Diarios | JUAN ÁNGEL JURISTO
Rafael Chirbes (Tabernes de Valldigna, Valencia, 1949-2015) murió hace seis años después de haber visto publicadas en vida nueve novelas, -Paris-Austerlitz apareció póstumamente en 2016-, y haber conseguido fama a raíz de la publicación de Crematorio en 2007, a la que siguió En la orilla, en 2013.
Hasta entonces su obra, principalísima, en especial En la lucha final, La buena letra y La larga marcha, eran objeto de culto entre los happy few y nos contábamos con los dedos de una mano los que supimos y defendimos su obra, que no pasaba de un discreto reconocimiento. Fue el destape de ciertos casos de corrupción en España y parecer ser que el público, ahora sí, se lanzó a leer la citada Crematorio y tuvo tal repercusión que Canal Plus en 2011 hizo una serie de televisión con Pepe Sancho en el papel de Rubén Bertomeu, el constructor. Con la aparición de Paris-Austerlitz la expectación se hizo evidente pero la obra, que se basaba en la problemática que el autor tuvo con François, un obrero de Ivry que terminó muriendo de SIDA cuando París era la ciudad con más contagios de Europa, no tuvo la acogida de sus dos novelas anteriores, que trataban de la corrupción y de la burbuja inmobiliaria.
Ahora con la publicación de sus Diarios, que llevan el subtítulo de A ratos perdidos, afortunada expresión para definir una serie de cuadernos escritos a mano donde Chirbes apuntaba experiencias eróticas, ocupa un gran lugar su relación con François, fallos del cuerpo, somatizaciones varias, lecturas y sus pareceres, juicios a gente que frecuentó, algunos muy conocidos en el milieu cultural, se ha intentado dar a entender que Chirbes pone a caer de un burro a Zutano y Mengano, siguiendo en esto la estela del milieu parisino, que basa en el cotilleo buena parte de su glamur, suponemos que para vender unas páginas que pertenecientes al género del diario, no tiene gran número de lectores a pesar de la proliferación de éstos y de memorias que, caso inusual en la literatura española, se ha producido en los últimos treinta años, coincidiendo con el establecimiento estable de una clase media y la creciente urbanización de la población que ha traído riqueza a un país que hizo del hambre condición ancestral pero que por otro lado ha vaciado esa población de extensas zonas del territorio.
El caso es que Chirbes tenía la intención de reelaborar esos apuntes tomados en los cuadernos durante años, pero la muerte le pilló antes de ponerse a la tarea y fue su sobrino Manuel el que llevó el material a la editorial para su elaboración. De esos cuadernos se acaba de publicar el tomo primero que comenzado en 1984 , cuando Chirbes estaba obsesionado con ser escritor y aún no había publicado narración alguna, llega hasta 2005, a la espera del ordenamiento final de todos los cuadernos que dará para la publicación de un segundo tomo y que consta de siete cuadernos a los que se llama con reclamo casi ingenuo, Restos del Cuaderno grande; el Cuaderno negro con lacerías; el Cuaderno burdeos; el Cuadernito negro con anillas; el tomo Gris; el Cuaderno de hojas azules y finalmente, la Agenda Max Aub.
El que en estas páginas Chirbes opine sobre la obra de Pérez Reverte, Muñoz Molina, Molina Foix, Guelbenzu, Belén Gopegui, Constantino Bértolo, en la misma medida en que opina de la de Jünger, André Breton, Yliá Ehrenburg... y demás, tiene en el libro la importancia que debe, es decir, opina sobre ellos de igual modo que nosotros opinamos de otros e incluso de los mismos que cita Chirbes... lo que sucede es que no se publican, pero intentar reducir la importancia de estas páginas a intercambios anecdóticos tiene algo de obsceno, amén de tonto.
Porque el autor da en el clavo referente a muchas lecturas que le han servido de una u otra manera para realizar su obra, de Carmen Martín Gayte a Robert Musil pasando por Hermann Broch y, además, su recorrido por las novedades editoriales que lee resultan ser un rastro precioso para plasmar la conformación de los gustos literarios de una generación, la que ahora ronda los setenta años, año arriba o año abajo.
El libro se abre con dos prólogos, el primero una elaboración brillante de Marta Sanz donde delimita y dibuja un esbozo justo de Chirbes y otro de Fernando Valls donde, como crítico estudioso de la literatura inscribe estos Diarios en la nueva tradición del género en España y traza una suerte de recorrido en la obra literaria, sobre todo hasta la aparición de su primera novela Mimoun, que amadrinó Carmen Martín Gayte y donde puede decirse nació el Chirbes escritor.
Por mi parte cabe decir que creo que estos Diarios constituyen una rareza en nuestro panorama literario por el modo en que están escritos y conformando una suerte de horror a lo que él llamaba el estilo muerto, es decir, esa retórica que se resuelve en filfa; son, además, unos escritos que tratan de un destino literario donde ética y estilo se complementan y por si fuera poco, son de una transparencia en aspectos de su vida privada que no estamos exentos de pensar que con ello Chirbes se servía como modo de expiación.
Termino con una apreciación que no he encontrado desde luego en los dos prologuistas y es la correspondencia en muchos aspectos en la obra, personalidad y destino de Rafael Chirbes y Pier Paolo Pasolini. Ambos eran una rareza en su tiempo porque provenían de un medio rural proletarizado, no de la clase media que es de la que se nutre la cultura europea moderna; ambos tuvieron una marcada educación católica en su niñez y adolescencia; ambos militaron en partidos de izquierda; ambos llevaron a cabo una intensa unión entre ética y escritura; ambos rechazaron aspectos de la modernización de su país, Chirbes criticando cierto lado equívoco de la socialdemocracia y de su modo de generar riqueza, Pasolini determinando el año en que en los campos de Italia dejaron de verse tritones, ranas y demás anfibios, testigos de un mundo limpio y ahora contaminado por la introducción del modo de producción capitalista de las multinacionales norteamericanas; ambos tuvieron unas tormentosas relaciones sentimentales y practicaron esa bajada a los infiernos del sexo duro. Un magnífico libro, una rareza.
RAFAEL CHIRBES. Diarios. A ratos perdidos 1 y 2. Prólogos de Marta Sanz y Fernando Valls. Tomo primero. Editorial Anagrama. Barcelona. 2021. 468 pp
JUAN ÁNGEL JURISTO es escritor y critico literario