viernes. 29.03.2024
NUEVATRIBUNA.ES / ANTONIO SANTO

Jesús Urceloy es un personaje muy completo: filólogo y editor para Cátedra (suya es la recopilación Todo Sherlock Holmes, que ordena según su cronología interna los relatos del conocido detective; y también la edición de Las 1001 Noches, ésta realizada junto a Antonio Rómar); profesor de los Talleres de Escritura Creativa Fuentetaja en Madrid; extraordinario rapsoda y divertidísimo showman, con su voz de barítono y su ácido sentido del humor, que lo mismo hace un bolo con poesía humorística que de género negro, o participa en una actuación de perfopoesía junto a Gonzalo Escarpa. Urceloy es todo esto y, por encima de todo, un gran poeta. No vamos a hacer mención a sus premios ni apariciones en antologías; eso son sólo medallas en el pecho. Lo que sí cuentan son los títulos imprescindibles de su obra, como Libro de los salmos (Devenir, 1997), Berenice (Amargord, 2005) y Diciembre (premio internacional de la Fundación José Hierro en 2008), pero sobre todo La profesión de Judas (Sial, 2000). Es éste un libro vibrante, de grave tono elegíaco, de reflexión profunda y dolorosa; una poesía del conocimiento y búsqueda de la identidad, un proceso de auto-vivisección que no teme en ahondar con los dedos en las heridas que más duelen para encontrar la poesía que se queda enquistada dentro de las cicatrices.

La poesía de Jesús Urceloy ha ido evolucionando hacia una dirección más irracionalista, de exploración de terrenos de vanguardia, siempre con el sentido del humor como bote salvavidas para cualquier naufragio. Pero Urceloy, una de cuyas preocupaciones mayores a nivel estilístico es el ritmo, la fuerza, la fluidez del verso, en todo este tiempo no ha abandonado nunca del todo los metros tradicionales: el romance, el soneto, auténtica escuela de cantería para quienes quieren escribir versos de metro libre que digan algo y lo digan bien. Y parte de este caudal de obra más clásico es el que se recoge en Harto de dar patadas a este bote, título endecasílabo bajo el que se agrupan 90 sonetos y un apéndice de notas explicatorias de las circunstancias y curiosidades de cada poema. Estos 90 se pueden dividir en dos grupos: uno mayor de 70 sonetos más serios ("para que no se me queje el amante, el filósofo y el erudito", dice él mismo en su página web) y otros 20 humorísticos, los que suelen salir a relucir en los recitales cuando éstos se alargan más allá de la medianoche, los que la gente le pide en los bises.

Esta noche a las 20.30 se presenta Harto de dar patadas a este bote, editado por De la Luna Libros, en el Centro Cultural Alcazaba de Mérida. Si quieren pasar un rato divertido ante un verdadero animal de escenarios, no pueden faltar. Pero sobre todo no pueden faltar si quieren conocer a un extraordinario poeta y acceder a una obra compacta y potente, de las que te dejan sentado con versos como puñetazos, de las que suponen un cambio de agujas en la vida de un lector cualquiera.

Un bote de 90 sonetos