miércoles. 24.04.2024
the-kinks
The Kinks.

Tengo que escribir un cuento sobre eso. Lo digo tantas veces que algunas de ellas me olvido de sobre qué iba a escribir este cuento que me he puesto a escribir pensando que tenía claro cuál era el recuerdo que me había movido a escribir. Ay los motivos, menudo motor. Ahora me viene a la memoria Neil Diamond y sus canciones salidas de los discos de mi tío Antonio que yo escuchaba en su habitación en la casa de mis abuelos en Villaverde Bajo, junto a las vías del tren que habían traído a Juan Carlos hacía tantos años desde el Portugal de los Borbones exiliados. Pero me parece que eso no da para un relato. No, nunca me he dicho tengoqueescribirsobreeso cuando recuerdo las tardes de los domingos descubriendo a los Kinks y a los Doors en la casa de mis abuelos, en el tocadiscos de mi tío, el hermano (muy) pequeño de mi padre. Lo que no quita para que alguna vez acabe diciéndolo, acabe diciendo eso de tengoqueescribirsobre el descubrimiento de los emocionantes músicos del rock y el pop, el fabuloso hallazgo de la música de los jóvenes que lo fueron antes de que lo fuera yo, antes de que en aquellas tardes de los años 70 yo aprendiera a apreciar el valor del entusiasmo que brota de la música. Sí, alguna vez escribiré sobre eso, sobre el placer de sacar de dentro de sus fundas de plástico bien doblado y tan protector aquellos vinilos de un negro profundo, de extraerlos de aquellas cubiertas maravillosas con sus imágenes tan molonas, algunas evocadoras, siempre contundentes, siempre tan escuchaestoquetevaaencantar. Sí. Tengo que escribir un cuento sobre eso.

Tengo que escribir un cuento sobre eso