viernes. 29.03.2024

Crispín: …. Y ahora acabó la farsa.

Silvia: Y en ella visteis, como en las farsas de la vida, que, a estos muñecos, como a los humanos, muévelos cordelillos groseros, que son los intereses, las pasioncillas, los engaños y todas las miserias de su condición…. [ii]


¿Debemos aprender de la Historia? Pues parece que la respuesta es negativa. Repetimos los ciclos cómo si no hubieran ocurrido antes. Por ejemplo, la vivienda, la democracia ha sido continuista en las políticas sin aprender de los errores del franquismo. Eso es lo que se desprende de la revisión de la época, por los autores que en ella han profundizado[iii]. Porque, en los años cincuenta del siglo XX, se generaron en España las estructuras económicas y sociales que enmarcarían el desarrollo de la construcción y el negocio inmobiliario hasta el pinchazo de la burbuja en 2008.

  1. 1951, Falange despierta del coma inducido en 1946, y vuelve al Gobierno.
  2. Tiempo de debates y proyectos
  3. Plan Sindical de la Vivienda
  4. Los Poblados Satélite y las Unidades Vecinales de Absorción (U.V.A.)
  5. Financiación del Plan Sindical
  6. El Plan Sindical abre la puerta a nuevos negocios que cambian el paisaje

Unas redes de influencia y dinero que se levantaban sobre un trenzado relacional de familias y empresas, imbricadas con el poder y la influencia política municipal. Instituidas en torno a la administración de los ayuntamientos y al peculiar sistema electoral franquista, sobrevivieron a la transición de los años ochenta y a las administraciones locales democráticas.

Abarcaban cajas de ahorro, los sindicatos verticales y sus mutualidades obreras y de funcionarios, un poder e influencia que demostró permeabilidad a las nuevas instituciones de 1978. Porque, cómo veremos, los años cincuenta supusieron una mutación capitalista del nacionalcatolicismo municipal, que confirió una idiosincrasia típica al negocio inmobiliario en España.

1951, Falange despierta del coma inducido en 1946, y vuelve al Gobierno.

Desde la derrota total de sus aliados europeos en 1945, Falange esperaba de la nueva era de los cincuenta la vuelta al Gobierno de la mano de Franco y la Guerra Fría. Pero el 13 de marzo de 1951 la primera plana de los periódicos publicaba la noticia: “intentos de la subversión comunistas para paralizar Barcelona”. Una huelga de tranvías que coincidía, además, con el II Congreso nacionalsindicalista, convocado por José Solís, jefe de los Sindicatos; la sorpresa dejó salir a la luz los problema de la vivienda y la carestía de la vida, si bien acompañados de discursos triunfalistas sobre el sindicalismo español y sus conquistas en el terreno de los seguros sociales y de vejez (Arriba, 11-3-51).

Esos días se produce la crisis de gobierno de 1951 que restablecía el Ministerio de la Secretaría General en la persona de Raimundo Fernández Cuesta. La composición del Gobierno (Arriba, 20-7-51) indicaba un retorno falangista, pero no a la centralidad del poder; aumentaba su dominio de la administración local y recuperaba la política social, pero no el acceso a las fuentes de recursos, la economía y la educación. Además, los ministerios a su cargo tenían que afrontar la angustia generalizada, tanto de la clase trabajadora como de la clase media, por la escasez de las viviendas y los salarios. La primera se reflejaba en los informes de la Fiscalía de la vivienda[iv]:“las viviendas son cuevas donde no deberían vivir seres humanos”; “no se construyen casas, y como los matrimonios siguen realizándose, viven varios en casas que no dan más que para una familia”.

La misma inquietud aparecía en los estudios realizados por encargo de Presidencia del Gobierno al Instituto Nacional de la Vivienda, INV, sobre las necesidades de viviendas en España, las realizaciones y frustraciones del Plan de 1944 y las proyecciones de población[v]. Las memorias del INV constataban el fracaso de las promesas sociales de los años cuarenta: de las 314.000 viviendas construidas en diez años, más de la mitad se podían considerar de clase alta, y solo 70.000 eran sociales [vi]. Encima, las realizaciones en viviendas construidas con fondos oficiales del primer Plan mostraban un sesgo favorable a la clase media adicta al régimen y, además, las cifras debían mucho a la Iglesia y las Empresas que habían acudido en ayuda del gobierno[vii], hecho que desvanecía la imagen y el protagonismo de los falangistas (Pueblo, 4-5-1953).

Tiempo de debates y proyectos

Una serie de artículos económico-financieros aparecidos en el diario Arriba durante el periodo 1953-1954[viii], sacaron a la luz pública la polémica, ya en marcha entre los expertos, sobre el atraso de la industria de la construcción, carencias de las industrias auxiliares y, sobre todo, la especulación con el suelo urbano. Elementos, todos, que alejaban el precio de la vivienda modesta de la renta disponible por las clases medias y trabajadoras. Por primera vez se leía en la prensa que sobraban casas de lujo, mientras la gente dormía en chabolas y se retraían los matrimonios por no recurrir al realquiler.

