viernes. 19.04.2024
MUJERES DE PELÍCULA | EDMUNDO FAYANÁS

Susan Anthony, la sufragista

El senado del estado de Nueva York, aprobó una resolución en honor de Susan Anthony “su trabajo constante, coraje impávido y entrega desinteresada a muchos fines filantrópicos y la cauda de la igualdad de derechos políticos para las mujeres”.

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Fotografía de Susan Anthony
La lucha feminista la centraron al inicio en reivindicaciones de carácter general, para posteriormente ir poco a poco centrándose en la petición del sufragio universal femenino. Consideraban que el voto era el instrumento principal para conseguir posteriores reformas legales

Susan Brownell Anthony nace el 15 de febrero de 1820, en Adam en el Estado norteamericano de Massachusetts. Su padre Daniel Anthony era un maestro cuáquero liberal, que tenía una empresa de manufacturas de algodón. Era un militante muy activo en el movimiento antiesclavista. Su madre era Lucy, que asistió a la convención de los Derechos de las Mujeres en Rochester, celebrada en agosto del año 1848, dos semanas después de la histórica Convención de Seneca Falls, donde se firmó la Declaración de la Convención de Rochester. El matrimonio de Daniel y Lucy tuvo siete hijos, siendo Susan la segunda de la familia.

Dentro de sus hermanos, cabe destacar a Daniel Lee, que fue editor y se convirtió en un activo miembro del movimiento antiesclavista del Estado de Kansas. Su hermana Mary Stafford fue profesora y activista de los derechos de la mujer. Una de las características de Susan fue su apego por su familia, siempre estuvo cerca de sus hermanos.

Susan fue una mujer muy inteligente, ya a los tres años sabía leer y escribir. En el año 1826, toda su familia se tuvo que trasladar a Battenville en el Estado de Nueva York. Allí acudió a la escuela primaria local, donde se daba una educación basada en la diferenciación de sexo. Su padre Daniel pensaba que las mujeres deberían tener toda la educación que demandaran, educando a Susan en un ambiente de independencia de criterio y rigor ético, que marcaría toda su vida.

Para dar una educación en los principios anteriormente expuestos fundó su propia escuela. Ahí le dio clase María Perkins, que representaba la imagen de una mujer progresista y que promovía su creencia en la igualdad de las mujeres. Teniendo Susan quince años ya iba a casas a enseñar a los hijos de estas familias.

Tenía una gran habilidad para la comunicación, pero al mismo tiempo era una mujer muy tímida, por lo que le costó muchísimo hablar en público.

En el año 1836, teniendo solamente dieciséis años, trabajó en la recogida de peticiones por la abolición de la esclavitud, desobedeciendo la ley mordaza entonces vigente impuesta por la Cámara de Representantes, en la que se prohibía la recogida de firmas.

Durante la crisis económica de 1837, su familia se arruinó y tuvo que abandonar sus estudios. Para poder hacer frente a sus deudas, tuvo que vender todas sus pertenencias por medio de una subasta. Pero todas sus cosas fueron rescatadas por parte de su tío Joshua Lee con el fin de restaurar a la familia. Como consecuencia de esta crisis, en el año 1838, se trasladaron a Hardcrabble y Susan se tuvo que dedicar a dar clases para así poder pagar las deudas familiares.

Posteriormente, completó sus estudios de pedagogía en un internado femenino en Filadelfia, en el seminario mujer de Deberah Moulson que era un colegio cuáquero, y también en un colegio femenino del Estado de Nueva York. Se dedicó una vez terminados sus estudios al mundo de la educación, hasta que cumplió los treinta años.

Teniendo veintiocho años se unió al movimiento antialcohólico, militando en él por un espacio de cinco años. Tomó conciencia de las limitaciones que les eran impuestas a las mujeres, incluso en las propias organizaciones liberales. Por eso, fundó la Sociedad Femenina pro Temperancia del Estado de Nueva York, donde solo podían afiliarse mujeres.

En el año 1849, se convierte en secretaria de las Hijas de la Templanza, que entre otros objetivos luchaba contra el abuso del alcohol, y que fue el comienzo de Susan como personaje público.

Un hecho relevante fue el conocer en el año 1851 a Elisabeth Cady Stanton, feminista, que ya en 1848 había presidido la Convención Séneca Falls, en la que participó su madre Lucy y donde se elaboró el primer manifiesto sufragista. Desde que se conocieron tanto Susan como Elisabeth, se convertirán en un dúo inseparable por la lucha de las mujeres, durante cincuenta años.

La lucha feminista la centraron al inicio en reivindicaciones de carácter general, para posteriormente ir poco a poco centrándose en la petición del sufragio universal femenino. Consideraban que el voto era el instrumento principal para conseguir posteriores reformas legales.

Primero dio clase en el Seminario de Amigos de Eunice Kenyany ya en el año 1846 en la Academia Canajaharie,  donde fue directora del departamento de la mujer.

En el año 1849 pro circunstancias económicas debe trasladarse con su familia a Rochester en el Estado de Nueva York, viviendo en una granja. En este lugar empieza a cuestionar sus valores religiosos y se aleja del movimiento de los cuáqueros, al darse cuenta de la hipocresía social, al predicar una cosa y hacer la contraria en la práctica.   Esto provocó que amplios sectores religiosos no la apoyaran y acabó Susan declarándose agnóstica.

