martes. 23.04.2024
NUEVATRIBUNA.ES / ANTONIO SANTO

La Bienal de cine de Venecia lleva ya unos días exhibiendo las películas que optan al León de Oro, y probablemente lo más sonado hasta ahora ha sido el indudable fracaso de la última película de Vincent Gallo, Promises written in water. Gallo, que en 2003 ya había conseguido que su película The brown bunny fuera calificada como "la peor jamás presentada a concurso", intentó rodear de misterio la película negando a la prensa imágenes o sinopsis hasta el mismo estreno. Esta cinta, otro ejercicio más de vanidad del actor y director norteamericano, ha sido recibida por el público veneciano no ya con abucheos, sino hasta con carcajadas: interminables planos de su propio cuerpo (Gallo se erige como único protagonista de la cinta, además de director y guionista: no hay nadie, pues, a quien pueda echarle la culpa), blanco y negro con grano grueso, minutos y minutos de silencio interrumpidos por líneas de diálogo intrascendentes y mucha, mucha pretensión y grandilocuencia. No merece la pena comentar más de esta cinta.

Muy diferente ha sido el recibimiento de Balada triste de trompeta, la última obra de Álex de la Iglesia. En ella, con un lenguaje visual barroco, recargado y violento, se narra la historia de España en el siglo XX a través del punto de vista de dos payasos desfigurados, Javier y Sergio, que compiten por el amor de una acróbata en mitad de la Guerra Civil . "Es la película más difícil que he hecho, pero también de la que más orgulloso me siento", ha señalado De la Iglesia; lo cierto es que la película ha sido bien apreciada por público y críticos y opta al León de Oro de la Mostra. También es de destacar el premio concedido a la conocida animación infantil Pocoyó, el Premio Kineo-Diamanti al Cinema Italiano, que reconoce a las producciones audiovisuales de más éxito en Italia.

Otras noticias de interés en los últimos días han sido la reaparición de Joaquín Phoenix tras un año desaparecido de la vida pública, para presentar fuera de concurso el documental (no se sabe aún si falso o verdadero) I´m still here, en el que su propio cuñado Casey Affleck narra la caída a los infiernos y autodestrucción de Phoenix. Lo que todavía no se sabe es si se trata de una historia de ficción que decidieron asimilar a la propia persona de Phoenix (con lo que estaríamos ante una interpretación brillantísima de un personaje embrutecido y degradado) o ante la grabación de un año de locura y desenfreno de un actor que había tocado techo (en cuyo caso más bien habría que alegrarse por ver a Phoenix más o menos recuperado y sano). La duda es más divertida. Tampoco podemos pasar por alto el León de Oro de Honor entregado al director hongkonés John Woo por toda su carrera.

Sigue la Mostra en Venecia