sábado. 20.04.2024
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El conde de Rodezno calificó a los navarros riberos en el año 1929 como “hombres cabileños, mediterráneos y sarracenos, como todos los riberos de Navarra”.

Tomás Domínguez Arévalo, VII conde de Rodezno, es uno de los personajes más oscuros del franquismo y es hora que los españoles conozcan la historia real de este personaje. Ha sido uno de los políticos más influyentes en la España contemporánea, aparecen noticias sobre su actividad en gran cantidad de investigaciones históricas. Haré una introducción general y en posteriores puntos explicaré ya aspectos concretos de su acción política y su pensamiento.


Tomás Domínguez Arévalo

Nace en Madrid el veintiséis de septiembre del año 1882. Es conocido por su título nobiliario de VII conde de Rodezno. Fue un político de ideología conservadora y tradicionalista carlista.

Entre sus títulos nobiliarios destaca el de XII marqués de San Martín de España, y grande de España, también fue V conde de Valdallano, caballero de la Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, caballero de las Reales Maestranzas de Caballería de Zaragoza y Sevilla.

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El conde de Rodezno entrevistado por Jesús Evaristo Casariego (marzo de 1936). Wikipedia

El condado de Rodezno es un título nobiliario español que fue creado por Carlos IV el ocho de mayo del año 1790, a favor de Miguel Ximénez-Navarro y Ocio, Acedo y Salamanca.

Su padre Tomás Domínguez Romeral era un importante terrateniente con extensas propiedades en Extremadura y Navarra. Abandonó la comisión de Reforma Agraria y fundó la Asociación de Terratenientes de Navarra, con la intención de anular las reclamaciones de los jornaleros. Contrajo matrimonio con María de la Asunción López-Montenegro y García-Pelayo, dama de la alta burguesía agraria extremeña.

Emparentaron con la aristocracia cacereña, con familias de la alta burguesía agraria de la ciudad como eran los López-Montenegro y los García-Mansilla, en las personas de María de la Asunción López-Montenegro García-Pelayo y María de la Purificación García-Mansilla Calvo de Mora, entre otras damas de rancio abolengo aristocrático.

Posee la dignidad de la grandeza de España desde el uno de octubre del año 1952, con carácter póstumo, por los servicios prestados al régimen franquista por el VII conde de Rodezno, que fue ministro de Justicia en la etapa final de la guerra civil española e inicios del nuevo régimen.

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Su padre era Tomás Domínguez Romeral, natural de Sevilla y de origen extremeño. Su madre era María Dolores de Arévalo, VI condesa de Rodezno de origen navarro. Participa en la segunda guerra carlista entre los años 1872 y 1876 en las filas del pretendiente carlista, Carlos VII y es diputado por la merindad de Aoiz en los años 1905, 1907, 1910 y 1914.

Tomás Domínguez inicia su carrera política ocupando diversos puestos en la juventud jaimista cuando cursaba la carrera de derecho en Madrid. Sucede a su padre como diputado carlista por Aoiz, siendo elegido en los años 1916 y 1918.

Fue elegido senador por Navarra en el año 1921 y después en el año 1923, cuando las Cortes Generales son disueltas a raíz del golpe militar del general Primo de Rivera.

Tomás Domínguez era contrario al sufragio universal. Sin embargo, se presentó a las elecciones republicanas, siendo elegido diputado por Navarra en el año 1931 siendo candidato por la Coalición Católico Fuerista y posteriormente por el Bloque de Derechas en los años 1933 y 1936.

Inicialmente apoyó el Estatuto Vasco, dado que en principio proponía un Concordato de las provincias vascas con la Santa Sede. Sin embargo, se convirtió en un acérrimo enemigo del mismo cuando este dejó de ser confesional.

Rodezno 3Era miembro de la Junta Suprema de la Comunión Tradicionalista siendo su secretario entre los años 1932 y 1934. Posteriormente, fue sustituido por Manuel Fal Conde. En ese tiempo, Tomás Domínguez era partidario de la fusión con los monárquicos defensores de Alfonso XIII.

Fue enemigo declarado de la II República, ya que estuvo implicado en el intento de golpe de Estado del general Sanjurjo en el año 1932.

El conde de Rodezno participó en los acuerdos secretos firmados en Roma, en marzo del año 1934, con la Italia del dictador Mussolini para preparar la sublevación militar. Estaba en representación de la Comunión Tradicionalista, delegado para administrar el armamento y dinero suministrados por los fascistas para iniciar el alzamiento.

