viernes. 19.04.2024

Ante la gravedad de la crisis europea y la necesidad de una respuesta urgente, algunas lecturas se presentan en el panorama ensayístico como agua de mayo. En este caso hablamos del ensayo del filósofo y escritor Bernardo Pérez Andreo, “Un Mundo en quiebra. De la globalización a otro mundo (im)posible” (Catarata, 2011), con el que podemos acercarnos a los últimos sucesos en los países occidentales pero con una visión global tanto económica como filosófica y moral.

De entrada nos interpelan las palabras del autor: “Es tiempo de pensar lo imposible, como decían los del 68: pedir lo imposible es la única manera hoy de ser realistas”. Con ellas, Bernardo Pérez nos incita a buscar otros caminos, atrevernos a pensar en otras alternativas que las que plantea tradicionalmente el pensamiento modernista o neo-clásico, para mejorar una sociedad estancada en el consumismo y la postmodernidad.

Con su análisis profundo y pertinente, el autor nos hace primero reflexionar sobre el pesimismo de los últimos años y cómo hemos ido adoptando esa forma de razonar para evitar las desilusiones de un optimismo exagerado y destructor. Atrás ha quedado la época moderna en que la tecnología lo era todo –así como podía ser Dios en otros tiempos– y nos reservaba el mejor de los designios. Un lugar privilegiado en el universo.

Esa época de sueños desmesurados en la cual el hombre podía arreglarlo todo gracias a la ciencia ha desvanecido al mismo tiempo que toda la humanidad acusa el daño de la industria, del calentamiento global y las guerras. El grito de la tierra es inevitable, se impone a todos los discursos, y, conscientes de ello, hemos abrazado otra máscara para distanciarnos de los daños y la consecuente culpabilidad: la máscara de la perplejidad y la resignación.

Ahora bien, si reflexionamos sobre ese pesimismo que nos impide reaccionar y tomar decisiones ––ese mismo pensamiento que nos obliga a ver el futuro como una fatalidad––, podemos llegar a cuestionar si esa evolución ha sido deseada o impuesta. En efecto, más que un simple cambio de paradigma podría tratarse del resultado de un mensaje subliminal. La consecuencia de una maniobra de las clases dirigentes para mantener el orden social y recrear un estado de tranquilidad en el que el consumo lo es todo y poco más.

Éstas son algunas de las reflexiones que uno se puede hacer al leer el último ensayo de Bernardo Pérez. Sin embargo, los datos que ofrece su estudio dan para mucho más que un leve cuestionamiento. Aportan una base sólida para una indignación constructiva. Un ejemplo de esos datos es el reparto de la riqueza a nivel global: “mientras 500 familias en todo el mundo controlan el 75% de la riqueza mundial, 250 millones mueren de hambre o por enfermedades que son irrisorias en Occidente”.

Estas desigualdades que, hasta ahora eran desatendidas porque nos beneficiábamos de ellas, nos hacen temblar y considerar que estos tiempos son para rectificar. Ésa es una de las ideas principales de este libro que también nos divulga unas vías para la esperanza.

Para Bernardo Pérez es necesario superar los modelos actuales del capitalismo y abrirnos a “una forma de considerarse hombre más en consonancia con la humanidad”. Encontrar una nueva manera de relacionarnos con el entorno. Superar el actual pensamiento de “Consumo, luego existo” por otro más profundo: “Soy amado, luego existo”.

El razonamiento no sólo se basa en planteamientos filosóficos sino también en el análisis de distintas alternativas dentro del modelo actual (hacer de la globalización un proceso de integración de los pueblos y disminuir los daños colaterales de la economía) y otras alternativas fuera del sistema que tratan de refundar una sociedad basada en unos valores de armonía con el planeta.

No existe un único camino a seguir y, por ese motivo, la lectura de “Un mundo en quiebra” es imprescindible para todo aquel que desee entender la evolución de las últimas décadas y el momento crucial en el que vivimos. Una obra de gran calidad, llena de elementos para la reflexión, que nos hace ver que otro mundo es posible.

Nuevas alternativas para un mundo en quiebra