martes. 23.04.2024
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El primero de marzo de 1931 se celebró en la Casa del Pueblo de Madrid un mitin, que puede ser considerado un episodio fundamental de la Historia del movimiento obrero español en relación con las trabajadoras del hogar, un grupo laboral siempre olvidado.

Las trabajadoras del hogar debían tener derecho a disfrutar de los beneficios de la legislación obrera relativos a la mujer: limitación de jornada, seguro de maternidad, retiro obrero, accidentes de trabajo...

El acto fue presidido por la sindicalista Claudina García, cuyo discurso giró alrededor de uno de los principios fundamentales del sindicalismo socialista, es decir, la necesidad de la sindicación como instrumento eficaz de la lucha obrera. Pero, además, explicó parte de las características del sector profesional relacionado con el servicio doméstico, donde abundaba la mano de obra femenina, y que tenía que ver con el paternalismo que ejercían las “damas caritativas” sobre las empleadas, al considerar que eran como una prolongación de sus familias, mientras que, por otro lado, ejercían una dura explotación al establecer jornadas interminables, y no aportar mejoras salariales ni de ningún otro tipo. En un sentido parecido fue la intervención de Isabel Cardoso, tanto sobre el análisis que realizó de la situación de las “muchachas de servir”, como sobre las ventajas de la organización obrera con el fin de establecer unas bases de trabajo que dignificasen a estas trabajadoras. Por su parte, Ricarda Donado denunció cómo el sistema negaba a la clase obrera del hogar el derecho a la vida. Luz García, hermana de Claudina, se centró en otra parte de los problemas que padecían las empleadas del hogar, en relación con las humillaciones y vejaciones que muchas muchachas sufrían en casas de religiosos donde servían. Pero también aludió a la prensa, acusando a los periodistas reaccionarios por emprender campañas contra las obreras domésticas. En este sentido, debemos recordar que en determinada prensa no era infrecuente que se denunciasen sucesos protagonizados por miembros del servicio doméstico.

Francisco Sánchez Llanes, que participó en nombre de la UGT, señaló que era la primera vez que las obreras del hogar se encontraban unidas al resto de las trabajadoras organizadas. Si esta observación era importante, también habría que destacar que criticó la forma en la que los patronos llamaban a estas obreras, al calificarlas de sirvientas. Era una palabra que había que borrar, en su opinión, hasta del Diccionario. Sánchez Llanes también aludió a las ventajas que las obreras del hogar habían alcanzado en América, para terminar defendiendo los principios de la UGT, la consabida necesidad de la organización obrera, y planteando que, si el Ayuntamiento madrileño estuviera gobernado por socialistas, las obreras del hogar tendrían una Casa-refugio.

El último orador fue Felipe Ronda, en nombre de la Asociación de Obreras del Hogar, que realizó una defensa apasionada de la nueva organización, combatiendo a los que pretendían ridiculizar al nuevo sindicato, además de exponer las principales características de la futura Casa-refugio.

En el acto se aprobaron unas conclusiones, que son importantes, precisamente, por lo que comentábamos al principio, es decir, por constituir un momento clave del sindicalismo en un sector donde era difícil, por su estructura diseminada, conseguir que avanzaran la sindicación y la organización obrera. Las conclusiones, verdaderas exigencias obreras, fueron las siguientes:

1ª Las trabajadoras del hogar debían tener derecho a disfrutar de los beneficios de la legislación obrera relativos a la mujer: limitación de jornada, seguro de maternidad, retiro obrero, accidentes de trabajo, etc.

2ª El Gobierno debería dictar normas para establecer oficialmente las condiciones higiénicas que debían reunir las habitaciones destinadas al descanso de las obreras del hogar.

3ª El Gobierno debería ayudar económicamente a la creación de la Casa-hogar para las obreras que estuvieran en paro, uno de los proyectos de la organización obrera de las trabajadoras del hogar.

Prohibición de los trabajos nocivos para la salud, con la consiguiente inspección de trabajo.

5ª El Gobierno debería nombrar una comisión de patronos y obreros de este sector laboral para que fijase los salarios.

Hemos trabajado con el número 6884 de El Socialista. Para ahondar en algunos de los personajes citados podemos acudir al Diccionario Biográfico del Socialismo Español.


Bibliografía:

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Mª Jesús Espuny Tomás, “El servicio doméstico: la historia de una exclusión continuada”, en la red.

Paloma González, “Notas sobre la condición de la mujer trabajadora en España durante los tres primeros decenios del siglo XX”, en Actas de las Primeras Jornadas de Investigación Interdisciplinaria. Nuevas perspectivas sobre la mujer, Madrid, UAM, 1982, Vol. II, págs. 97 y ss.

Rosa María Capel, El trabajo y la educación de la mujer en España (1900-1939),Madrid, 1982.

Sarasua, Carmen, “El servicio doméstico en el Madrid del siglo XIX”, en Historia 16, 8 (1983).

Mary Nash, Mujer, familia y trabajo en España (1875-1936), Madrid, 1984.

Ubaldo Martínez, Mujer, trabajo y domicilio. Los orígenes de la discriminación, Barcelona, 1995.

Pilar Pérez Fuentes, “El trabajo de las mujeres en la España de los siglos XIX y XX. Consideraciones metodológicas”, en Arenal,2, 2 (1995), págs. 219-245.

Jesús Miras Araujo, “Rasgos básicos y transformaciones del servicio doméstico en una ciudad periférica. A Coruña, 1900-1960”, en Cuadernos de Historia Contemporánea,(2005), vol. 27, págs. 197-222.

Inmaculada Simón, Mujer: Asociaciones y Sindicatos. España. 1875-1939,Madrid, 2014.

Eduardo Montagut, “La denuncia de Antonio Roma sobre los derechos sociales del servicio doméstico femenino (1930)”, en Tribuna Feminista,(julio de 2018).

El mitin de las obreras del hogar en 1931