Tomó parte activa en la preparación de la sublevación militar del año 1936. Participa en las conversaciones con el general Mola para negociar el apoyo de los carlistas al alzamiento nacional. Posteriormente, fue el encargado de pactar con el general golpista, Emilio Mola, la participación del carlismo en la sublevación militar del dieciocho de julio del año 1936.

Participa en plena guerra civil en la unificación de Falange y Comunión Tradicionalista, que se realizaría en el año 1937, tras el Decreto de Unificación emitido por el Dictador Franco, del diecinueve de abril del año 1937.

Fal Conde no aceptó esta unificación y el ofrecimiento fue retirado definitivamente el seis de marzo del año 1938. El conde de Rodezno, que seguía en importancia a Fal Conde entre los carlistas, fue nombrado, a pesar de todo, ministro de Justicia.

Tomás Domínguez es nombrado ministro de Justicia desde agosto del año 1938. Durante su mandato deroga la legislación de la II República, para poner las bases de la Dictadura franquista.

Modificó el Código Penal, reintegró en sus puestos a los antiguos jueces, se reconstruyeron los Registros de Propiedad, derogó las disposiciones relativas al matrimonio civil y condición de la mujer casada, y restauró la Compañía de Jesús.

Rodezno 4Se encargó de quitar toda la legislación jurídica republicana, dedicando especial atención en borrar cualquier aspecto que sonara a laicismo. Terminada la guerra en el año 1939, ocupa la cartera de Educación.

Fue Consejero Nacional del Movimientos y procurador a Cortes durante las primeras legislaturas de la Dictadura. Cesó en el cargo, en septiembre del año 1939. Fue designado diputado foral por la merindad de Tudela, en el año 1940, correspondiéndole por mayoría de edad la vicepresidencia de la Diputación, cargo que desempeño hasta el 1948.

A partir de este último cargo ya no tendrá responsabilidades estatales y su actividad política se centra en Navarra. Es nombrado vicepresidente de la Diputación y estará en ese cargo hasta el año 1948. Desde el año 1946 encabeza la línea carlista que quería el reconocimiento de Don Juan de Borbón como heredero del trono de España.

Fue miembro de la Real Academia de la Historia. Colaboró en la Revista de Historia y Genealogía Española entre los años 1912 y 1931. Publicó varios libros de temas navarros centrados en el estudio del carlismo. “Teobaldo de Navarra” en el año 1909 y “Carlos VII duque de Madrid” en el año 1929. El Dictador Franco le concede a título póstumo el honor de ser Grande de España a partir del uno de octubre del año 1952.

Con motivo de su recepción en la Real Academia de la Historia en el año 1944 leyó el discurso “Austrias y Albrets ante la incorporación de Navarra a Castilla”. Fue el fundador y primer presidente de la Institución "Príncipe de Viana". A título póstumo Franco le concede el uno de octubre del año 1952 el título de Grande de España. Le nombraron hijo predilecto de Navarra.

El ultra conservador Jaime Ignacio del Burgo siempre ha defendido al conde de Rodezno, y decía “se pone fin al agravio de 50.000 fusilados en su tiempo de ministro de Justicia durante la Guerra Civil, de enero de 1937 a septiembre de 1938”.

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Jaime Ignacio del Burgo dice que no firmó ni una sola pena de muerte porque todo dependía de la jurisdicción militar, al margen del ministro, de modo que todo es una absoluta falsedad. Lo que no dice Jaime Ignacio del Burgo es que la inmensa mayoría de las ejecuciones no pasaban por ningún juicio, ni militar ni de ningún tipo.

Fueron más de 3.000 personas navarras las que fueron sacadas de sus domicilios y llevadas directamente a matar. Estaba absolutamente planificado y fue escrupulosamente ejecutado, las listas las tenían preparadas, pues era el acuerdo de las organizaciones que se adhieren a la insurrección, como la Comunión Tradicionalista, la Falange, etcétera, con el director de la conspiración, el general Emilio Mola Vidal.

Para que entendamos mejor la violencia de los militares sublevados debemos recodar que el general Mola en su instrucción reservada nº 1, decía “la acción ha de ser en extremo violenta para reducir cuanto antes al enemigo”. No hace falta decir que el enemigo era todo aquel no afecto al movimiento, en otras palabras, sembrar el terror.

INICIACIÓN POLÍTICA

Fija su residencia en Navarra, como su padre, en la localidad de Villafranca de Ebro, aunque su actividad política le lleve a pasar muchísimo tiempo en Pamplona, Vitoria o Madrid, e incluso mantenga una estrecha relación con la provincia de Cáceres, gracias a su matrimonio con Asunción López-Montenegro, hija de una rica familia de ganaderos.

