jueves. 28.03.2024

Úrsula San Frutis Gil | @_suula_

Netflix lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a producir una serie que no dice nada aprovechando el tirón de estrellas del momento. El 19 de mayo se estrenó El Silencio, protagonizada por Arón Piper (Élite, El desorden que dejas) y Almudena Amor (Historias para no dormir, El buen patrón). Creada por Aitor Gabilondo, autor de series como PatriaEl Silencio es una serie que ya ha recibido sus primeras opiniones y parece que nadie tiene mucho que decir.

El Silencio nos presenta a Sergio Ciscar (Arón Piper), un joven que, siendo menor de edad, asesina a sus padres tirándoles por el balcón. Pasa seis años en un centro de menores sin decir una palabra. Cuando sale, un equipo de la policía, del que forma parte la psiquiatra Ana Dussuel (Almudena Amor) sigue todos sus pasos. Desde llenar su casa de micrófonos y cámaras hasta implicar a una antigua relación de Sergio, no hay medida que Ana no tome para demostrar que Sergio no es culpable.

Con el transcurso de la acción, se va desvelando el verdadero motivo por el que Ana está tan empeñada en absolver a Sergio: en un predecible movimiento que no sorprendió a nadie, está enamorada de él. A pesar de estar casada y tener una hija (que más tarde se descubre que es la hermana adoptiva de Sergio, presente durante el crimen), Ana no es capaz de ponerle freno a la obsesión que siente por Sergio. Ella lo justifica con un trastorno psicológico, la hibristofilia. Utiliza este mismo argumento para manipular a Marta, una chica con la que Sergio tuvo una relación, para intentar sonsacarle información a Ciscar.

Netflix lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a producir una serie que no dice nada aprovechando el tirón de estrellas del momento

Otra cosa que se descubre más tarde y que tampoco tiene ningún sentido es que la madre de Sergio le estudiaba como si se tratara de un animal. Le medicaba en contra de su voluntad para controlar sus impulsos violentos, y montó un despacho tras la pared del cuarto de Sergio. Desde ahí le observaba y documentaba cada uno de sus movimientos.

Desde el primer capítulo se puede intuir que esta serie no va a aportar nada. La trama es lo de siempre, lo que ya estamos acostumbrados a ver. No hay ninguna novedad en el supuesto thriller que nos trae Gabilondo, solo las estereotípicas convenciones del género policíaco llevadas el extremo: corrupción, una relación turbulenta y una cantidad de drama innecesario. Sí es verdad que se aprecia un esfuerzo por hacer algo diferente, pero se queda en eso: un simple intento que no ha salido bien.

La obsesión que Ana tiene por Sergio llega a resultar enfermiza. Hay momentos en los que uno se atrevería a decir que su actitud da vergüenza, que genera incomodidad en el espectador. El personaje de Marta (Cristina Kovani) podría haber sido un buen añadido, la típica víctima colateral de una obra más grande. Sin embargo, su papel se queda corto, no se explota lo suficiente el rol que podría desempeñar en esta historia. Eneko (Manu Ríos), por otro lado, es totalmente innecesario. La única función que se le podría encontrar a otro niño rico interpretado por Manu Ríos es la de enredar la trama y generar bulto.

Seis capítulos no fueron suficientes para desarrollar toda la historia, pero más habrían sido insoportables

Además, el final es confuso. Supo a poco. ¿Está loco de verdad, como ya dijo su madre? ¿Ana está loca también? ¿Por qué se tira ella y él no? Esta escena final, en la que ella salta, fue un intento de profundo simbolismo, se trató de darle un sentido nuevo y definitivo y solo se consiguió generar confusión. Sin ningún tipo de explicación. Seis capítulos no fueron suficientes para desarrollar toda la historia, pero más habrían sido insoportables.

A pesar de ser una de las series más vistas en la plataforma desde su estreno, no ha tenido una buena a cogida entre la crítica. Según Vozpópuli, cuenta con el peor elenco que se recuerda en una serie española. Está claro que ninguno de sus actores estaba pensando en el Goya con esta actuación. Arón Piper vuelve a interpretar a un joven con pretensiones de peligro y misterio y nos entrega una actuación pobre, como poco. Almudena Amor interpreta a una psiquiatra sin ningún tipo de chispa, es monótona y sin emoción. Cristina Kovani trata de ponerse en la piel de una chica enamorada de lo prohibido y, al contrario que Amor, le puso tanta pasión a su papel que resultó exagerado. Era de esperar, porque el único atractivo de estos actores es que son famosos, que tienen muchos seguidores en redes y van a hacer que la gente lo vea. Sobre todo en el caso de Manu Ríos.

El Silencio estaba pensada para ser un novedoso thriller psicológico, con un turbulento crimen en el que nada es lo que parece. Prometía un criminal sumido en un voto de silencio (de ahí el título) que abre la boca en el primer capítulo sin ningún tipo de esfuerzo y ya no se calla. Quizás un título más apropiado habría sido Estuve callado seis años, pero atraer al público, para Netflix, siempre es una prioridad.

“El Silencio” se estrena en Netflix, y hubiera sido mejor que se callaran