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- Esto no es una crítica teatral
- Es un crítica, aunque no quede claro a qué
- Destripando la técnica narrativa de Mouawad
- De traición y traidores
Esto no es una crítica teatral
Con todo, se hace necesario un mínima crítica.
En el texto de Todos pájaros, de Wadji Mouawad, como ocurre en la mayoria de sus textos, desde teatro, Incendios, a novela, Alma [1], la tragedia avanza a lomos de la intriga.
No es que la intriga sea un macguffin, no. Intriga y tragedia están imbricadas, pero la resolución de una nada tendrá que ver con la solución de la otra. Ocurrirá, como si siguiera al pie de la letra la norma aristotélica, que la resolución los hará despertar de un sueño –aquella famosa anagnorisis: “un cambio de la ignorancia al conocimiento, que produce amor u odio” Poética, 1452a). Pero la catarsis no alcanzará a los personajes, en todo caso no como seguramente nos gustaría. Y la tragedia...
Resumiento, una vez más Mouawad hace pleno, hurga donde la llaga duele, une con maestría técnica dramática, poesía narrativa y mirada leal: y como hoy mismo (25/09/2024) José Luis Sastre dice en El País (Por qué nos hace tanta falta la ficción), crea ficción necesaria:
“aquellas ficciones no lo eran tanto, porque construían realidades distintas que completaban esta, y hasta la explicaban [...] ese caudal, heredero de las invenciones extrañas que haremos nuestras, será el que empuje a nuestra imaginación y a nuestro léxico para que, pertrechados de más imágenes y de empatía, nos enfrentemos mejor a la realidad y, por supuesto, a la mentira”.
Eso logra Mouawad con su intrigante tragedia -o su trágica intriga -, que una vez más tras su texto de ficción salgamos mejor pertrechados para entender, respetar, también amar, ¿a quién? Esto lo deberá decidir el espectador.
¿La interpretación? Como no podemos mejorar lo que dice el crítico de La Vanguardia, Juan Carlos Olivares, y como además estamos plenamente de acuerdo con él, a su análisis les remitimos:
“Se producen algunos de los encuentros intergeneracionales más intensos de los últimos estrenos en esta ciudad. Qué escenas más poderosas entre Joan Carreras y Guillem Balart o entre Clara Segura y Miriam Moukhles (quédense con su nombre, dará que hablar).”
Mouawad logra con su intrigante tragedia -o su trágica intriga -, que una vez más tras su texto de ficción salgamos mejor pertrechados para entender, respetar, también amar, ¿a quién? Esto lo deberá decidir el espectador
Es un crítica, aunque no quede claro a qué
La obra Tots Ocells (Todos pájaros, representada en el teatro barcelonés La Biblioteca, por la compañia La Perla 29) presenta una narrativa compleja que exige una atención constante del público. No destripamos nada de la trama si advertimos de que hay tres escenas que se destacan por su importancia en el desarrollo de la trama:
1) La rutina diaria de Leah: A mitad de la obra, durante una conversación entre Leah y Norah, Leah describe su día a día a la hora de comer. Esta escena conmovedora cobrará cada vez más importancia a medida que avance la obra.
2) La revelación de Wahida: En un punto avanzado de la obra, Wahida ofrece una explicación crucial a Eitanmientras están en la playa. Más que un resumen, que también, del sentir de Wahida, lo que dice se deberá entender a la luz del siguiente punto.
3) La fábula de Wazzan: Cerca del final, Wazzan relata una fábula a David. En nuestra opinión, esta narración probablemente encierra un mensaje crucial para mostrar cuántas caras, cuántas aristas, alguna dolorosamente afilada tiene el desenlace final de la historia.
El autor Wajdi Mouawad emplea en su dramaturgia una técnica narrativa que siembra pistas a lo largo de toda la obra: la estrategia de imbricar las tragedias con las intrigas que articulan sus dramas le permite obrar así. Estas migas las encontraremos en diversos momentos y bajo diversas formas:
- Las acciones y palabras de Edén, la soldado
- Las explicaciones y silencios de Etgar
- Detalles sutiles en el comportamiento y diálogo de otros personajes
Esta estrategia narrativa es muy efectiva, pero requiere que el espectador mantenga un alto nivel de atención para captar estas pistas dispersas a lo largo de la representación y conectarlas con las causas y efectos de la tragedia que los sacude.