Su influencia política se dejaba notar en Villafranca, siguiendo la tradición caciquil de dominio social y político local por parte de los grandes terratenientes.

Rodezno 5Se afilia al carlismo y por medio del mismo entra en la actividad política, siendo vicepresidente de las Juventudes Jaimistas de Madrid. Posteriormente, diputado a Cortes por Aoiz entre los años 1916 y 1918, y senador entre los años 1921 y 1923, dentro de las filas del tradicionalismo carlista navarro. Llegó a ser alcalde de Villafranca de Ebro y se mantiene hasta el mismo final de la monarquía de Alfonso XIII.

Domínguez Arévalo impulsó acuerdos electorales con otras fuerzas derechistas, en la línea de la candidatura católico-foralista formada para las elecciones de junio de 1931, en la que participaban monárquicos carlistas, alfonsinos y el Partido Nacionalista Vasco.

Una vez rota la alianza con el nacionalismo vasco, los tradicionalistas navarros formaron parte del Bloque de Derechas en las elecciones legislativas de los años 1933 y 1936, que venció con claridad en Navarra. El conde de Rodezno pudo permanecer como parlamentario en las Cortes desde el año 1931 hasta el golpe de Estado del dieciocho de julio.

Publicó un artículo titulado “El sufragio inorgánico”, que hace una profunda crítica contra el sistema electoral. Dice “…y quizás por primera vez ofrece el caso una notoria paradoja: Y es la de quienes, como nosotros, somos sustantivamente antiparlamentarios y no podemos sentir más que sustantiva desafección al sistema electoral vigente, tenemos que desear en esta ocasión que las elecciones se verifiquen y que ese Parlamento se constituya”.

El conde de Rodezno muestra su opinión sobre la igualdad de derechos y deberes entre las personas y en este sentido destaca su intervención en un debate parlamentario del 1935 y dice “un diputado de la Ezquerra Catalana se refirió a él, llamándole con léxico democrático, “el buen ciudadano ex Conde de Rodezno”. Y Rodezno, espontáneo y magnífico, le interrumpió: “¿Ex Conde? Bueno. ¿Ciudadano? ¡Jamás!”.

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Guerra Civil. Tomás Domínguez Arévalo, conde de Rodezno, en un acto público en la calle. (Imagen: Cultura Navarra)

SU POSICIÓN EN EL ESTATUTO VASCO

La derecha navarra compartía en esos años una concepción vasquista de la realidad navarra, en la que se reconocía unas bases comunes reflejada en el concepto de Euskal Herria.

Sin embargo, el Estatuto vasco rápidamente generó fuertes polémicas, tanto ante el gobierno republicano, por el carácter confesional del primer proyecto que llegó a las Cortes, el llamado “Estatuto de Estella”, como entre la propia derecha navarra, ya que el siguiente proyecto, el llamado “Estatuto de las Gestoras”, que fue elaborado desde las comisiones gestoras de las Diputaciones, tenía un carácter marcadamente laicista.

Se produce el rechazo de los ayuntamientos navarros a este estatuto en la Asamblea de Pamplona del diecinueve de junio del año 1932. Sin embargo, algunos representantes municipales no respetaron el voto afirmativo de sus corporaciones.

Se producen fuertes debates en el propio carlismo, entre partidarios de aceptar el nuevo estatuto, como Joaquín Beunza, y otros claramente opuestos, como el conde de Rodezno, que ya se había mostrado escéptico respecto al estatuto en el año 1931.

El conde de Rodezno hace unas declaraciones, donde su planteamiento es claramente pragmático a la hora de aceptar el Estatuto de Estella como vía de eludir la legislación laica republicana “Cuando se va por el mar, todo el mundo navega a gusto en barco hermoso, pero cuando el barco hace agua, todo el mundo toma también a gusto el bote salvavidas”.

Posteriormente, las derechas navarras se dieron cuenta de que el Estatuto vasco no serviría para crear, lo que en la época se llamó el Gibraltar vaticanista vasco. El conde de Rodezno fue uno de los primeros en distanciarse del nuevo proyecto de estatuto, para pasar a defender una autonomía uniprovincial para Navarra.

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La reforma agraria y el conde de Rodezno

Fue uno de los propietarios que se movilizaron como clase en defensa de sus intereses frente a la legislación reformista de la II República. El conde de Rodezno heredó tierras en Navarra y La Rioja, que se dividirán entre sus hijos Tomás y José, que llegarían a ser de los propietarios más importantes de la Ribera de Navarra y La Rioja.

