martes. 16.04.2024
tifus

Barcelona padeció una gravísima epidemia de tifus en el otoño del año 1914. En la capital catalana el tifus siempre tuvo mucha presencia en la Historia, pero lo que era endémico se convirtió en una epidemia terrible en aquel momento en el que todo el mundo estaba pendiente la Gran Guerra recién comenzada, para dejar de hacerlo ante el altísimo número de víctimas provocado por la enfermedad.

La ciudad padecía graves deficiencias higiénicas, con grandes cantidades de basura en las calles, y se criaban todo tipo de animales conviviendo con la población. Pero el principal problema era el del agua. La mayor parte de la población debía acudir a las fuentes, o a los baños públicos para el aseo personal, y a los lavaderos para lavar la ropa. Pero, además, las instalaciones de suministros eran muy antiguas, de la propia época romana. Para intentar solventar este problema estaría el proyecto de canalización del canal de Montcada hasta el Raval de 1825. En el siglo XX, los problemas no se habían solucionado, ni mucho menos. En el momento del estallido de la epidemia competían por el suministro del agua la SGAB, es decir, la Societat General d’Aigües de Barcelona, de capital belga, con la empresa municipal Aguas de Montcada.

Del examen de las aguas administradas por la empresa Montcada se había visto que había una clara contaminación de la misma por parte del bacilo del tifus

En el otoño de 1914 comenzó una epidemia que afectaría a varias decenas de miles de personas, con más de dos mil quinientos fallecidos. La epidemia comenzó en el barrio de Sant Andreu, para extenderse rápidamente. Las fiebres tifoideas provocaron una intensa polémica en la que no fueron ajenas las empresas de suministro de agua, con intervención también del Colegio de Médicos, fuertes campañas de prensa de denuncias, y la protesta popular ante la inoperancia de las autoridades, con represión incluida. En conclusión, muertos y muertos hasta que a fines del mes de noviembre la epidemia remitió.

Pues bien, en este contexto el destacado socialista catalán Josep Comaposada analizó la situación, con denuncia incluida, en las páginas de El Socialista.

Comaposada recordaba que a propósito de la epidemia de tifus los barceloneses vivían realmente de casualidad porque lo hacían en una de las ciudades más sucias de Europa, y donde ni desde lo público ni desde lo privado se seguían las más mínimas reglas de higiene.

El líder socialista señalaba que en Barcelona se habían preocupado mucho de presentar una gran ciudad bella, con edificios de construcción moderna, palacios, paseos, en una clara alusión a la importancia de las reformas emprendidas por Cerdá, que hicieron a la ciudad un modelo, a pesar de no cumplirse todos los cambios proyectados, de urbanismo moderno hasta hoy en día. Pero se descubría que detrás de esos cambios no había habido una preocupación clara por cambiar la cuestión del saneamiento ni por la higiene. Por eso, algún medio periodístico había calificado que Barcelona era la ciudad de las fachadas.

Barcelona tendría, en su opinión y coincidente con lo que sabemos, gravísimos problemas en el ámbito de las cloacas, no había habido preocupación en relación con los depósitos de agua en las casas ni de los hospitales, y no se habían modernizado los retretes de las viviendas, careciendo casi todas ellas de los “water-closet”. Por fin, la limpieza de las calles dejaba mucho que desear.

Comaposada aludía a las polémicas generadas por estas cuestiones en la prensa, a la que acusaba de tener también responsabilidad en esta materia porque hasta entonces no se había dedicado a denunciar estas carencias, y a señalar a los responsables en la Administración municipal por no haberse ocupado de solucionar los problemas.

Para que esa prensa y la población estallasen había hecho falta que las fiebres tifoideas afectasen a miles de ciudadanos. Y solamente en este momento las autoridades habían decidido analizar el agua.

Del examen de las aguas administradas por la empresa Montcada se había visto que había una clara contaminación de la misma por parte del bacilo del tifus, aunque todavía faltaban, cuando escribió el artículo, a principios del mes de noviembre, el análisis de otras aguas.

Comaposada se lamentaba en su denuncia que cuando pasase la epidemia las cosas volverían a cómo estaban, sin cambios, como lo demostraría el caso de la epidemia de viruela del año anterior, y que había causado una gran mortalidad sin que se hubieran tomado medidas al respecto. Los cambios debían llegar, como buen socialista que era Comaposada, cuando el pueblo decidiese hacer un escarmiento ejemplar en relación con el gobierno municipal.

Como fuente hemos empleado el número 1988 de El Socialista.

Sobre la epidemia de tifus que afectó a Barcelona podemos acudir al artículo de Teresa Amiguet, “La gran epidemia del 14” en La Vanguardia (noviembre de 2014). También podemos acudir a la página de Història de Barcelona, y por fin, al artículo de El País de Xavier Theros sobre “El conflicto del agua” (agosto de 2014).

El tifus en Barcelona en 1914