El periódico inició en julio de 1953 la publicación de una serie de artículos sobre la política económica de la vivienda, que firmaban Alfredo Cerrolaza y Agustín Cotorruelo. En el primer artículo, Cerrolaza decía que la cifra de déficit, seiscientas mil viviendas, del que partía el Plan de la Vivienda era una estimación muy optimista que no tenía en cuenta los efectos “del aumento demográfico y la falta de reposición de casas ruinosas”, el autor elevaba las carencias de hogares nuevos a construir a 850.000. El diario apoyaba los cálculos del autor en base a datos de la encuesta del INE de 1950, que decía: “solo el 30 por 100 (de las viviendas) son higiénicas, el 42 por 100 son defectuosas y el 28 por 100 francamente insalubres” (…) “Sobran viviendas de renta alta. El actual déficit de vivienda solo afecta a la clase media y la clase modesta, y en ésta última el déficit es tres veces mayor. Hay que construir más barato.

Para resolver el problema de la vivienda, aunque sea en el dilatado y poco esperanzador plazo de veinte años – casi el lapso de una generación – hará falta construir a un ritmo de 200.000 viviendas anuales”. Oficialmente, la vivienda fue reconocida como el primer problema social; algo más grave que la alimentación o el vestido; un “problema preferente para un gran número de familias recién formadas o cambiadas de residencia”, que frenaba los matrimonios incluso de personas jóvenes con empleo (Arriba, 3-7-53).

Los planes de vivienda proyectados entre 1953 y 1954, tendrían que corregir las desigualdades evidentes en la política de vivienda de los cuarenta, si querían tener un impacto propagandístico real entre las clases trabajadoras. Una premisa que inspiró el discurso del ministro de la Gobernación, Blas Pérez, a la VI Asamblea de Arquitectos: “El Estado y los Ayuntamientos tienen por tarea principal preparar solares (…) y dotarlos de servicios, el resto (es responsabilidad) de la fuerza de la construcción. (Pero) en la forma en que está planteado, la iniciativa privada no podrá resolver el grave problema de la vivienda” … (Reconstrucción, Nº 115- 1953).

Durante el año 1954 se publicó la Ley de Viviendas de Renta Limitada la cual, en palabras de Federico Mayo, ordenaba la legislación y definía el papel del Estado como prestamista de último recurso para los españoles sin vivienda, pero daba a la iniciativa privada el carácter de “promotor principal” y reservaba para la Obra Sindical del Hogar la función de “instrumento público, para corregir la desigualdad” (Pueblo, 15-7-54). La Ley movilizó el dinero, sin el cual ninguna política es real; las cajas de ahorro invertían en promociones para sus empleados, como las 400 viviendas de renta limitada construidas por la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid (Arriba, 5-1-1955), y también los empresarios, de la mano de la Iglesia, acudían a las convocatorias de las “Tómbolas Diocesanas” para la cruzada por la vivienda (Arriba, 7-1-1955).

Sin embargo, la situación en los suburbios era cada día más dramática, pues el despegue industrial de los años cincuenta agudizaba la emigración interior. La gente abandonaba el campo y familias enteras vivían en pensiones, realquiladas o recogidas por familiares y allegados. Cientos de miles de personas, familias emigrantes, se alojaban en infraviviendas, sin desagües ni agua, y conectadas a los cangrejos de los postes de luz del arrabal, de las cuales también podían ser desalojadas, dejadas en la intemperie o devueltas a sus pueblos.

Las masas de emigrantes circundaban la ciudad, y la clase media urbana percibía que se estaba creando un cinturón amenazador de chozas y chabolas; suburbios donde las familias malvivían en viviendas provisionales, construidas por ellos mismos. Se puede imaginar el grado de alarma existente, por el éxito del largo serial radiofónico “Un arrabal junto al cielo” de 1953-54, el cual hablaba del suburbio y de los niños que se desplazan desde este territorio a la capital, émulos de “Carpanta”[ix] que vagaban por las calles para buscarse la vida; de los curas del suburbio y de los patronos benéficos que, tras vencer la falta de solidaridad, y con ayuda de la Iglesia construían casas. Si Falange quería hacerse visible frente al problema, tenía que actuar construyendo viviendas desde sus presupuestos ideológicos y a través de las instituciones de su Sindicato Vertical.