Su matrimonio con Asunción López-Montenegro le proporcionó el control de amplias dehesas cercanas a la capital cacereña y también contactos con la élite política en esa provincia.

Los tres principales opositores a reforma agraria de la II Republica fueron los diputados y propietarios al mismo tiempo, el conde de Rodezno y los castellanos Estébanez y Lamamié. Para el historiador M Blinkhorn decía que “La oposición carlista al proyecto de ley la dirigían los diputados que más tenían que perder”.

El conde de Rodezno era uno de los diputados con mayor patrimonio agrario, con tierras en las provincias de Cáceres, amplias dehesas en los alrededores de la capital, y Navarra.

En Villafranca de Ebro de donde fue alcalde, disponía en el año 1934 de 57,52 hectáreas de regadío y 139,10 de secano, a lo que había que sumar unas 150 más en olivares, sotos y alamedas. Este patrimonio, heredado de la familia de su madre, había crecido en parte a expensas de terrenos comunales.

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Mitin político tradicionalista con el conde de Rodezno. Autoridades asistentes. (Imagen: Cultura Navarra)

Esta apropiación de bienes comunales está unida a todo un proceso de desamortización civil que se dio en todo el Estado durante el siglo XIX y que generó importantes conflictos sociales, sobre todo a finales del XIX y primeras décadas del XX.

La conflictividad en el campo navarro era anterior a los años de la II República. El conde de Rodezno en los años veinte se mostró en contra de algunas de las tímidas medidas reformistas previstas para el mundo rural por la dictadura de Primo de Rivera.

Se mostró en contra, en el año 1924, en una conferencia pronunciada en Cáceres contra el nuevo proyecto de crédito agrícola, señalando que el crédito no debía realizarse desde entidades estatales sino desde la banca privada, y decía “este crédito no puede hacerse a individualidades, sino a asociaciones”. El conde de Rodezno pertenecía a la Confederación Nacional Católico Agraria, a la que dedicó numerosas y cumplidas alabanzas.

Hay un fuerte conflicto social en torno a las corralizas, produciéndose ocupaciones de tierras por parte de los campesinos y diversas huelgas entre los años de 1933 y 1934. Para hacer frente al tema de las corralizas, el conde de Rodezno participa en la creación de la Asociación de Propietarios Terratenientes de Navarra.

Como ya hemos visto anteriormente, el conde de Rodezno junto con los integristas castellanos, también terratenientes, Estébanez y Lamamié, fue uno de los parlamentarios más vehementemente contrarios a las medidas de reforma en el campo, no sólo contra la Ley de Reforma Agraria del gobierno republicano-socialista, aprobada en 1932, sino también contra los tímidos intentos reformistas que impulsó el ministro de la CEDA, Manuel Giménez Fernández.

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Se opusieron a la Ley de Protección a los Yunteros, para consolidar la situación a corto plazo de los yunteros de Extremadura, en diciembre del año 1934, y el proyecto de Ley de Arrendamientos, en febrero del año 1935. Consideran a dichas leyes como un nuevo golpe a la sufrida clase terrateniente. Ante su presión consiguen que la Ley de Arrendamientos se convierta en una ley aprobada que favoreció una nueva ola de desahucios.

Esta preocupación del conde de Rodezno por las cuestiones agrarias y en particular por las ocupaciones de tierras de las familias yunteras extremeñas estaba estrechamente relacionada con su propia realidad familiar, ya que varias fincas de su mujer y de su familia política estaban en una situación delicada durante la tramitación de la reforma agraria.

Los yunteros eran un grupo social de míseras condiciones de vida, cuya situación estuvo en el centro del debate social sobre la tierra y la conflictividad rural en Extremadura en estos años. El conde de Rodezno, como propietario de dehesas dedicadas a la ganadería, era plenamente consciente de lo importante del debate.

Las novedades de la era de la paramilitarización Además del propio interés de clase, la preocupación de Rodezno hacia las medidas relacionadas con la agricultura tenían un componente especial, ligado a sus contactos con las redes golpistas que propiciaron el golpe de Sanjurjo en el año 1932.

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El gobierno republicano llegó a plantear la expropiación sin compensaciones de los sospechosos de la conspiración golpista, entre los cuales también se encontraban varios dirigentes carlistas, como el propio conde de Rodezno.

