viernes. 19.04.2024
tubercul

Los socialistas desarrollaron una intensa preocupación sobre las enfermedades en la España de las primeras décadas del pasado siglo. En primer lugar, es importante destacar su interés en la epidemia de gripe de 1918, intentando que las autoridades reaccionaran ante la gravedad de la situación. Por otro lado, su preocupación por la tuberculosis estaba asociado a la dimensión social de la misma. En este breve artículo nos acercamos a cómo propusieron más que un cambio en la política sanitaria de la Dictadura de Primo de Rivera la necesidad de una implicación social y económica en el combate de la enfermedad.

En principio, los socialistas elogiaron el trabajo de la Dirección General de Sanidad en su lucha contra la tuberculosis, especialmente el trabajo desarrollado por el doctor Murillo, tanto por sus conocimientos científicos, como por la defensa de la atención social a los enfermos, abriendo establecimientos donde podían ser reconocidos y atendidos debidamente los mismos. El problema era grave porque se pensaba que había medio millón de enfermos en la España de 1928, pero no había fondos suficientes.

La tuberculosis era una enfermedad curable como había demostrado ya la ciencia. Y para ello los enfermos debían ser atendidos debidamente en lugares adecuados, algo muy caro para la mayoría de las familias

El socialismo español opinaba que la enfermedad estaba producida por las agotadoras jornadas laborales, la insuficiente alimentación y las malas condiciones de la vivienda, problemas que preocupaban enormemente al movimiento obrero, ya que atacaba a las familias obreras principalmente, aunque también a la clase media.

Pero la tuberculosis era una enfermedad curable como había demostrado ya la ciencia. Y para ello los enfermos debían ser atendidos debidamente en lugares adecuados, algo muy caro para la mayoría de las familias.

La idea de construir sanatorios para curar a los enfermos era admirable, como hemos señalado, pero se llevaba a cabo de una forma muy lenta. Pocos enfermos eran admitidos, por lo tanto, mientras que la mayoría esperaba una plaza, terminando por ser incurables, propagando, además la enfermedad entre sus familiares. 

El PSOE lamentaba que todavía hubiera muy poca conciencia o sensibilidad en relación con la enfermedad en España. Los enfermos no se curaban por falta de medios económicos. La enfermedad, por fin, afectaba también a las economías familiares porque dejaban de trabajar los enfermos.

En conclusión, faltaban sanatorios, pero también medios para evitar que el recién curado recayese. El enfermo necesitaba reposo, buena alimentación y vida “higiénica”. El “privilegiado” que conseguía curarse no podía sostener luego esas condiciones en su vida normal, por lo que la eficacia de los sanatorios era relativa. En consecuencia, el problema era doble: curar y evitar las recaídas. La solución pasaba por el seguro social porque la enfermedad era un mal social. Su resolución era beneficiosa para toda la sociedad, por lo que ésta debía aportar lo recursos convenientes. No se trataba de organizar fiestas benéficas ni postulaciones públicas. Los socialistas proponían la creación de un impuesto para la extinción de la tuberculosis.

Hemos trabajado con los números 5944 y 5950 de El Socialista, entre fines de febrero y comienzos de marzo de 1928.

El PSOE y el combate contra la tuberculosis en los años veinte