombos y platillos y su ritmo, reforzado además desde la percusión con Jorge González, le sirve para marcar distancias con el sonido pop que lo reivindica para su causa.

Los críticos de esta banda apuntan a la falta de guitarreo para negarle su esencia rockera. Los hay, en realidad, por ejemplo en Copenhague. Esta gente va con dos guitarras bien armadas y el hecho de que no estén en la primera línea del frente no significa que no sean fundamentales en la batalla. Mención especial para Guille Galván, autor de la mayoría de las letras de las canciones, líricas y fundamentales para configurar la personalidad de Vetusta Morla, una formación que tiene como mayor virtud que no acepta imitaciones.

La velada en el estadio de fútbol conquense estuvo repleta de momentos emocionantes. No en vano, para muchos de los espectadores era la primera vez que asistían a un concierto en los últimos dos años. Era una cita con la luz al final del túnel y con la esperanza. Hubo durante la actuación un momento de reconocimiento al trabajo de los sanitarios y una gran sorpresa, la aparición de la banda taranconera Zas!! Candil para acompañar a los madrileños en la puesta en escena de Finisterre, primer avance de su próximo disco, en el que se intuye una aproximación de los madrileños a los sonidos de raíz.

A medida que avanzaba una noche fría en la capital conquense el público tenía que hacer un mayor esfuerzo para mantener su trasero pegado al asiento. En la catarsis final, con varias canciones clásicas y Pucho saltando al césped para pegarse un par de carreras por el estadio de La Fuensanta, hubo mucha gente que ya no pudo contenerse y se dejó llevar por el baile, sin que se llegara a descontrolar la situación. Todo el mundo se puso en pie, eso sí, para despedir a la banda tras un concierto emocionante, que invita a pensar que todavía estamos a tiempo de frenar a La Nada.

Vetusta Morla entona himnos de esperanza en La Fuensanta de Cuenca