El autor Wajdi Mouawad emplea en su dramaturgia una técnica narrativa que siembra pistas a lo largo de toda la obra: la estrategia de imbricar las tragedias con las intrigas que articulan sus dramas le permite obrar así
Destripando la técnica narrativa de Mouawad
Que nadie tenga temor, pues como hemos dicho, no destriparemos nada del argumento al reproducir parcialmentelos los puntos 1) y 3):
“Leah: Ya no tengo edad ni para maldad ni para perdón ni para nada. ¡Hay que sacar el cuchillo clavado en la herida! ¿Quién de las dos está más cerca de la muerte? ¿Sabes lo que pasa entonces? Te ves abrumada por las miradas que no has recibido. De pronto, te sorprendes deseando que, las personas que odias y que te odian, te miren de un modo diferente. Te sientas, tras haber hecho la compra, y en tu casa vacía te preguntas para quién has hecho la compra y, a veces, para reírte, pones dos platos en la mesa y te pones a hablar con ese niño que ya no tienes, que tú misma echaste empleando palabras durísimas, y a lo largo de la comida tiene diez años, y le regañas porque ha traído la ropa desgarrada, tiene diecisiete y le consuelas porque tiene mal de amores, tiene veintiocho y le das consejos sobre su trabajo, tiene treinta y cinco y le besas porque te dice que vas a ser abuela y todo eso, en el cuarto de hora que dura la comida, sola, en tu casa vacía, y aunque pretendías reírte, te echas a llorar y te levantas y friegas los platos, friegas tu plato y también friegas el plato limpio del niño, y limpias con esmero la encimera. ¿Lo entiendes? Así que no me vuelvas a pedir que sea mala, no con él. Si ese ángel caído del cielo no hubiese venido a llamar a mi puerta, todavía habría podido, pero a un ángel no se le niega nada así que perdona pero quiero, por una vez, que él me mire con esa mirada con la que tanto he soñado y te juro que esa mirada me la va a dar. Se va a arrastrar por el suelo, me va a pedir perdón por haberme hablado como me habló, y me la va a dar” [2].
“Wahida: David. Te voy a contar el cuento que mi padre me contaba de pequeña. «Un pájaro viene al mundo».
Wazzan: Un pájaro viene al mundo y en su primer vuelo sobrevuela las aguas del mar. La luz deja entrever bajo la superficie peces de escamas plateadas. Conmovido por esa belleza desconocida, el pájaro quiere ir a su encuentro y vuela hacia el mar. Pero los otros pájaros, sus congéneres, le detienen antes de que alcance las olas. «¡No!», le dice el más sabio, «no se te ocurra ir jamás con esas criaturas. Son completamente distintas a ti y, si fueses con ellas, morirías, al igual que morirían ellas si vinieran con nosotros. No estamos hechos ni para conocernos ni para vivir juntos». El pájaro obedece y sigue con su vida, pero cada vez que mira el mar, su corazón se retuerce. Se vuelve taciturno, deja de cantar. Hasta que un día, oprimido por una pena demasiado pesada de llevar, piensa que prefiere sentir un solo momento de éxtasis antes que tener una larga y desgraciada vida, ¡y pliega las alas! Y desde el azulado cielo, cae en picado hacia el azulado mar y perfora su superficie. Y ahí está, bajo el agua, sumergiéndose hacia el abismo de luces y, en el poco tiempo que le queda, ¡el pájaro abre los ojos! ¡Infinidad de peces multicolor! ¡Inimaginable abismo satinado! ¡Indescriptible belleza del otro! ¡Su corazón se inflama! Su fin se acerca, pero ya no le preocupa, ¡pues anhela al otro, lo que es diferente!, y ese anhelo es tan absoluto, tan inmenso, tan espiritual que justo en el instante en que la muerte quiere llevárselo, ¡le salen branquias en el cuello! ¡Y respira! ¡Respira! ¡El pájaro respira! Y mientras respira, vuela-nada, se desliza entre los peces de escamas de oro, jade y rosa, tan subyugados por él como él por ellos y, tras saludarlos, el pájaro pronuncia las palabras mágicas: «¡Aquí estoy! ¡Soy yo! Soy el pájaro anfibio, aquí, entre vosotros, soy uno de vosotros, ¡soy uno de vosotros!»” [3].
