viernes. 29.03.2024
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La psicología política, derivada de la psicología social, es una rama de la psicología que estudia los fenómenos de naturaleza política a partir de sus aspectos psicológicos, así aborda temas como la percepción de la corrupción, el discurso político de los distintos partidos, los movimientos sociales y los grupos de presión o la identificación con líderes entre otras. Por tanto, el fin de la psicología política es describir y explicar el comportamiento político.

En los orígenes remotos de la psicología política estaría la Grecia clásica. Así, Patón definió la política como la “ciencia regia”, es decir una ciencia superior a las demás, porque tenía que ver con el gobierno y con el proceso de la toma de decisiones. Para Aristóteles, la política ocupa la cima de la jerarquía de las ciencias, porque su objeto es la polis, que abarca la organización social y por tanto guía el conjunto de las actividades humanas.


Complejo de Hybris


El primer tratado sobre esta temática se debe a Gustave Le Bon en 1910, titulado “Psychologie politique”. Para este autor la psicología política era una ciencia que podía evitar los frecuentes y costosos errores políticos. En 1973 se publica el primer manual de psicología política y en 1978 se funda la Sociedad Internacional de Psicología Política.

Compartir esta reflexión de Eugene Ionesco: “las ideologías nos separan, los sueños y la angustia nos unen”

Los marcos teóricos de esta disciplina se centran en: Psicoanálisis; Biopolítica, entendida como conjunto de explicaciones de los comportamientos políticos en términos, etológicos, sociobiológicos e incluso neurofisiológicos; y Psicología cognitiva, en tanto en cuanto, propone esquemas cognitivos y mapas cognitivos en las decisiones políticas.


El complejo de Empédocles


En su libro “Política ansiosa. Ciudadanía democrática en un mundo amenazante”, Bethany Albertson y Shana Kushner, enfrentan a un grupo de población a una pandemia de gripe. En su estudio examinaron la forma en que la ansiedad política afecta a la información, a la confianza y al apoyo político en diversas situaciones, incluidas las crisis de salud pública. Se analiza que cuando las personas están más ansiosas por una pandemia, más confiaban en los expertos. Pero la ansiedad también propiciaba que se apoyaran las decisiones políticas de ámbito colectivo que recortaban las libertades individuales. 

Puede estar ocurriendo un desplazamiento entre dos tipos de normas morales: aquellas que implican comportamientos éticos relacionados con los derechos individuales de las personas; y aquellas relacionadas con conductas vinculadas con la lealtad a la comunidad y al bien común. En la actual situación de la pandemia COVID 19, se esta produciendo un desplazamiento de las centradas en el individuo a las centradas en la comunidad, de ahí que, saltarse normas como el confinamiento, sean merecedoras de una sanción social.


Complejo de Pinocho o del Pseudólogo


El papel que juegan las emociones en el marco de los mensajes políticos es determinante para su eficacia. En una reciente investigación de 2020 de Harper observaron que el único predictor de cambio de conducta positivo (por ejemplo, lo lavado de manos frecuente ola distancia social) fue el miedo al COVID 19, sin que variables como la identificación con un partido político tuviese efectos significativos.

En un estudio pionero en España, en la Universidad de Burgos, se hace una encuesta de estudio, titulado “afrontando el impacto del Covid 19”. En este estudio han participado 1200 personas, de edades entre 18 y más de 51 años. Las mujeres, los jóvenes y las personas que conocen a alguien que ha contraído el COVID 19, son quienes mostraban un peor estado de ánimo, con unas expectativas de futuro más inseguro. Las personas con alguna enfermedad de riesgo son quienes lógicamente tienen más miedo a lo que pueda suceder, pero a su vez son las que se muestran más felices por tener amigos. En cuanto a estrategias de afrontamiento se encuentran resultados coherentes con el peor bienestar, estado de ánimo y de equilibrio emocional que presentaban tanto las mujeres como los jóvenes en los primeros días de confinamiento. Este grupo de personas ponen en marcha tanto estrategias adaptativas (auto-recompensa, búsqueda de apoyo social, etc,) como desadaptativas (abandono, rumiación, inhibición, etc), lo que indica dificultades para seleccionar acciones concretas para buscar un bienestar psicológico. Además, esta activación constante puede producir un mayor agotamiento emocional. En este estudio se dan las siguientes recomendaciones para el afrontamiento de la pandemia: no rendirse ante esta situación, no evitar el contacto con otras personas, no pensar de forma reiterada en el malestar sufrido, no inhibir las emociones o tratar de fingir lo que se siente, no confrontar con los que se sienten responsables de la situación. En esta situación incontrolable que afecta a toda la sociedad y donde las personas no pueden actuar contra la fuente del malestar, es importante centrarse en los aspectos positivos de la vida porque ayuda a concentrarse en pensamientos positivos o acciones distractores, a auto controlarse y a darle un significado positivo a lo que está ocurriendo. 

Por último, compartir esta reflexión de Eugene Ionesco: “las ideologías nos separan, los sueños y la angustia nos unen”.

Psicología política en la Covid19