En el año 1852, Susan fue invitada a participar en la tercera convención anual sobre los derechos humanos que se celebró en Siracusa. Susan pronunció un brillante discurso sobre los derechos de la mujer, que fue secundado también por Matilde Joslyn Gage.   Siendo elegida presidenta de la Convención Nacional de los Derechos de la mujer en el año 1858.

Desde los inicios del año 1868, edita una revista semanal en Nueva York, “La Revolución”, dedicada a los derechos de la mujer. Su lema es “la verdadera república, los hombres, sus derechos y nada más, las mujeres, sus derechos y nada menos”. En esta aventura editorial la acompaña su amiga Elisabeth Cady Stanton.

La finalidad de “La revolución” es promover el derecho de las mujeres y el de los afroamericanos al sufragio. Junto a este objetivo principal también plantea los temas de la igualdad de salarios hombre/mujer por el mismo trabajo, por una ley de divorcio más progresista y cuestiona la posición misógina de la Iglesia en los temas femeninos.

En las elecciones presidenciales de 1872, Susan ejerció el derecho de voto, cuando éste estaba prohibido a las mujeres. Este hecho le hace ser denunciada, lo que provoca que sea llevada a juicio, en el cual es condenada a siete meses de cárcel. Su defensa apela a la Enmienda Decimocuarta, diciendo:

Retrato de Susan Anthony en una moneda de dólar

“Todas las personas nacidas o naturalizadas en los Estados Unidos, y sujetas a su jurisdicción, son ciudadanos de los Estados Unidos y del Estado en que residen, ningún Estado podrá dictar ni dar efecto a cualquier ley que limite los privilegios o inmunidades de los ciudadanos de los Estados Unidos, ni ningún Estado privará a ninguna persona de la vida, libertado o propiedad sin el proceso de la ley, ni negar a cualquier persona dentro de su jurisdicción la protección igual de las leyes. Los privilegios de la ciudadanía, que no tienen calificación de género, dieron a las mujeres el derecho constitucional al voto en las elecciones federales”.

Fue juzgada y condenada a prisión sustituible por una multa de cien dólares, pero Susan respondió “yo nunca pagare un dólar de sanción injusta”.

En el año 1869, tanto Susan como Elisabeth Cady Stanton fundaron la Asociación Nacional del Sufragio de la Mujer, cuyo objetivo era conseguir el sufragio femenino. Su objetivo era unir el movimiento obrero ya incipiente, pero su éxito fue escaso a pesar de que tanto Susan Anthony como Elisabeth Stanton fueron delegadas en la Convención de la Unión Nacional de Trabajadores.

El fracaso de Susan con respecto al movimiento obrero fue debido a que amplios sectores de trabajadores sintieron esa demanda como una reivindicación pequeño burguesa, propia de las clases burguesas y alejadas de los objetivos de los trabajadores.   Susan fue expulsada de la Unión  Nacional de Trabajadores, por su enfrentamiento al sindicato de tipógrafos.

En el año 1883, se trasladó a Europa, por invitación de organizaciones feministas inglesas y francesas, surgiendo la idea de crear una organización sufragista internacional. En el año 1888 durante los actos de conmemoración en la capital norteamericana del aniversario de la Declaración de Seneca Falls, se estableció el Consejo Internacional de Mujeres al que se unieron grupos feministas de 48 países.

También trabajó junto a un grupo de mujeres cristianas sufragistas los fundamentos religiosos de la subordinación femenina, así como en la edición de la llamada Biblia de la Mujeres, que era una recopilación comentada de los pasajes bíblicos en que aparecen mujeres.

Cuando Susan se retiró de la vida pública en el año 1900 se preguntó se había merecido la pena su lucha por el sufragio femenino:

“Va a venir, pero yo no lo veo… Es inevitable. No podemos negar por siempre más el derecho de autogobierno a la mitad de nuestro pueblo, que no podemos mantener el negro para siempre en la esclavitud, no va  a ser forjado por las mismas fuerzas que liberó a interrumpir el esclavo, pero va a venir, y creo que en una generación. El fracaso es imposible”.

En el año 1902 le escribe a su amiga Elisabeth Stanton, “Han transcurrido cincuenta y un años desde que nos conocimos primero y hemos estado ocupadas cada uno de ellos, revolviendo el mundo para reorganizar los derechos de la mujer. Poco soñamos cuando comenzamos este concurso... Que medio siglo después seriamos obligadas a dejar el final de la batalla a otra generación de mujeres. Pero nuestros corazones se llenan de alegría al saber que comienzan esta tarea equipadas de una educación universitaria, con experiencia de negocio, con el derecho libremente admitido de hablar en público, todos los cuales fueron negados a las mujeres hace cincuenta años”.

Susan fallece de una enfermedad cardiaca en el Madison Street, en Rochester el trece de marzo de 1906, siendo enterrada en el cementerio Mont Hope. El senado del estado de Nueva York, aprobó una resolución en honor de Susan Anthony “su trabajo constante, coraje impávido y entrega desinteresada a muchos fines filantrópicos y la cauda de la igualdad de derechos políticos para las mujeres”.

Sin embargo, el trabajo por el sufragio femenino realizado por estas feministas consiguió el éxito el 26 de agosto de 1920, cuando se aprueba la decimonovena Enmienda a la Constitución norteamericana, por la cual la mujer puede ya ejercer su derecho de voto en igual con el hombre.

La figura de Susan Anthony ha sido reconocida con la acuñación de su figura en el dólar durante cuatro años. Su casa en Rochester fue declarada Monumento Histórico Nacional  en el año 1966.

Susan Anthony, la sufragista