Y esas migas que jalonan el camino son como erratas involuntarias, deslices que quedan medio ocultos, lapsus linguae que a veces sencillamente muestran su vulnerabilidad, pero a veces contradicen los grandes discursos que luego ellos mismos miran de articular:
Wahida - ¿Hasta qué punto debemos atarnos a nuestra identidad perdida?...
David – Y los hijos que nacerán de vosotros. ¿nacerán judios llamándose su madre como se llama?...
Norah - ¡Fui comida, devorada, digerida,cagada en los váteres de los ideales, de las utopías y de los sueños de mis padres!...
Eitan - ¡El dolor no se transmite de generación en generación! [...] lo que una persona vive a lo largo de su vida no afecta a ninguno de sus cromosomas...
Edén - Al amanecer, el ejército invadirá los primero barrios palestinos. Cuando dieron la orden vomité...
Leah - ¿Te crees que querer a un judio es como querer un cupcake?...
Leah - ...odio profundamente todo lo que es alemán. Coches, idioma, gas, trenes y jabones [4]...
Leah – Norah, con cada atentado pasa lo mismo. Ya no sabemos quiénes somos y nos equivocamos con respecto a los demás...
Norah - ¿Esperabas convertirle al islam?...
David – [dirigiéndose a Wahida] ...eres árabe ¿no? ¿no te importa estar aquí? ¿No te da la sensación de que estás en el lado equivocado?...
Eden – La promesa nunca es la que nosotros pensamos...
Leah – Sí. Al parecer los alemanes ahora adoran a los judíos...
Wahida - ...lo que queda es tan simple como insoportable: soy árabe. Qué tontería. Tu padre tenía razón. Nunca me había atrevido a confesármelo. Soy árabe...
David - ...se atreven a decir que judíos y árabes son razas semíticas. Tenemos tan poco que ver con ellos como los pájaros con los peces...
Etgar – ...mentimos a nuestro país, lo sacrificamos todo, todo, por un niño palestino...
Mouawad pide algo más que ser tolerante, que es demasiado parecido a ser condescendiente. No se conforma con ese naïf ponerse en la piel del otro, que puede llegar a ser una especie de imperialismo emocional
De traición y traidores
“David – [dirigiéndose a Wazzan] ...Te doy las gracias. Pero por muy bonito que sea tu cuento, es un cuento para aliviar a los vivos. Para el que muere no hay solución” (ibidem, pág 161)
Estamos ante el texto más pesimista de los que conocemos de Mouawad, un pesimismo que parece nacer tanto de una mirada enfurecida con la realidad como de un amor sin límites por las personas que la padecen. Un pesimismo que en 2018 le llevó a imaginar la locura asesina de 2023/2024:
“...el primer ministro ha indicado que Israel «tomará las medidas necesarias para erradicar, de una vez por todas, las organizaciones terroristas palestinas». Durante la noche, tres soldados israelíes y cinco civiles han sido asesinados por los misiles caídos en la ciudad de Nahariya. Setenta palestinos han sido asesinados y los países árabes se disponen a... [...] han disparado misiles desde el sur del Líbano y se temen nuevos atentados [...] se van a realizar operaciones para erradicar a los asesinos [...] «ningún país doblegarála voluntad de Israel respecto a su derecho a defenderse y a castigar a sus enemigos.” (ibidem, pág 82, 83, 90 y 143)
No es, sin embargo, un pesimismo antropológico, que le llevaría a un nihilismo. Es un pesimismo cultural, un pesimismo que ve en las cadenas de la identidad cultural el fanatismo que corroe a unos y a otros.
Pero las cadenas, que no son esencias, sino circunstancias, se pueden romper, y a un pájaro le pueden salir branquias...
Mouawad pide algo más que ser tolerante, que es demasiado parecido a ser condescendiente. No se conforma con ese naïf ponerse en la piel del otro, que puede llegar a ser una especie de imperialismo emocional. Pide ser el otro. Ser otro.
¿Quién? ¿Cómo?
