viernes. 19.04.2024
claveles
Foto: Wikipedia.

Coincidiendo con el aniversario de la Revolución de los Claveles, este 25 de abril, estudiamos el régimen político que fue derribado en aquel hecho capital de la historia portuguesa y europea del último tercio del siglo XX.

La implantación de una dictadura en Portugal en la segunda mitad de la década de los años veinte y principios de los años treinta se inscribe en un contexto internacional en el que proliferaron estos regímenes y que liquidaron sistemas liberales débiles que no pudieron evolucionar hacia la democracia, tanto en la Europa del sur, como en la oriental y balcánica.

En 1910 se proclamó la República en Portugal. La finalización de la Primera Guerra Mundial provocó una profunda crisis económica, inaugurando un largo período de inestabilidad política. Los problemas económicos gravitaban sobre una hacienda hundida que intentó levantarse con la devaluación de la moneda, pero que no consiguió paliar el déficit. Las consecuencias en el orden social fueron evidentes. La República parlamentaria fue derribada por un golpe de estado en mayo de 1926. Se trató de un golpe no sangriento que intentó asemejarse a lo que había ocurrido unos años antes en Italia, por lo que algunos hablaron de la “marcha sobre Lisboa”, pero la evolución de los acontecimientos no sería igual a la italiana. El poder se organizó a través de una especie de directorio presidido por el militar Gomes da Costa. En el seno del directorio destacaba el general Carmona, un militar católico, masón y republicano, una mezcla compleja pero que le permitía ejercer una especie de papel de árbitro en el ejército, precisamente por sus diversas inclinaciones. En el año 1928 Carmona fue elegido presidente de la República, ya que aunque el parlamentarismo había sido arrinconado con el golpe del 26, Portugal seguía siendo una República, como no dejó nunca de serlo en el futuro, aunque con un carácter no democrático. En ese momento comenzaba a destacar un político, Oliveira Salazar. Se trataba de un catedrático de Economía de la Universidad de Coimbra, de origen humilde y no adscrito, en principio, a ninguna familia política. Su brillantez como alumno le había permitido llegar a los aledaños del poder, aunque Javier Tusell consideraba que Salazar era una especie de contable minucioso y poco original en sus planteamientos, muy cercano a la Iglesia y defensor a ultranza del orden. Carmona nombró a Salazar  ministro de Hacienda, un puesto clave en el gobierno por la responsabilidad de sacar al país del marasmo económico en el que se encontraba. Salazar alcanzó la presidencia del gobierno en el año 1932.

Salazar ideó y montó el nuevo estado autoritario portugués, el conocido como Estado Novo, que se fue configurando como un régimen presidencialista de primer ministro, y no de presidente de la República como cabría esperar. El presidente Carmona se convirtió en una figura representativa cuando no decorativa. En el mes de julio de 1930, Oliveira Salazar aún no presidía el gobierno pero el sistema estaba ya casi configurado. Faltaba un apoyo institucional. Para ello creó la Uniao Nacional. No era un partido de masas, y ni siquiera un partido único hasta el año 1934, además, los ministros no estaban obligados a pertenecer a dicho partido. La divisa del mismo era: "Dios, Patria y Familia". En algunos aspectos se parecía a la Unión Patriótica de Miguel Primo de Rivera. Después estaban las Mocidades Portuguesas, el brazo paramilitar del nuevo sistema. Cuando estalló la guerra civil española, Salazar mandó un cuerpo de voluntarios -los Viriatos- para apoyar la causa de los sublevados.

Salazar alcanzó la presidencia del gobierno en el año 1932. En 1933 se promulgó una Constitución corporativista. Portugal se definía como una República unitaria. Se establecían dos cámaras: una asamblea nacional con poderes reducidos y elegida por sufragio restringido, y otra cámara de carácter corporativo. El cerebro de la nueva fórmula política, y que sustituía al sistema parlamentario, era Teotónio Pereira. Pero el sistema corporativo, como se demostró, no fue muy efectivo. Era un foro para el debate entre los miembros de la clase dirigente y con un marcado carácter clerical. En realidad, el poder estaba en el ejecutivo. Salazar terminó por acaparar en su persona, además de la presidencia del gobierno, las carteras de finanzas, guerra y asuntos exteriores. Otros pilares del nuevo régimen fueron el Estatuto del Trabajo, la creación del sindicalismo vertical, organizado en corporaciones, una férrea censura y un eficaz aparato represor contra los oponentes de la dictadura.

El salazarismo