martes. 19.03.2024

Cartel Festival SurniaCuando vas a un Restaurante te ofrecen los mejores platos como caseros, y en muchos sitios resaltan el carácter casero del postre para indicar su calidad. Pues esta ha sido la característica de la 2ª edición de SURNIA, un festival de música casero que se celebró el pasado 6 de octubre. Por el sitio donde se desarrollaba: una finca rodeada de  campos de secano en la frontera con Alicante, donde viven algunos de sus organizadores, instalada su infraestructura en un antiguo párking de caravanas. Y por el carácter artesanal de su desarrollo, donde una legión de colaboradores desinteresados trabajaban en la cocina y colocando carteles, también en la puerta cobrando entradas (a diez euros) y en la barra, sin bebidas de cuarenta grados: nada más cervezas y tinto de verano. Y detrás, las montañas alicantinas, con unas pocas nubes que fueron coloreándose con el avance de la tarde. Lo que no fue obstáculo para la calidad de su música ni para la profesionalidad de su organización, sin todo lo contrario.

Mucho color negro, en camisetas y carteles, adolescentes bajitas con plataformas, niños con auriculares (¿para no oír esta música?), alguna joven canosa sin tinte, boinas con pendientes, pendientes sin boinas, letras en inglés y en castellano (uno de los grupos valencianos); radio Vega Baja retransmitiendo en directo el concierto (con Luis el Topete y Pepe Blusman Murcia), el sol otoñal intenso derecho a la cabeza, ambiente festivo de casi doscientas personas que permanecieron en su gran mayoría ,desde el principio, con poca movilidad. Y mucha chica guapa, pero ninguna sola y mucho chico feo y con barba.

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Primer grupo de Alicante, que sustituía a otro canario que falló a la cita y que empezó a la hora exacta de las 16:30 h., bajo directo a nuestros cerebros con el apuntalamiento de la batería y la voz, con intervalos de desgañitamiento: al fin y al cabo, los Rolling Stones en sus primeros tiempos, aunque no por eso le llaman estilo stonner, término que surgió en EEUU por la hierba que acompañaba los conciertos, aunque no es el caso, ya que en ningún momento la olí, aunque haberla siempre hayla.

La música, algo repetitiva, de los Red Velvet Cake, no duró excesivamente, pero calentó la escena con ánimo,( actuar los primeros es lo más difícil) , finalizando con unas campanadas de iglesia electrizadas y electrizantes que enseguida pasaron a Devo, manteniendo variaciones rif sobre el tema, para volver a las campanadas, cuyo número no conté. Ideales para fin de año.

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El segundo grupo era Doble Horse, de Valéncia, con cadencia de bajo creando atmósfera densa y las lágrimas de ritmo de la batería, acompañando el quejío de la voz, como un flamenco metal muy especial: Black Sabath, ejerciendo de influencer total sobre el grupo. Autodefinidos como grupo de doom, es decir, metal intenso, pesado, grave, crudo, que siguen a los padres del invento: Leed Zepelin en los sesenta y el grounge de los noventa. Aunque si les preguntaras el por qué van de negro, igual te responden que por el luto causado por la muerte de Jimi Hendrix.

Cartel Festival Surnia4Nos comentaban sobre la escena en València de este estilo de música, donde les llaman cada vez más para actuar, pero en donde hay pocos locales que se adapten a ellos; el principal “La residencia”.

Practican mucho el intercambio de bandas, sobre todo para salir a tocar fuera de València: Tu incluyes a una banda de fuera en una actuación conjunta y luego ellos te incluyen a ti en otra que realicen en otro momento.

Y también, el intercambio de comunicación entre bandas de diferentes lugares, es decir, una cooperación mutua que beneficia a todos los grupos de este mundo. Al contrario de la competitividad que se da en otros géneros de música como el pop y el flamenco, donde cada uno va a la suya y, a veces, con cierto menosprecio hacia los otros.

También, decían que las discográficas de este estilo no tienen tanta fuerza aquí como en el extranjero. Autogestionados, sin manager y autoeditados, acaban de sacar un disco en CD y buscan editores para el vinilo que les parece que funciona mejor.

