viernes. 26.04.2024
TRIBUNA DE OPINIÓN

El trisquel: un símbolo celta que recoge las virtualidades del pitagórico número tres

El número tres atraviesa toda nuestra cultura. Para los pitagóricos la triada nace al sumar unidad y pareja (1+2=3), por lo que, al combinar unidad y pluralidad, supone un símbolo de armonía universal. 

En el cristianismo la Santísima Trinidad hace de Dios uno y trino al mismo tiempo, una triple dimensión que recorre todos los recovecos de nuestra historia simbólica. Los mosqueteros de Dumas eran tres y se preciaban de ser uno para todos. En el juicio de Paris las diosas que aspiran a ser la más bella son también tres. Contra su planteamiento inicial Kant acaba escribiendo tres Críticas para dar cuenta de nuestras tres facultades relativas al conocer, el sentir placer o displacer y la del desear. Nuestro entendimiento, juicio y voluntad buscan respectivamente comprender la naturaleza, enjuiciar el arte y actuar con una libre autonomía. Platón habla de una triada paralela compuesta por la verdad, lo bello y lo bueno.

Los procesos dialécticos confrontan la tesis con su antítesis para obtener una síntesis de ambas. Nuestra forma de medir el tiempo determina que tengamos un pasado, un presente y un futuro. Aire, agua y fuego suelen ser designados como los tres elementos fundamentales. Las triadas imperan por doquier, como asegura el consabido salud, dinero y amor o las ternas pitagóricas. En hebreo el número tres tiene un triple significado: armonía, nueva vida e integridad. Quizá por eso en la liturgia se repite hasta tres veces que Dios es Santo. Jesús no deja de resucitar al tercer día y Pedro le niega hasta tres veces, además de ser tres los crucificados. Los Reyes Magos tampoco dejan de ser tres y aportan tres regalos: el oro, el incienso y la mirra. Según el budismo hay tres fuegos que nos consumen: la ignorancia, el apego y el odio. 

Entre la república y el imperio los romanos tuvieron triunviratos. Lo que convirtió al príncipe Siddharta en Buda fue descubrir la enfermedad, la vejez y la muerte. Schopenhauer inspiró su pensamiento en tres fuentes: Buda, Platón y Kant. Edipo deviene rey de Tebas al descifrar el enigma planteado por la Esfinge. ¿Qué animal se desplaza primero a cuatro patas, luego con dos y finamente utiliza tres? La respuesta responde a las tres edades del ser humano. En su infancia gatea, después camina en la juventud y requiere servirse de un bastón en la vejez. 

La magia del número tres parece tan infinita como los decimales de “pi” o los números que hay entre cero y uno

Los modos de gobierno responden a un patrón tripartito, pueden estar concentrados en una persona, en varias o en todos, es decir, puede haber monarquías absolutistas o parlamentarias, aristocracias u oligarquías y democracias representativas. Desde Montesquieu entendemos que deben ser poderes independientes el poder ejecutivo, el poder legislativo y el poder judicial. Muchos cuadros tienen formato de tríptico y bastantes novelas componen trilogías. Al parecer el tres podría suponer un magnífico hilo conductor para enhebrar la evolución de nuestras manifestaciones matemáticas, religiosas, artísticas, filosóficas, literarias o políticas. 

En el País Vasco resulta muy familiar la figura de cuatro cabezas o lauburu, en la que siempre he querido ver algo así como un trébol de cuatro hojas. El parentesco del símbolo vasco por excelencia con la esvástica fue realzado por los nazis, que se apropiaron de un logo que descubrimos en templos y Budas japoneses.

Pero es mucho menos conocido el trisquel o trikel, también llamado trikele o tricania, una figura geométrica celta que portaban como talismán los druidas y se ha encontrado en piedras talladas hace miles de años o acuñaciones monetarias prerromanas. Las espirales del trisquel son por supuesto tres y pueden adoptar tanto el sentido de la esfera horaria del reloj como su contrario. Además del claro antecedente vikingo, también hay correlatos tibetanos y coreanos. En todos los casos podemos imaginarnos que sus espirales pueden girar hasta el infinito. El ciclo de la vida está contenido en ese símbolo que representa triadas como cuerpo, mente y espíritu o pasado, presente y futuro. ¡Cuánta sabiduría se puede codificar en un solo símbolo! La magia del número tres parece tan infinita como los decimales de “pi” o los números que hay entre cero y uno.

El trisquel: un símbolo celta que recoge las virtualidades del pitagórico número tres