Durante el bienio derechista republicano, el conde de Rodezno y otros dirigentes carlistas consiguieron la amnistía para el general Sanjurjo y sus seguidores. Consiguieron leyes de apoyo a la Iglesia. La mayoría derechista de las Cortes consiguieron estos éxitos, los cuales fueron aplaudidos por el conde de Rodezno, quien llegó a exclamar en el Parlamento “Estamos de enhorabuena los antiparlamentarios”.

EL CARLISMO

El carlismo se ve inmerso en la organización de todo un entramado de milicias de civiles armados. Esta organización ésta bajo la dirección de Rodezno, pero luego es cesado y la dirección pasa a manos de Manuel Fal Conde, quien impulsó decididamente este proceso, con importantes contactos con otras zonas de Europa, fundamentalmente con los países fascistas.

El encargado de esta organización militar del requeté en Navarra fue Antonio Lizarza. Este se desplazó a Italia, en marzo de 1934, con la autorización del conde de Rodezno. Le acompañan dos miembros de la Comunión Tradicionalista, dos de Renovación Española y un militar, para entrevistarse con Mussolini, del que obtuvieron apoyo a sus planes para derrocar a la República.

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Lizarza hace la siguiente aseveración, “… después de esta conversación el Duce nos prometió su ayuda a la empresa que nos proponíamos. Consistiría la ayuda en dinero y armas… En este tiempo, y conforme a lo acordado en nuestras entrevistas con Mussolini, salieron de Navarra varias expediciones de jóvenes que marcharon a Italia a instruirse en el manejo de ametralladoras, fusiles ametralladores y bombas de mano”.

Se hace una estructura paramilitar de masas, siguiendo el modelo del fascismo europeo de los años treinta, destacando el carácter fascista, basada en la exaltación del discurso nacionalista y la supresión de cualquier tipo de libertades políticas o sindicales. Estas partidas de requetés recibiendo preparación militar en Urbasa.

Ninguna otra ideología predicó con tanto fuerza la destrucción de la República, siguiendo la vieja tradición de la violencia política en España.

Esta afinidad con los regímenes fascistas, especialmente con el de Mussolini, se correspondía también en las Cortes con una defensa por parte del conde de Rodezno y otros parlamentarios de la política italiana.

Lizarza crea una red de tráfico clandestino de armas por la frontera desde la mitad del año 1934, que va distribuyendo poco a poco por los pueblos de Navarra, con ayuda también de párrocos locales y como vemos con la participación de la iglesia.

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El conde de Rodezno tenía menos interés y entusiasmo por la creación de las milicias que otros carlistas, no por un rechazo a la vía conspirativa, pero mostraba con más voluntad de formar un frente antirrepublicano con otras fuerzas derechistas, especialmente los monárquicos alfonsinos.

Todos los contrarios a la República acentuaron su antiparlamentarismo tras la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, creándose dos grandes proyectos conspirativos, el militar y el paramilitar.

Hubo una fractura política y fractura militar entre las derechas, que hacían avanzar los preparativos conspirativos de forma paralela, dados los desacuerdos entre el general Mola y el jefe carlista Fal Conde.

Fal Conde planteaba que la participación carlista en la conspiración debía estar ligada a una garantía acerca de la vuelta a la monarquía tradicionalista. Sin embargo, el sector que apoyaba al conde de Rodezno acabó apoyando a los militares.

El conde de Rodezno contó con el apoyo del diputado a Cortes y director del Diario de Navarra, Raimundo García, hombre especialmente bien relacionado tanto con los círculos militares y políticos como con los carlistas.

Raimundo García Garcilaso fue quien llamó al conde de Rodezno a Madrid el día ocho de julio, para que se trasladara inmediatamente a Pamplona, a donde llegó el día siguiente. La finalidad era entrevistarse con Mola el mismo día diez y decirle que se olvidará de negociar con la cúpula del carlismo y lo hiciera con la Junta Regional Carlista de Navarra, que estaba a favor del golpe militar.

Ante la posición del carlismo navarro y del conde de Rodezno, Fal Conde y el propio regente Javier, son presionados a una participación inminente por la fuerza de los hechos, el carlismo decide apoyar a los generales Mola y Sanjurjo. Rodezno jugó un papel clave a la hora de implicar al carlismo en el golpe militar.

LA GUERRA CIVIL

Desde el diecinueve de julio Pamplona fue escenario de una movilización armada. Miles de voluntarios, unos 10.000 aproximadamente durante el mes de julio, animados por sacerdotes que defendían la guerra santa, se dirigieron a Pamplona.

