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NUEVATRIBUNA.ES - 27.2.2009

Una obra dentro de una obra. Cinco actores franceses ensayan una comedia española escrita por un autor español presente en la sala. Una madre, sus dos hijas, el marido de una de ellas y el joven novio de la cabeza de familia en la oscuridad de una sala de ensayo. No hay música, no hay casi escenografía, no hay más efectos que las líneas escritas por una de las mejores dramaturgas contemporáneas. La obra es “Una comedia española”, su autora, Yasmina Reza.

Pero la obra cuenta con más nombres propios. Silvia Munt la dirige, y Mónica Randall, después de 34 años sin subirse a un escenario, la protagoniza. A su lado, un grupo de jóvenes actores catalanes (Ramon Madaula, Xicu Masó, Maria Molins y Cristina Plazas) que no sólo dan cuerpo y alma a los textos, sino que se convierten en la mejor prueba de que las relaciones teatrales entre Madrid y Barcelona atraviesan un momento envidiablemente bueno (no hay que olvidar que se trata de un producción entre el centro Dramático Nacional y el Teatre Nacional de Catalunya).

“Una comedia española” arranca como un ensayo para desdoblarse rápidamente en, por un lado, una disección a fondo de lo que en realidad significa ser actor. Lejos de los focos, del glamour, del aplauso del público, los protagonistas desnudan su alma de artistas y hablan de sus miedos, sus manías, de sus obsesiones, de la patológica necesidad de gustar al público. Se muestran ante nosotros como los seres imperfectos que son, tan cercanos en los defectos como alejados en las ambiciones. Y mientras se sinceran ante un público que ellos creen inexistente, se abre una nueva vía, en la que ya no son artistas, sino madre, hijas, marido y novio. Y esta familia extraña, disfuncional en ocasiones, tan amada y odiada como todas, se coloca sin pudor en la mesa de disecciones, dispuesta a enseñar sus entrañas, a abrirse a corazón abierto para incluir a cada espectador en su historia, en sus dinámicas y en sus juegos.

Este texto, magnífico, de Reza, no es divertido, ni luminoso. Habla de tristezas, desesperanzas y dolor, y aunque en la terapia de choque que se aplican los protagonistas hallen consuelo y esperanza, es posiblemente el texto más cínico y amargo de la francesa, el menos comercial. Nada comparable a su gran éxito internacional, “Arte”. Con esa pequeña pieza, Reza (ganadora en tres ocasiones del premio Moli�re) alcanzó el Olimpo de los autores teatrales, obteniendo elogios unánimes de crítica y público en todos los países en los que se representó (en Madrid vuelve a representarse en el Teatro Alcázar, con Luis Merlo, Alex O'Dogherty e Iñaqui Miramón en los papeles protagonistas). Fue su consagración y la obra por la que es reconocida en medio mundo, para bien y para mal. Por suerte, existen grandes directores y actores teatrales que han sabido ver las delicias de sus otras obras y se esfuerzan por acercarlas al público, deseando que éste vaya más allá de la primera impresión que Reza puede producir.

Y si sus textos enamoran a más de uno, siempre puede ir a por más a las librerías, donde se pueden encontrar algunas de sus novelas: Hammerklavier, Una desolación, En el trineo de Schopenhauer y la última hasta ahora, El alba, la tarde o la noche. Todas distintas en temática y enfoque, pero con un elemento común, la escritura y la visión de Reza. Una delicia.

“Una comedia Española” se representará en el Teatro Valle-Inclán de Madrid hasta el 29 de marzo. “Arte” puede verse en el Teatro Alcázar de Madrid.

Reza conquista la capital