sábado. 20.04.2024

Sombras en la Ribera Opuesta

JAVIER FERNÁNDEZ
Titulo de un libro de poemas de Ildefonso Rodríguez (León 1952) que describe perfectamente el sentido de su poesía reunida y publicada con gran acierto y oportunidad por la editorial Ocnos Alas con un excelente prólogo de Antonio Ortega, bajo el titulo genérico -que lo es también de uno de sus mejores poemas en prosa- “Escondido y visible” (2000).
NUEVATRIBUNA.ES - 20.10.2010

Abarca el volumen desde lo que podrían considerarse los primeros pasos del autor por la escritura (1971) hasta una obra casi de madurez (2006). En este libro se advierte el proceso de evolución y crecimiento del poeta, desde los anhelos de la primera juventud hasta la visión más pausada de los últimos años que deja vislumbrar un balance, posiblemente involuntario, que a pesar de las normales carencias se muestra valioso en su conjunto.

Un lector despistado consideraría la obra de Ildefonso Rodríguez surrealista y no le faltaría razón. Sin embargo, no puede estar más alejada de los cánones preestablecidos, de cualquier canon . Y esa libertad de su poesía, tanto en su estructura como en su contenido, hace que sea una de las voces más libres, más inclasificables de la poesía en lengua castellana de los últimos años, expresión de un surrealismo propio, nada oscuro, más bien perfectamente entendible y asimilable para todos aquellos que comparten vivencias similares, esas que resultan ser las de muchos españoles de la misma generación.

Las poesías reunidas del autor atraviesan muchos años, diferentes miradas sobre la vida propia y ajena, siempre establecidas desde la propia persona, como no puede ser de otra manera porque lo contrario seria mixtificación. Curiosamente, en su mayor parte y en todas las épocas, nacen de la vida rural infantil, ni siquiera adolescente, salvo algún verano que el poeta disfrutó durante pocos años. El resto de su vida fue más bien urbana y viajera.

Ello no supone impostura alguna. El lector percibe claramente cómo ahí está todo lo que posteriormente constituye el desarrollo de una vida. No importan modernidades ni contextos: las moscas, el pajar, la cocina, el prado, la noche de invierno, la tarde de verano, los árboles oscuros y, sobre todo, las relaciones humanas y los sentimiento. A veces, parece desorientar al lector: es difícil discernir si el autor basa las palabras en sus propias vivencias rurales o en los clásicos primitivos cuyas obras seminales nos hablan desde el mismo entorno básico y rural, o si -lo que es más probable- son el resultado de la mixtura que el poeta crea en su interior a base de una especie de metalenguaje que, paradójicamente, no es literario sino fuertemente vital.

Un viaje en autobús desde la ciudad al pueblo para ver y hablar con la chica de la tienda -tienda en la que nunca se entró y chica con la que nunca se habló- nos da una pista del sentido profundo de toda la obra de Ildefonso Rodríguez. Pérdidas que son encuentros, encuentros que son despedidas. Nada de ello es completamente cierto, aunque nos van dejando huellas de muchas cosas reales e inaprensibles: materiales, la piedra pómez; trabajos, el vareo de la lana de los colchones; personas, Merceditas; la modernidad del skay y la formica o la desaparición del cubo de zinc, sustituido por el primer plástico que vieron nuestros ojos.

Pero no sólo eso. Traza el autor también un recorrido por visiones complementarias: una Sevilla extraña y extrañada desde la mili; Lisboa, posiblemente el primer viaje al extranjero, a un destino que, aunque cercano, entonces no lo era tanto; Inglaterra, tan admirada en la juventud y a la que más tarde encuentra excesivamente pagada de sí misma; la vuelta y revuelta a casa con los solares de Picón, la Fábrica de Productos Químicos y Farmacéuticos. Todo con el ritmo y el tempo que la faceta también musical de Ildefonso sabe darle al conjunto de su obra.

Por todo ello, el título "Sombras en la Ribera Opuesta" condensa una buena descripción de una obra que siempre mira de aquí para allá mirándose a sí mismo. Vemos las sombras en la otra ribera, pero las vemos desde ésta y aquí estamos. Así lo hace el Personaje Escaso, gran hallazgo del volumen Escondido y Visible, oximorón que no es tal en absoluto, quebrando y juntando, expandiendo y concentrando, retrocediendo y avanzando, con escasas certezas como todos, con la casi única presencia permanente y luminosa de Isabel y el bagaje de la amistad.

También expresa Ildefonso, desde la gran libertad de su poesía, lejos de cómodas consignas, la realidad de la injusticia, el desequilibrio social .Dos ejemplos de uno de sus mejores libros “Coplas del Amo” (1997):

“Se negó a saltar el potro, el caballo, el plinto; el falangista

de la gimnasia obligada sacó el látigo, pero el dormido sopló en su armónica,

cuyo nombre es O fado portugués”, una canción impensable, como un

hechizo de venganza por todos aquellos saltos torpes a los que fue obligado”


"Quien conoce la estricta crueldad del amo ,que en época de abundancia le alimenta con pan duro”


Javier Fernández - Sindicalista

Sombras en la Ribera Opuesta