Pamplona se llenó de boinas rojas, escenario de la mayor movilización popular, y única a esa escala, que se registró en España a favor de los golpistas. El diecinueve de julio del año 1936, se concentran los carlistas armados en la plaza del Castillo. La derecha reaccionaria ponía en práctica lo que venían preparando tiempo atrás.

El general Mola desarrolló una operación de limpieza política y exterminio en la retaguardia, que significó la muerte de unas 150.000 personas entre guerra y posguerra en todo el Estado español y más de 3.000 en Navarra.

Por otra parte, el bando que defendía la República, produjo unos 40.000 asesinatos. Sin embargo, las principales investigaciones históricas sobre el tema que ni el nivel ni la intensidad de la violencia desplegada en ambas zonas pueden equiparse.

El valle del Ebro, junto con el valle del Guadalquivir y la Vega del Guadiana, en el suroeste peninsular, se convirtieron en las zonas con mayores niveles de represión mortal durante los primeros meses.

Represión relacionada con la estructura económica de estas zonas, en las que los propietarios agrarios habían visto amenazado su control sobre la vida económica y política durante la II República.

Fue sobre estas zonas donde se aplicó con mayor saña un tipo de represalias que recordaba en muchos de sus rasgos las campañas del ejército español en el norte de Marruecos en los años veinte. Paul Preston decía “los africanistas y los terratenientes veían a los campesinos sin tierra y al proletariado industrial como miembros de una raza inferior, una raza colonial sometida”.

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Plaza de conde de Rodezno en Pamplona.

Siguiendo el modelo fascista, el conde de Rodezno en su pueblo Villafranca ya en el año 1938 había hecho cortar el pelo y humillado a 34 mujeres.

El propio conde de Rodezno en discurso radiofónico dijo “Tras una época de anarquía desenfrenada, ha surgido el genio de la raza. Se ha terminado ya el influjo de la masonería y el poderío marxista. En nuestra patria no habrá más que lo nuestro, lo nacional, porque España sea de verdad la España una, grande y libre de los tiempos imperiales”.

Franco expulsó del país a Fal Conde pero ni el conde de Rodezno ni los dirigentes carlistas se plantean una ruptura con el poder central. A principios del año 1937, se plantea la creación de un gobierno en la zona franquista. El conde de Rodezno valora que cara a la instauración de la monarquía, debía ser el general Franco quien ocupara el puesto de regente tras un acuerdo entre carlistas y alfonsinos.

El conde de Rodezno era uno de los dirigentes carlistas más propicios a la unificación, y de hecho fue él uno de los cuatro políticos tradicionalistas convocados por Franco el día doce de abril para informarles del inminente decreto.

Dos días después, el catorce de abril del año 1937, el conde de Rodezno intervino en una reunión en Pamplona a la que estaban convocadas la élite del carlismo navarro, se dirigió a ellos diciendo:

“Entiendo que la situación de la Comunión Tradicionalista es sumamente crítica porque la promulgación de este decreto ha de suponer la desaparición de la misma como partido político… pero que por otra parte, pensando serenamente las cosas, las mismas realidades de la vida política española traen consigo ese mismo resultado, ya que la Comunión Tradicionalista, en sus 103 años de lucha, ha representado la protesta constante de la España tradicional contra el régimen liberal; contra una dinastía usurpadora o ilegítima; la lealtad a una dinastía legítima y por último, la actuación, como un partido político más, contra el juego de ellos dentro del régimen liberal, y ahora, al organizarse el nuevo Estado español, nos encontramos con que ninguna de estas cosas…van a subsistir, porque desapareció el régimen liberal, no existe en España la dinastía ilegítima, se ha extinguido la dinastía legítima, la nuestra, a la que hemos seguido y defendido con una lealtad que quedará como ejemplo en la historia de España, y además se ha acabado la actuación de los partidos políticos, que es propia de la organización de un Estado en régimen liberal.

Ante este nueva realidad de la vida española, que es también de la Humanidad, qué va a hacer la Comunión Tradicionalista, pregunta el Sr. conde de Rodezno, respondiendo él mismo que, a su juicio, nos quedan unos principios, los de nuestro santo lema, que hemos de procurar infiltrar en la sociedad española”.

El conde de Rodezno priorizó toda su vida, los principios políticos del carlismo, en cuanto al mantenimiento del orden político y social, el catolicismo de Estado y la represión y supresión de libertades, ante cuestiones nominales o formales sobre la forma de gobierno, algo que sería una constante en sus planteamientos.