Rossy Finch, grupo de Alicante, muy conocidos míos, ya que grabaron con el técnico de sonido del Festival, Dani Montiel, en mi estudio la Cala dels Somnis en Altea, no me decepcionaron, y cantaron, entre otras, la canción titulada “La colina” que me encanta. Todo su repertorio es una tormenta eléctrica, pero con melodía, propiciada por sólo tres componentes: dos guitarras con Elena y Mireya y la batería de Lluis Mas, que la toca como un instrumento solista, -no sólo acompañamiento-, de su Hard rock psicodélico. Reivindicaron feminismo y su sonido fue perfecto, si es que se admite la perfección en este estilo, que más bien tiende a romper límites y clichés. Su música tiene vocación de ser escuchada en un estadio de fútbol, para multitudes, en grandes conciertos, por su potencia e intensidad que llega a la categoría de himno irreverente.

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Los valencianos Wild Rippel, para mi asombro, no iban de negro. La otra diferencia con el resto de grupos era que llevaban un teclado con distorsionador y que cantaban en castellano y con voz impostada. Con muchos riffs en sus canciones y sonando a un fuerte rock and roll, en definitiva, aunque ellos se definen como grupo de Fuzz, Garage – Punk. Agradaron mucho al público y a mi fino oído mediterráneo ya que eran más asequibles para mi cultura musical fraguada en los sesenta. Me recordaron mucho a los grupos que proceden del norte del Estado Español.

Fuzz es un distorsionador potente cuya denominación es utilizado en el nombre de muchos grupos, como en el caso de Fuzz Forward, autodefinidos como grupo setentero de grounge stoner y hardrock. Sin manager externo, cuyas funciones desarrolla el baterista del grupo, que también tiene su sello discográfico (Red Sun Records) y junto al esfuerzo de otros tres, (Odio sonoro, Discos macarras y Spinda records), editaron su vinilo.

Con sede en Barcelona suelen tocar en Rocksound ya que en otras salas les cobran por actuar y se tienen que juntar con otras bandas para hacerlo. Vuelve a salir el concepto de cooperación, pues, que desarrollan, además, en los temas de comunicación entre bandas e intercambio, que les facilita actuaciones dentro y fuera de Barcelona. Lo importante para todos ellos es no perder dinero y pasárselo bien. Con motivo de actuar en Surnia les ha posibilitado el tercer sitio a donde han viajado, fuera de Cataluña. Protagonizaron la última actuación del Festival, que acabó a las 22:30 h., como estaba previsto en la rigorosa planificación efectuada.

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Antes, Cesar Tenório, del grupo Horizon de Alicante, que actuó en la primera edición de Surnia el año pasado, y que en esta edición colabora como organizador junto a Pau Domínguez, nos repasó las circunstancias de este estilo diverso en Alicante: solo funcionaba la sala “Ocho y medio” que ahora ya no permite actuaciones por problemas con los vecinos; las otras pocas salas que existen son de alquiler. Ellos, sin manager externo, se montan sus propias giras, tienen dos vinilos, con un sello alemán y ven más posibilidades de proyección de su música en el extranjero, en Francia, pero mucho más en Alemania, en donde actúan regularmente. Mientras, la tortuga de la casa, “Stalin”, asentía a todo lo que decía Cesar. Solo tienen el apoyo de radios locales como “La hiena” de Sant Vicent del Raspeig y la de la Vega Baja; a nivel nacional, ninguna apoya este tipo de músicas.

La organizadora y alma de Surnia, cuya denominación también ampara un sello discográfico, Pau Dominguez, argentina sin acento argentino (rara avis, la única que conozco) pero con todo el sentido profundo de la hospitalidad argentina (demostrado en el desarrollo de este festival), estaba muy contenta. La afluencia de público le anima a continuar con la fórmula para el año que viene, aunque lo harán como Asociación sin ánimo de lucro, para pasar a Sant Vicent del Raspeig con el apoyo logístico de sus autoridades municipales: puede que se pierda algo del encanto salvaje pero se ganará en facilidad de acceso, ajuste horario y apoyo publicitario. Hay que seguir, pero hacia delante, hacia nuevas metas. Mientras, enhorabuena por esta edición de Surnia y muchas gracias por el trato recibido que me hizo sentirme como en casa.


Texto y fotos: Rafael Llorca (Rifi)

Segunda edición del Festival 'Surnia': como en casa