nuevatribuna.es
14 de octubre de 2010, 5:52
NUEVATRIBUNA.ES - 12.10.2010
...tras la masacre perpetrada por el ejército de Israel... hubo pocos acontecimientos internacionales, de los que verdaderamente importan, que Maribel Pérez Barrios no contara a través de la Cadena SER.
Tenía una voz profunda, una pronunciación perfecta y un tono serio que impresionaban y que levantaban al oyente del sillón, movido por la indignación y dispuesto a lanzarse con lo puesto en pos de la aventura, para echar una mano allí donde se le necesitara y cumplir ese sueño de rebeldía ante la injusticia que ella sabía transmitir tan bien. Era casi imposible escucharla y no apuntarse inmediatamente a su causa. Sabía convencer con la palabra que es, sin duda, la forma más eficaz de llevarse al huerto a las personas, por reticentes o escépticas que estas sean.
Tampoco Maribel necesitó nunca demasiado equipaje. Ni siquiera tuvo que pertrecharse de sofisticados complementos tecnológicos. Le bastaba con una grabadora y una cabina de teléfono para hacer su magia, que es la magia de la radio: hacernos ver y sentir con la voz lo que ella estaba viendo y sintiendo en el remoto lugar en el que se encontrara. ¡Cuántas veces salió disparada con lo puesto para subirse a un avión que la llevara en la dirección que acababa de señalar la brújula del teletipo!
Maribel era una 'grande'. Eso lo sabemos todos los que la conocimos de cerca, siempre atentos a sus éxitos profesionales. Quienes no la conocieron tanto también lo saben y, a veces, la juzgan con más acierto. Un amigo a quien le presenté hace no mucho me ha dicho, al contarle que había muerto: "Era una buenísima persona".
...tras la masacre perpetrada por el ejército de Israel... hubo pocos acontecimientos internacionales, de los que verdaderamente importan, que Maribel Pérez Barrios no contara a través de la Cadena SER.
Tenía una voz profunda, una pronunciación perfecta y un tono serio que impresionaban y que levantaban al oyente del sillón, movido por la indignación y dispuesto a lanzarse con lo puesto en pos de la aventura, para echar una mano allí donde se le necesitara y cumplir ese sueño de rebeldía ante la injusticia que ella sabía transmitir tan bien. Era casi imposible escucharla y no apuntarse inmediatamente a su causa. Sabía convencer con la palabra que es, sin duda, la forma más eficaz de llevarse al huerto a las personas, por reticentes o escépticas que estas sean.
Tampoco Maribel necesitó nunca demasiado equipaje. Ni siquiera tuvo que pertrecharse de sofisticados complementos tecnológicos. Le bastaba con una grabadora y una cabina de teléfono para hacer su magia, que es la magia de la radio: hacernos ver y sentir con la voz lo que ella estaba viendo y sintiendo en el remoto lugar en el que se encontrara. ¡Cuántas veces salió disparada con lo puesto para subirse a un avión que la llevara en la dirección que acababa de señalar la brújula del teletipo!
Maribel era una 'grande'. Eso lo sabemos todos los que la conocimos de cerca, siempre atentos a sus éxitos profesionales. Quienes no la conocieron tanto también lo saben y, a veces, la juzgan con más acierto. Un amigo a quien le presenté hace no mucho me ha dicho, al contarle que había muerto: "Era una buenísima persona".