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El carlista navarro Antonio Lizarza, escribía sobre el conde de Rodezno lo siguiente “Rodezno, como es sabido, no tenía fe en la acción del carlismo, lo creía, y nunca lo ocultó, periclitado, que había cumplido la misión histórica de salvar los principios tradicionales del naufragio revolucionario; pero que calmada la revolución debía reintegrarse a la vida española, aportando los principios que había ayudado a salvar”.

Así pues, la reunión de Pamplona terminó con un acuerdo favorable al proceso, algo que facilitó su aceptación en las filas carlistas, y así se le hizo saber a Javier de Borbón-Parma en una visita a San Juan de Luz, dejando de lado la opinión y también la oposición, de Manuel Fal Conde.

El diecinueve de abril del año 1937, Franco firma el decreto de unificación, que supone la creación del partido único, Falange Española Tradicionalista y de las JONS, siendo Rodezno designado por Franco como uno de los diez miembros de la Junta Nacional, de los cuales cuatro eran carlistas.

El diecinueve de octubre, Franco hizo público el Decreto en el que se configuraba el I Consejo Nacional de FET y de las JONS, en el que también figuraría el conde de Rodezno, además de otros trece tradicionalistas, que quedaban en clara minoría dentro de los cincuenta miembros del consejo.

La participación del conde de Rodezno y otros carlistas en las estructuras del partido único no estuvieron exentos de polémica. Se sintieron poco cómodos en un partido y unas formas de representación más cercanas a los modelos fascistas europeos que a la vieja parafernalia tradicionalista. El conde de Rodezno y otros dirigentes carlistas continuaron apoyando al franquismo y se reflejó en su presencia en el primer gobierno, nombrado por Franco el treinta de enero del año 1938.

Domínguez Arévalo en el gobierno

El conde de Rodezno ocupó, hasta agosto del año 1939, un puesto clave para la reorganización penal y represiva del estado franquista, el Ministerio de Justicia. Además, entre abril y agosto de 1939 también fue ministro interino de Educación Nacional tras el cese de Pedro Sainz Rodríguez.

La labor de Rodezno en el gobierno está centrada en dos grandes ejes.

- Por un lado, toda una serie de medidas de reforzamiento del orden católico y patriarcal, con la finalidad de eliminar las reformas realizadas durante la II República en el ámbito del derecho civil, que buscaban una mayor igualdad de derechos entre hombres y mujeres, así como la consolidación de un Estado laico.

- Por otro lado, el establecimiento, a nivel judicial y penitenciario, de las bases legales de todo el entramado represivo del nuevo régimen.

Ramón Serrano Suñer calificó labor de la justicia franquista como justicia al revés y decía “Sobre la base de la justicia al revés, sistema insólito de las convulsiones político-sociales, comenzaron a funcionar los consejos de guerra para juzgar y condenar a muerte en muchos casos, y a penas de privación de libertad en otras más con el carácter de rebeldes en armas a quienes se oponían al Alzamiento Militar y defendían al gobierno del Frente Popular”.


El franquismo restableció el delito de adulterio, el "uxoricidio por honor" y la abolición del divorcio


Se instaura el Código Penal con la Ley del cinco de julio del año 1938, donde Franco la explica de la siguiente forma:

La ley que a continuación se promulga es de las que no requieren explicación ni justificación, porque es la propia realidad la que la impone y la dicta”.

El conde de Rodezno tiene el honor de ser el Ministro de Justicia de la España contemporánea bajo cuyo mandato más ejecuciones se han llevado a cabo, de ser responsable y cómplice de decenas de miles de asesinatos y ejecuciones.

El Conde de Rodezno legisla que la mujer debe obedecer al marido. Derogar todos los aspectos laicistas de la legislación republicana fueron una de las labores centrales de su ministerio, en las que puso un empeño personal y continuo durante su estancia en el gobierno.

Deja clara, en marzo del año 1938, su concepción utilitarista de la política en aras de afianzar sus planteamientos religiosos, y dice:

No nos servimos nunca de la religión para la política, esto sería indigno. ¡Ah! Pero de la política, cuando estemos al servicio del Estado, nos serviremos siempre, para la mayor gloria de la religión de Cristo”.

Salvar la disciplina y el orden familiar católico tenía una importancia clave para el nuevo gobierno y decía:

“El Gobierno ha anunciado oficialmente el propósito de revisar con rapidez y decisión la legislación laica que suprimió en nuestra patria el sentido católico y espiritual de las leyes, y entre las disposiciones que reclaman esta revisión ha de ocupar un lugar preferente la llamada Ley del Divorcio». 46 Así pues, con el artículo primero: «se suspende la sustanciación de los pleitos de separación y divorcio y de las actuaciones para obtener aquella o éste…”.

