Cada martes un grupo de mujeres se reúnen para hacer teatro. Juntas crean, escriben y ensayan. Las integrantes de la compañía ‘Mujereando’, que lleva tres años en activo, son muy diferentes pero tienen algo en común: son mujeres sin hogar. “Son unas valientes”, dice con orgullo la directora de la compañía, Carmen Tamayo, actriz y técnica de intervención psicosocial de la Fundación Rais en Sevilla. “No todo el mundo es capaz de subirse a un escenario y contar lo que ellas cuentan”.
“He contado mi historia a los que la habéis escuchado. La historia de una diosa, de una mujer, de un grupo de mujeres vestidas de negro, sin estrellas relucientes ni flores bonitas, cuyos ojos están maquillados con ceniza y cuyo destino ha querido hacer de la valentía su virtud. […] Mujeres de miradas profundas que hablan todo lo que sus bocas callan y corazones rotos de desencanto y dolor”. Así finaliza ‘El quejío de una diosa’, una de las obras compuestas y representadas por la compañía.
23.000 personas fueron atendidas en centros asistenciales en toda España, el 13% en Andalucía. Pero Rais eleva hasta 40.000 el número de personas sin hogar, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (2012). La fundación calcula que hay unas 1.800 mujeres viviendo en la calle en la comunidad andaluza. “Aunque el número de mujeres en esta situación es inferior al de hombres, son casos peores porque sufren una doble exclusión”, asegura Carmen. Para ella, esto se debe a los prejuicios de género con que se topan y a las situaciones cotidianas que tienen que enfrentar, como la menstruación. Las cifras oficiales indican que el 24% de mujeres en situación de calle han sufrido agresiones sexuales, frente al 1,5% masculino. “Este mundo no está hecho para que una mujer esté viviendo en la calle”, lamenta África, una de las actrices de ‘Mujereando’. “He pasado de estar en casa cuidando de mi familia, a tener que despedirme de mis hijos y vivir en un albergue. He vivido unos maltratos que me han dejado en la calle. Sin embargo, cuando yo cuento esto a veces no me creen”. Carmen confirma que son víctimas de un estereotipo de mujer que ha terminado en la calle “por prostituirse, por drogarse, por no saber cuidar de sus hijos, la gente piensa que están ahí porque quieren o porque se lo merecen, pero la realidad es otra: del total de 41 mujeres que han pasado por ‘Mujereando’, como mucho un 10% tenía problemas de adicciones y solo ha habido un caso de prostitución; sin embargo, el 100% viene de una situación de maltrato”.
África, en una representación de ‘Las invisibles’./ Sema Saborido
África cuenta que ante esas circunstancias estaba decidida a dejar de vivir. “Hasta que conocí a Carmen hace cuatro meses, ella me rescató. Después de probar la experiencia de una sesión de teatro, me di cuenta de que yo era una persona válida porque tenía algo que decir, algo que contar, algo que gritarle al mundo, me di cuenta de que podía seguir adelante después de una etapa así de dura. Mi vida dio un cambio radical”.
Para Carmen el valor del teatro como herramienta terapéutica en estos casos es incalculable: “Si te encuentras en situación de calle es porque ya lo has perdido todo. Estas mujeres están rotas en mil pedacitos, llegan aquí sin autoestima, les han hecho creer que no valen nada y terminan convencidas de que verdaderamente es lo que merecen, porque se lo han repetido mucho. Necesitan un espacio donde verbalizarlo, donde tomar conciencia y comprender que esto no es así. Entre ellas se van dando cuenta y le ponen voz a eso. Les sirve para empoderarse. Ese es el objetivo principal de ‘Mujereando’: que ellas puedan sentirse libres para sacar fuera lo que les está haciendo daño o aquello que quieren compartir porque les hace bien. Aquí no hay juicio, no hay crítica; de eso ya van servidas en la sociedad”.
Para estas mujeres, pertenecer a una compañía de teatro como ‘Mujereando’ es una vía para encontrar apoyo, expresarse y seguir adelante ante unas circunstancias nada favorables. “Trabajar con una profesional como Carmen, crear, dejar el pasado a un lado, aunque estás tratando con él y en las obras se hable de eso, desbloquearse, expresar… para mí el teatro es todo”, cuenta Ramona, que lleva seis meses en la compañía, aunque ya había hecho teatro antes en Alemania, de donde es originaria. Emilia entró en el grupo al mismo tiempo: “Para mí ha supuesto conocer gente y es una manera de tener apoyo y de decir que estamos aquí y que tenemos voz, aunque vivimos en una realidad de silencio absoluto. Si no te comunicas, no sientes, luego no existes; el teatro es una manera de existir. Lo hago porque me siento bien, sin pretensiones y porque al fin y al cabo, mi vida es ya una tragicomedia”. A pesar de las ventajas de pertenecer a un grupo de teatro, Emilia recuerda que hacer algo así para ellas tiene dificultades añadidas debido al cansancio que genera vivir en situación de calle. Sin embargo, asegura que pesan más los beneficios que le aporta: “Para mí hacer teatro es una forma de llorar dignamente”. “Es una prueba para superarse frente a los nervios, los miedos… y eso es lo que ayuda a las personas, ir superando obstáculos”, dice Ramona.
