jueves. 28.03.2024
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Laureano Figuerola sentado en la esquina izquierda, con el Gobierno provisional de 1869 Desde izquierda: Figuerola, Ruiz Zorrilla, Sagasta, Juan Prim, Serrano, Topete, Adelardo López de Ayala, Lorenzana y Romero Ortiz

En España fue la política seguida en casi todo el siglo XIX, con algunas excepciones y matices, como en el primer liberalismo en las Cortes de Cádiz, ya que se establecieron medidas librecambistas motivadas por las exigencias de las colonias americanas opuestas al monopolio comercial de la metrópoli

El proteccionismo es la teoría y práctica económica que establece que la producción nacional es prioritaria frente a la de otros países, para lo cual deben establecerse aranceles aduaneros que dificulten la entrada de productos foráneos, con el fin de que no sean competitivos, o prohibir la importación determinados artículos. El mercantilismo defendió el proteccionismo como uno de los principales medios para evitar la salida de metales preciosos en la época preindustrial. En el siglo XIX el proteccionismo fue seguido por algunos países que comenzaban su industrialización con el fin de evitar la competencia de la industria británica, como ocurrió en Francia o con el Zollverein alemán, defensor del libre comercio interior pero que estableció una barrera aduanera frente a la competencia exterior, especialmente británica. En España fue la política seguida en casi todo el siglo XIX, con algunas excepciones y matices, como en el primer liberalismo en las Cortes de Cádiz, ya que se establecieron medidas librecambistas motivadas por las exigencias de las colonias americanas opuestas al monopolio comercial de la metrópoli.

En 1826 se promulgó el Real Arancel General de entrada de frutos, géneros y efectos del extranjero, que establecía la prohibición expresa de entrada de más de seiscientos productos y el derecho diferencial de bandera. El proteccionismo comenzó a ser defendido ya con fuerza en estos primeros momentos por los industriales catalanes para preservar sus productos textiles de la competencia inglesa. Después de la pérdida de casi todas las colonias se estableció que Cuba y Puerto Rico quedarían como monopolio exclusivo de los productos agrícolas e industriales peninsulares. El proteccionismo siguió siendo la política seguida a la muerte de Fernando VII hasta la Regencia de Espartero, ya que este político y militar cercano a Gran Bretaña, estableció un Arancel en 1841 que redujo considerablemente el número de artículos que no se podían importar. En otro sentido, se incorporó al País Vasco al sistema aduanero español, coincidiendo con la derrota carlista. La relajación del proteccionismo provocó el enfrentamiento de los catalanes, y la otra medida la protesta de los vascos.

La reforma de Mon-Santillán de 1845 y el Arancel de 1849 introdujeron algunos matices librecambistas pero mucho más moderados. A partir de entonces se dieron continuas modificaciones de aranceles en distinto sentido. Los matices librecambistas estaban motivados por la necesidad de importar tecnología y capitales para la construcción del ferrocarril, mientras que los cambios en sentido proteccionista se debían, en gran medida, a la presión de los proteccionistas catalanes, fuertemente organizados en torno al Instituto Industrial de Cataluña.

El Arancel Figuerola de 1869, en pleno Sexenio Democrático, se inclinó más claramente hacia el librecambismo al suprimir el derecho diferencial de bandera. Pero en la época de la Restauración la política económica volvió a tener un marcado carácter proteccionista. Cánovas proclamó que el proteccionismo era un dogma fundamental del Partido Conservador. El proteccionismo debía contentar a tres pilares fundamentales del sistema político: los industriales catalanes, los grandes propietarios cerealistas castellanos y los empresarios siderúrgicos vascos.

El proteccionismo en España en el siglo XIX