Calidad y compromiso en los premios Goya
Los Premios Goya son una buena ocasión para medir no solo la situación del cine español, sino también conocer la actitud de quienes trabajan en el mismo ante la realidad en la que nos movemos
En cualquier caso, los votos de quienes forman parte de la Academia de cine, además de valorar los aspectos artísticos y técnicos, casi siempre se han decantado por distinguir en la medida de lo posible el cine con compromiso social y valores humanitarios, un cine con tintes progresistas.
Esta vez ha sido así de manera muy destacada.
“Campeones”, “Carmen y Lola” (a las que dediqué un articulo hace algunos meses) y “El reino”, las grandes triunfadoras de este año, son películas de denuncia, de reivindicación, de solidaridad, con temas tan fundamentales como la corrupción de determinados empresarios y políticos, la discriminación de las personas con algún tipo de discapacidad o la intolerancia hacia la diversidad sexual.
Tres películas que además son excelentes desde el punto de vista artístico, técnico y comercial y que han tenido una gran acogida por parte del público, demostrando, una vez más, que la gente valora las ofertas culturales que son capaces de aunar entretenimiento, calidad y defensa de los valores y derechos humanos.
Tampoco hay que olvidar que las dos películas extranjeras premiadas, “Cold war” (sobre la que también escribí hace tiempo un artículo recomendándola) y “Roma”, son igualmente películas de claro compromiso político y social.
Si los profesionales del cine acertaron de lleno en su elección, la gala de los Goya, no se limitó a ser un espectáculo divertido, glamuroso o de desfile de celebridades con sus mejores vestidos. Para empezar la gala rompió con el centralismo y se celebró en Sevilla. Desde el principio la denuncia de la violencia de género y de la discriminación de las mujeres estuvo presente con los abanicos rojos, con un doble mensaje, “ni una menos” y “más mujeres”. Mensajes que se reiteraron en numerosas intervenciones y que supongo que harían revolverse en su butaca a más de un político de la derecha allí presentes.
El buen hacer de los presentadores Andreu Buenafuente y Silvia Abril, supieron combinar con acierto el humor, los guiños a la historia del cine, la reivindicación feminista, las dificultades de la industria cinematográfica, la crítica política y el compromiso. Hasta Rosalía eligió una magnífica versión de una canción de hondo significado social.