sábado. 20.04.2024

Cargadas nuestras cervicales; flácidos nuestros músculos de tanto sillónbol; nuestro estómago con acidez de beber tanto guisqui barato viendo los Juegos Olímpicos, la cruda realidad de la liga de fútbol se nos presenta inexorable.

En unos días volveremos a hundir en ella nuestras frustraciones y anhelos. Y como protagonista principal del circo, se nos presenta el ínclito Mourinho encantado de capitalizar la ausencia de Guardiola. Tito Vilanova continúa en la misma línea de prudencia pero sin su capacidad mediática, rallando en el anonimato. El carisma no se gana en un día, de momento. Así que en este bipartidismo futbolístico que nos esclaviza, queda el terreno franco para el Sr. Mou y su campana mediática, histéricos por no copar las primeras planas que les han robado las Olimpiadas. No sé si será por eso o por la crisis, pero este verano los propagandistas nos han dejado tranquilos sin fichajes ronaldianos para frustración de los Agüero, Neymar y compañía que tendrán que buscar la cima del Olimpo en otras latitudes, también de momento.

Me pregunto cómo una persona tan egocéntrica como el Sr. Mou habrá soportado su ausencia mediática. Mal, imbécil, me imagino que contestaría. Aunque sin Guardiola tengo todo el tiempo del mundo para protagonizar el escenario, pensará. Y, puestos a imaginar, ¿cómo contrarrestará el Barça, ese monopartidismo mediático? Faltan elementos de juicio, pero ante la supuesta incomparecencia de Tito, tendrán que buscar otros oráculos en la persona de su presidente o, quizá, en la de Xavi como jugador-entrenador. El desarrollo de la Supercopa nos dará las primeras claves.

Clave ha resultado la decisión de la Liga de Futbol Profesional, leáse La Patronal, castigando con horarios vergonzosos y vergonzantes a los clubs rebelados contra el escándalo del reparto televisivo. Si los perjudicados tienen bemoles, cosa que dudo, deberían plantarse de una puñetera vez para equilibrar una competición año tras año más decantada del lado de los dos titanes. Hasta editoriales de sesudos periódicos piden la intervención del Gobierno, lo que con toda seguridad no se producirá, tan necesitado como está de recuperar un circo que distraiga a los feligreses del fútbol. Bastante ocupado está en buscar eufemismos a diario para ocultar la realidad bajo la trampa del lenguaje.

Y para completar el triángulo de la pretemporada, ahí están el cúmulo de clubs morosos y en quiebra, escondidos bajo la falacia del concurso de acreedores. Aunque la guinda se la lleva el Málaga, mejor dicho, sus dirigentes, parapetados tras otro millonario desaparecido en la especulación y cuya faena se debería llamar el “timo del jeque” en el que casi cae el Getafe.

¿Qué podemos esperar en la España de los Dívar y los banqueros ladrones, donde una señora, de cuyo nombre ni me quiero acordar, se permite el lujo de pedir que el delito económico no sea motivo de cárcel, después de robar una buena suma en una Caja? Como en el chiste, de devolver el dinero, ni hablamos. Después de sentirme ciudadano durante treinta años, cada vez me bombardea más la memoria aquel razonamiento de Unamuno un 22 de Agosto de 1933: “¡Qué país, qué paisaje, qué paisanaje!”.

Temblad, vuelve Mourinho