jueves. 18.04.2024

Una película narra la historia de las presas republicanas en Saturrarán

El filme, Estrellas que alcanzar, dirigido por Mikel Rueda, cuenta el drama de miles de mujeres encarceladas en el penal franquista de Saturrarán entre 1937 y 1944, cuyas penalidades han sido durante muchos años silenciadas. Algunas perdieron la vida mientras otras muchas tuvieron que sufrir el desgarro por separarles de sus hijos.
NUEVATRIBUNA.ES 22.10.2010

Emotiva, dramática y cruel como la vida misma, la que vivieron todas aquellas mujeres encarceladas en Saturrarán donde se las vejó y maltrató hasta límites insospechados. La película Estrellas que alcanzar, dirigida por Mikel Rueda, que se estrenó este jueves en el Coliseo de Bilbao, es un homenaje a todas aquellas presas, un retazo de la memoria de una de las etapas más negras de la reciente historia de España y un recordatorio de la crueldad con la que el régimen de Francisco Franco se ensañó con sus víctimas.

Saturrarán, entre Vizcaya y Guipúzcoa, a orillas del Cantábrico, fue a comienzos del siglo pasado un balneario de seminaristas que se convirtió en cuartel una vez iniciada la Guerra Civil. En diciembre de 1937, las tropas sublevadas tomaron las instalaciones convirtiéndolo en un penal de mujeres republicanas “altamente peligrosas”. Desde entonces y hasta el año 1944, unas cuatro mil presas de entre 16 y 80 años fueron recluidas en ese lugar. Según el registro, allí murieron 116 mujeres y 56 niños. Otros tantos fueron separados de sus madres por la fuerza mientras ellas sufrían los castigos de las monjas mercenarias.

En 2007, el Gobierno vasco quiso rendir homenaje a esas mujeres en un acto que contó con la intervención del entonces consejero de Vivienda y Asuntos Sociales, Javier Madrazo. Él mismo recuerda en su blog, tras asistir a la proyección de la première de la película, las palabras que pronunció rememorando algunos testimonios de presas:

“En diez días murieron treinta y dos criaturas en Saturrarán. El día que murió mi hija, las monjas dijeron: ¡un angelito que adorará Dios! ¡Esto es una gloria! Entonces yo les arranqué el tocado y les eché fuera. Y ellas no me dejaron ir al entierro”.

“El recuerdo más nítido que guardo de Saturrarán es la desesperación y el llanto de las madres que enterraban a sus hijas e hijos, o les despedían conscientes de que nunca más les verían. Era terrible, durante mucho tiempo, y todavía hoy, con casi noventa años, tengo pesadillas”.

Relatos anónimos que la película engarza para plasmar la vida ficticia de una de esas madres. Es una apuesta a favor de la memoria histórica, un largometraje de “cine comprometido”, tal y como destacó el productor de Baleuko, Eduardo Barinaga, que reabre las heridas pero que a la vez es un canto a la esperanza.

El filme cuenta las penurias que pasaron aquellas madres, hermanas e hijas de republicanos y las teorías que aplicó el psiquiatra del régimen, el Doctor Vallejo Nágera, para abolir el comunismo. Entre otras, separar a las madres de sus hijos para darlos en adopción a las familias falangistas o al Auxilio Social.

Cómplices de ese delirio fascista, las monjas cumplían a rajatabla las órdenes de los militares sublevados. Convertidas en vigilantes de las presas, las religiosas cometieron los más terribles atropellos contra los derechos humanos. Robaban los alimentos que enviaban los familiares, negaban la leche a los niños para su manutención, censuraban la correspondencia e inflingían los correspondientes castigos en celdas inundadas donde sus víctimas eran sometidas a dieta de pan y agua.

Estremecedor relato el de esta película que muestra un eslabón más de lo que fue el genocidio franquista, un genocidio que es necesario recordar aunque sólo sea para rendir homenaje a todas esas víctimas del horror.

Una película narra la historia de las presas republicanas en Saturrarán