Edén, es decir, Mouawad nos presente en toda su cruel pesadez la enormidad a traicionar: la sangre vertida es la más fuerte e indomable de las cadenas [5]:
“EDEN: Eitan, escúchame: Wahida, tú, yo y todos los que han muerto esta noche somos como el imposible espejo de un sueño asesinado hace tiempo. La reconciliación ya no es posible. Demasiadas tierras robadas, demasiados niños asesinados, autobuses volados por los aires, demasiadas violaciones, demasiados muertos. ¿Cómo olvidar lo que nos hacen y cómo olvidar lo que les hacemos? ¡Así que les ignoramos! Y cuando hay que atacarles, les atacamos, y cuando tenemos que defendernos, nos defendemos. Contamos nuestros muertos sin contar los suyos y cuando sus muertos son más numerosos que los nuestros celebramos la victoria con alegría y nos volvemos a la orilla de nuestro mar y ellos a la orilla del suyo.” (ibidem, pág 105)
Querido lector, no quieras respuestas. Busca tu mismo las preguntas en el texto de Mouawad y luego haz como el pájaro: traiciona una y otra vez las respuestas. Y otra vez, Y otra vez, Y otra vez.
“- Necesitamos contar historias.
- Necesitamos oír historias.
- Escucharnos unos a otros.
- No a escondidas, bajo tierra…
- Aquí arriba…
- No se puede vencer el odio con más odio.
- Nos negamos a ser enemigos.
- Deben entenderlo ustedes: no hay diferencia entre este, mi hermano, y yo. No estamos contando dos relatos distintos.
- Lo que nos acerca tanto es el precio que los dos hemos pagado.
- Tenemos un aliado enorme de nuestra parte, que es el poder de nuestro dolor.
- Y al final los venceremos con nuestra humanidad.
- Pueden decir que lo decimos nosotros.
- Los dos.” (diálogo entre Rami Elhanan y Bassam Aramin con Colum McCann, Dos historias, muchas historias, un capítulo del libro Un reino de olivos y ceniza, citado en el artículo Dos historias, RGC, Nueva Tribuna, 09/12/2023)”
¿Cómo ser traidor ¿Quién debe ser traidor? ¿Peces con alas que ya no se sientan peces? ¿Pájaros con branquias que ya no quieran saber nada de los pájaros? ¿Eso es ser traidor? ¿Seguro?
No lo sabemos. Aún no lo sabemos.
Tan solo sabemos que en la pregunta deberá habitar la traición.
[1] “Pequeña digresión: la habilidad que muestra Mouawad para hacer avanzar la tragedia cabalgando la intriga es una constante en todas sus obras: sólo al final sabremos por qué Debch se piensa a sí mismo como posible asesino” (Un cuento y cuatro novelas, RGC, Nuevatribuna.es, 20/03/2024)
[2] Todos pájaros, Wajdi Mouawad, Ediciones La uÑa RoTa, S.L., Segunda edición: enero/2022, pág 96-97.
[3] ibidem, pág 159-160.
[4] Es posible que Mouawad, utilizando la palabra jabón con un doble sentido que sólo los judíos pueden entender, esté permitiendo a Leah demostrar solapadamente su odio por Etgar al decir que odia los jabones alemanes: “Y pasó uno, pobrecillo, con relojes en las dos manos, dientes de oro y tabaco Players, gritando en yiddish, y uno se levantó y le llamó «jabón» y yo, que jamás había pegado a nadie salvo a un yugoslavo que se me abalanzó con un cuchillo en Qalunya, fui hacia ese que había llamado a aquel hombre jabón y le di una buena paliza. Él gritó: «¿Qué quieres? ¿Es que no ves que es un jabón?».” 1948, Yoram Kaniuk. Para Leah, Etgar es un jabón (un superviviente de los campos de concentración) y se llevo a David a Alemania.
[5] “Nunca los muertos empañaron la gloria de una guerra ni deslucieron el esplendor de una batalla, sino que la sangre fue siempre su guirnalda más hermosa y más embriagadora. No hay nada en este mundo equiparable al aura arrebolada de la sangre y de la muerte para adornar y ennoblecer, ante los ojos de los hombres, los estandartes de cualquier empresa. La sangre y la muerte no solamente aducen convicción, generosidad, altura de miras en los muertos, sino que también reflejan elevación, dignidad y certidumbre para la Causa por la que murieron. Nadie logró jamás tener tanta razón como los muertos, ni hubo nunca argumento más poderoso que sus muertes para dejar a la Causa irrefutablemente convencida de sí misma y convencidos de ella a los demás. Las muertes son las que siempre han consagrado como verdadera y justa y grande y santa cualquier Causa, y poder decir de ella «Es la Causa por la que derramaron su sangre nuestros padres y nuestros abuelos»” (Rafael Sánchez Ferlosio, Mientras no cambien los dioses, nada ha cambiado, Alianza Editorial, pág. 17 y18, la negrita es nuestra).