martes. 23.04.2024
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La tricotilomanía es un tic que consiste en arrancarse el pelo, sea de la cabeza, brazos, piernas, axilas o cualquiera otra parte del cuerpo, provocando una perceptible pérdida de pelo.

La tricotilomanía es un trastorno del control de los impulsos, más frecuente en mujeres, en una proporción de 4 a 1 en relación con los hombres, y suele iniciarse antes de los 17 años, habitualmente en la infancia, antes de los seis años.

Arrancarse el pelo suele ser, en la edad adulta, un trastorno crónico, con períodos de exacerbación y de disminución de los síntomas. Este trastorno suele acompañarse de conductas de tipo ritual como por ejemplo enrollar el pelo entre los dedos, morder el cabello una vez arrancado o pasar las mechas entre los dientes.

Los criterios diagnósticos son: Arrancamiento recurrente del pelo. Aumento del nivel de tensión emocional antes de arrancar el pelo o mientras se arranca. Afecta a las áreas laborales, sociales u otras, todo secundario a la experiencia de arrancar el pelo.

El pronóstico es más benigno en la infancia que en la edad adulta donde tiende a cronificarse. Las complicaciones físicas de este trastorno del control de los impulsos son alopecia, cicatrices o infecciones de la piel. Otras complicaciones médicas incluyen cuadros de oclusión intestinal secundaria en las personas con este trastorno que ingieren el pelo arrancado. El desarrollo de calvicie puede agravar, a su vez, la ansiedad y depresión previas. De esta manera surgen niveles altos de insatisfacción sobre la imagen corporal, evitación de las actividades sociales por vergüenza. La baja autoestima se relaciona con el aumento en la frecuencia de arrancarse el pelo y con la preocupación acerca de la apariencia, la vergüenza y la necesidad de evitar ciertas actividades debido a la pérdida de pelo.

Sobre el abordaje terapéutico llamar la atención sobre la Terapia de Aceptación y Compromiso, modalidad de terapia conductual, basada en el Mindfulness, o estado de atención plena, que se centra en el papel de la aceptación y en los procesos de atención en el aquí y ahora, para disminuir la mala adaptación, en la regulación de las emociones. Para este enfoque terapéutico, el trastorno aparece cuando se da una falta de flexibilidad psicológica, es decir una falta de capacidad o no se sabe la conducta que se quiere realizar en un contexto determinado. La presencia de esta psicorigidez en este trastorno viene explicada por la evitación experiencial, al no vivir el presente y con la falta de compromiso y determinación para seguir los propios valores. La evitación experiencial es uno de los procesos que produce esta rigidez psicológica, consiste en tratar de evitar las propias experiencias internas (pensamientos, sentimientos, recuerdos…), a partir de cualquier estrategia, en este caso arrancarse el pelo, y se produce cuando la persona se plantea como objetivo sentirse bien y evitar todo malestar. Desde este enfoque terapéutico se defiende que cuanto más se centre la persona en evitar su malestar y situaciones o comportamientos que lo causan, más atrapada quedará en el mismo; mientras que cuanto más se centre en sus valores personales y no se funcione con sus propios pensamientos y sensaciones, dejará de concentrar sus energías en eliminar su malestar y se abrirá a la experiencia presente encaminándose hacia la consecución de sus valores. Los procesos que permiten la flexibilidad psicológica son: la aceptación, la defusión cognitiva (desmantelamiento del pensamiento), el vivir el presente, el elegir los valores personales y el compromiso con los propios valores.

La tricotilomanía: un trastorno del control de los impulsos