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Placa plaza Conde Rodezno en Pamplona.

El decreto no derogaba la legislación sobre divorcio, sino que paralizaba los procesos en marcha, habiendo que esperar a la derogación definitiva a después de la finalización de la guerra.

De todos modos, esta normativa sobre el divorcio no fue más que un adelanto de otra ley mucho más global del doce de marzo, propuesta también por el Ministro de Justicia, en la que se arremete contra la ley de matrimonio civil de 1932 y dice:

“La ley de 28 de junio de 1932 constituye una de las manifestaciones más alevosas de la República contra los sentimientos católicos de los españoles, y al instituir el matrimonio civil como el único posible legalmente en España, desconociendo el aspecto religioso intrínseco de la institución, creó una ficción violenta con la conciencia nacional”.

La vuelta al Código Civil decimonónico hizo otra vez a las mujeres casadas legalmente subordinadas a sus maridos, no solamente de modo genérico, como señala el artículo 57 que decía “El marido debe proteger a la mujer, y ésta obedecer al marido.

El artículo 58 del Código civil dice “La mujer está obligada a seguir a su marido donde quiera que fije su residencia”. Se regularon aspectos relativos a la administración de las propiedades conyugales, a la representación legal de la mujer, a la posibilidad de compra-venta de las propiedades, o incluso la compra de joyas o muebles.

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Guerra Civil. Ramón Serrano Suñer y el conde de Rodezno, Tomás Domínguez Arévalo, con otras autoridades junto a un parque. (Imagen: Cultura Navarra)

Además, el Fuero del Trabajo recogía una serie de disposiciones sobre el trabajo femenino que con una retórica de protección, para liberar a la mujer casada del taller y la fábrica, desmotivaban la participación laboral de las mujeres, además de afianzar la discriminación salarial y la segmentación del mercado laboral, con trabas y prohibiciones para el ejercicio de varias profesiones.

El conde de Rodezno muestra un gran entusiasmo del Fuero del Trabajo por la nueva ley, ya que en ella confluían los principios laborales del fascismo y la doctrina oficial católica sobre la familia y la feminidad.

Con toda esta política recatolizadora puso en marcha una serie de medidas:

  1. Devolver protagonismo y derechos a la Iglesia católica, entre ellas la restauración de la Compañía de Jesús, y la devolución de todos los bienes incautados en 1932.
  2. Utilizar las aptitudes de los penados, con el doble fin de aprovecharlas en su propio beneficio moral y material y en el del Estado.
  3. Su labor en la gestión del entramado represivo, con la reorganización del sistema judicial y la reforma del sistema penitenciario, si bien es cierto que algunas de las leyes aprobadas que más relación tenían con las prácticas represivas, fueron dictadas por Franco.

En el ámbito más directamente ligado a las instituciones punitivas, sobresale su labor en la gestión de los establecimientos penitenciarios, convertidos en los años de guerra y posguerra en verdaderos centros de tortura y exterminio, tanto por las decenas de miles de condenas a muerte como por las míseras y mortíferas condiciones de vida.

Esta tarea del ministerio de Justicia fue una de las piezas clave de la política del primer franquismo, asentada en gran medida en el ejercicio de la represión y la violencia.

Se inició así un proceso de institucionalización del entramado carcelario, proceso que continuamente se ve desbordado por la incapacidad de absorber y gestionar el creciente número de personas presas, que oficialmente llegaron a ser 280.000 en el año 1939, y sin contar a los más de 100.000 prisioneros que en ese momento estaban encerrados en campos de concentración y Batallones de Trabajadores.

Se puede afirmar que en 1939, siendo el conde de Rodezno ministro de Justicia, había unos 400.000 hombres y mujeres privados de libertad.

Hay que señalar que hubo una política penitenciaria específica para mujeres, así como la formación de un discurso médico-político sobre la mujer degenerada-roja miliciana, basado en el estudio psiquiátrico que el doctor Vallejo Nájera realizó con cincuenta presas políticas de la cárcel de Málaga.

El conde de Rodezno organizó una de las modalidades del mayor sistema de trabajos forzados de la España contemporánea. No ha sido posible todavía cuantificar con exactitud el número de presos y presas a los que afectó la redención de penas.


Progreso, Libertad y Koldobika: las palabras que odiaba el franquismo


Tomás Domínguez Arévalo, el conde de Rodezno. ¿Era un fascista?