La trastienda y la sabiduría de Javier Egea en su "Taller del autor"
Acaba de aparecer el primer volumen de Taller de autor, del poeta granadino Javier Egea (Granada, 1952-1999). En él, se integran las prosas que acompañaron su actividad literaria y su prosa narrativa. Manuel Rico, director de la colección de poesía de Bartleby Editores, escribe sobre el libro y sobre el poeta..
Por Manuel Rico. “Ante todo os doy las gracias por haber venido. Me llamo Francisco Javier Egea Martínez. He nacido en Granada y tengo dieciséis año. Durante el corto tiempo que me vengo llamando poeta he escrito mucho, aunque los últimos poemas que tienen valor para mí son estos últimos, estos que ahora escucharéis, ya que intentan dar y conseguir algo”. Este es el comienzo de la primera prosa recuperada de Javier Egea que se incluye en el libro Taller de autor, que hace un par de meses puso Bartleby en librerías. Es el primer volumen de su prosa y el tercero de la obra completa que desde 2012 viene publicando esa editorial tras la poesía ya editada del primero y los poemas sueltos e inéditos del segundo. La edición, como en la poesía, corre a cargo de Pío Alcántara y Juan Antonio Hernández, que ponen a disposición del lector un auténtico aparato de anotaciones y referencias de una enorme utilidad. Lamentablemente, debido a razones ajenas a Bartleby, será el penúltimo puesto que el proyecto se quedará interrumpido cuando aparezca el segundo tomo de prosas. El broche de cierre, los Diarios, quedarán varados en ese extenso mar de los libros inéditos.
Aquel tiempo está lleno de la Granada que va de la clandestinidad a la legalidad, que entrelaza política, vivencia y poesía, que se llena de bares, de paseos y de madrugadas. La ciudad y sus ambientes, entre 1969 y 1999, se reflejan en la actividad literaria y poética que Egea protagonizó. Su opinión sobre Albert Camus, su relación con escritores coetáneos como Eduardo Castro, sus palabras de recepción del premio Juan Ramón Jiménez por Paseo de los tristes, sus introducciones a recitales propios y a recitales en los que pone voz a poetas como Federico, Miguel Hernández, César Vallejo, Bertolt Brecht, sus reflexiones, breves pero no por ello de menor interés, sobre el Alberti de las "Coplas de Juan Panadero", sobre Memoria de la melancolía, las evocaciones de María Teresa León, sobre el tanto, sobre el legado teórico de Juan Carlos Rodríguez son, junto a otros trabajos (esquemas de lecturas, apuntes sobre y de El Quijote, etc...), indicadores de las preocupaciones éticas y estéticas de nuestro poeta que llenan la primera parte, "Artículos y recitales", del libro.
Taller del autor es un fascinante recorrido por los fantasmas literarios, humanos, sociales y políticos del poeta Javier Egea. Este primer tomo se divide en dos grandes bloques: "Artículos y recitales" y "Prosa narrativa".
Me parece necesario destacar dos textos de esa primera parte: de una parte, el titulado "Mis lugares lorquianos: un laberinto de coincidencias" compuesto de tres acercamientos, entre los descriptivo y lo evocador, a rincones de Granada llenos de significado: Fuentevaqueros, la Huerta de San Vicente y Viznar; de otra, "Memoria explicativa del proyecto para un libro de poesía titulado Raro de luna" . Este último presenta un interés adicional: en él advertimos el cambio de fondo que, en sus últimos años de vida, Quisquete empezó a imprimir a su poesía. Y lo advertimos en el plano de la consciencia, de la premeditación y del soporte teórico: "Se trata de un libro --escribe Egea-- de ambiente sonámbulo, de un surrealismo muy controlado, concebido como un viaje de despedida por el mundo de las dependencias personales". Es evidente que el poeta granadino había comenzado a despedirse de la apuesta figurativa de libros anteriores y se aprestaba a profundizar en las líneas irracionalistas apuntadas en Troppo mare.
Quizá lo más sorprendente e imaginativo de Taller del autor sea su prosa narrativa. Cuentos, sueños cargados de iluminaciones, también de zonas oscuras y de retazos procedentes de la realidad, tentativas de relatos (sólo uno de ellos se nos da terminado, "El chino del panteón") y de juegos argumentales y verbales ("Spain es diferente") dan cuenta de una vocación poliédrica que probablemente, en el ámbito de la narrativa, hubiera madurado de no ser por su prematura muerte.
En breve, también en el blog Al margen, de Manuel Rico.