Los textos, de creación colectiva, agrupan recuerdos, emociones y fragmentos de vida de las integrantes de ‘Mujereando’. A través de este método, Carmen ha encontrado la fórmula para que cada una conecte con sus emociones y se encuentre con las experiencias de sus compañeras. “Las clases empiezan con tristeza”, explica, “la que viene con algún daño lo escupe y las otras empatizan, es como un espejo. Y las que se sienten más fuertes ese día, calman a las demás. Así empezamos y de ahí pasamos a la improvisación. Son ellas las que escriben los textos y ya después, yo les doy una forma más teatral”.
Ramona, en una representación de ‘Las invisibles’./ Sema Saborido
Pero ‘Mujereando’ no solo es una herramienta útil en el empoderamiento y el desarrollo personal de las actrices que forman el grupo. El darle voz a estas mujeres sirve, además, para sensibilizar y concienciar acerca de las dificultades de vivir en la calle y para romper estereotipos. África lo tiene claro: “Yo no me hubiera parado a pensar en esto si no estuviera viviendo esta situación. Pero para eso estamos nosotras aquí: os lo vamos a contar”. Emilia está de acuerdo: “Vivir es más fácil si no quieres ver lo evidente. En nuestros textos hay más de lo que se dice. Porque además de la valentía que supone decirlo, existe la culpabilidad por reclamar que existimos, por las contradicciones que eso conlleva. Volcar todas esas experiencias en el papel es un acto de valentía porque abres tu corazón y cuentas cosas muy íntimas, revelas tu verdad”.
Ramona señala que las reacciones del público pueden ser diferentes, dependiendo del interés y la sensibilidad de cada persona. Pero tanto ella como Emilia están de acuerdo en que generar debate ya es un paso hacia la visibilización del colectivo.
Hay que tener en cuenta, además, el valor estético de estas producciones, a pesar de la sencillez de su puesta en escena. En palabras de Carmen: “Es un trabajo hecho desde tal verdad que impresiona. La cultura es lo que nos hace libres, lo que nos hace pertenecer a un grupo. Yo defiendo que exista una cultura hecha por personas en exclusión social porque lo que ellos viven, no lo puede contar nadie más. Y si no conoces algo, no puedes comprender y no te puedes implicar. El resultado que ellas llevan a escena es mágico. Se ganan al público”.
Hasta ahora cuentan con tres espectáculos en su repertorio. ‘¿Por qué?’, un grito contra la violencia a la que están expuestas, fue el primero de ellos. En la misma línea se creó la performance ‘Invisibles’, una impresionante representación de la invisibilidad a la que se enfrentan cada día; escrita en una semana, es el resultado de la materialización de “la nada” en la que a menudo se sienten inmersas. Por último, ‘El quejío de una diosa’ es su creación más larga hasta el momento, para la que Estrella Morente cedió los derechos de su disco “Autorretrato” y que cuenta con vestuario diseñado por Vicente Soler para la ocasión. “La historia que se cuenta va sobre un trasunto de todas las mujeres que la han escrito. Empieza con una niña que se quiere comer el mundo, que quiere enamorarse, ser feliz… y cuenta cómo luego la vida se va truncando y la lleva a otro sitio. Es lo que les ha pasado a ellas y lo que le puede pasar a cualquiera”.
Con ‘Mujereando’, estas actrices se esfuerzan por enfrentar sus dificultades y por hacerse oír, por compartir con valentía y generosidad su experiencia y por demandar lo que creen justo: “Vivimos en una sociedad que es muy violenta con las mujeres”, afirma Emilia, “y eso no puede ser”. Y Ramona asiente: “Lo que hace falta para cambiar de verdad las cosas, para que seamos más empáticos y respetuosos es empezar por la educación, es necesario que empecemos a tener en cuenta la importancia de la educación emocional”. “Está claro que algo está fallando en la sociedad y no se puede mirar para otro lado”, añade África.
Tanto ‘Invisibles’ como ‘El quejío de una diosa’ seguirán presentes en la escena sevillana, aunque las próximas fechas y lugares de representación están pendientes de confirmación.
Fuente: Pikara Magazine