Plan Sindical de la Vivienda

El aviso recibido con la huelga de tranvías de Barcelona, en 1951, sacó de la melancolía a Falange, y la obligó a desplegar iniciativas para prevenir la pesadilla recurrente del renacer de la protesta social. Como explícitamente decía el director del INV, las promesas ya no se sostendrían sin acciones que las respaldaran[x]. El 6 de mayo la prensa informaba que la OSH había entregado al Gobierno un Plan para construir viviendas sociales (Arriba, 6-5-54) y diez días más tarde llegaba la contestación del Gobierno: “Se encomienda a la Obra Sindical del Hogar la ejecución de un Plan de Viviendas para productores” (Arriba, 15-5-54). El Decreto-Ley del 14 de mayo de 1954 encargaba al INV la ordenación de un Plan de viviendas de “tipo social”, con este preámbulo: “El problema de la vivienda afecta con especial gravedad sobre aquellas familias que atraídas por las grandes concentraciones urbanas e industriales han provocado en el perímetro de las ciudades un hacinamiento urbano que, al no tener el necesario acomodo, viven en condiciones extremadamente deficientes” (B.O.E. 17-6-54).

El Decreto se dirigía, por lo tanto, al problema del suburbio, y prometía la promoción de 10.000 viviendas anuales, con una superficie “útil máxima de cuarenta y dos metros cuadrados”, edificadas por concurso de “la Obra Sindical del Hogar”. Con él, Falange esperaba fortalecer su principal herramienta de control social, la Organización Sindical. El Decreto-Ley le otorgaba un papel dirigente en la política social de vivienda, y encargaba “a la Obra Sindical del Hogar la construcción de veinte mil viviendas anuales. Las viviendas serían de dos tipos: de renta mínima, hasta 42 metros cuadrados, y de renta reducida para el segmento superior hasta los 100. Los beneficiarios del decreto tenían que ser “productores encuadrados en la Organización Sindical” (B.O.E. 17-6-54), un requisito que produjo el efecto no querido de excluir a la enorme mayoría de chabolistas. Porque, “para optar a una de estas viviendas solo se exige cualidad de sindicado. Cuantos reúnen esta condición podrán formular solicitudes”. (Hogar y Arquitectura, nº 1).

El propio Solís dirigió la organización de la propaganda en torno al Plan Sindical de Vivienda de 1954 y para compensar la influencia creciente de la Iglesia, el diario Pueblo (7-7-1954) hizo coincidir la noticia de las veinte mil viviendas anuales previstas en el Plan Sindical y del inicio por la OSH de la Fase II del Barrio de San Ignacio en Deusto (1.000 viviendas), con el anuncio de las entregas en Barcelona de 184 viviendas del Congreso Eucarístico por el Obispo. Inmediatamente después de la publicación del Plan, Solís convocó a todos los cargos de la Organización Sindical, para explicar el decreto: “comprende la construcción urgente de 10.000 viviendas en este año, que se situarán principalmente en los grandes núcleos urbanos. Su precio máximo unitario será de 25.000 pesetas, sobre una superficie de 42 m2, cuya renta de amortización oscilará entre las 40 y 50 pesetas mensuales”. (Arriba, 2-7-54).

El periódico de falange destacaba la oportunidad que se abría para la Organización Sindical y su Obra del Hogar. “La Organización Sindical va a ser empleada a fondo” (durante) “varios años en el plan de construcción de veinticinco mil viviendas populares”. “Se inaugura una buena prueba para nuestra red nacional de Organismos Sindicales”. (Arriba, 7-7-54). Pero el director del INV y la OSH, Federico Mayo, no podría contemplar los resultados cosechados por su equipo; en noviembre de 1954 moría en un accidente de automóvil. Le sucedió Luis Valero Bermejo, relevo que vino acompañado por Julián Laguna en la Comisaría de Madrid, y que tuvo unas consecuencias decisivas.

En el otoño de 1955, Solís reunió de nuevo a los delegados provinciales, para presentar a Valero Bermejo. El reciente director explicó el programa anual del Gobierno, y que este había sido dotado con 2.600 millones “para la construcción de 35.600 viviendas protegidas” (Hogar y Arquitectura, Nº 1, 1955). Pero, como en los años anteriores, las finanzas públicas de 1955 no permitirían dotar estos ambiciosos planes[xi]: El esfuerzo, sin embargo, fue significativo, y los proyectos que pudieron llevarse a cabo siguieron los criterios para las dos categorías de viviendas marcados en los decretos (B.O.E. 17-6-54).

Pronto los precios fueron desbordados por una inflación de dos dígitos y por la especulación con los solares del arrabal urbano[xii]. El propio diario Pueblo se hacía eco de esos problemas con una petición del Sindicato de la construcción y la madera, solicitando que los anticipos de nómina para vivienda, que ya cubrían las entradas de los trabajadores de grandes empresas en la compra de viviendas de la propia empresa, se hicieran extensivos a las promociones oficiales, y generalizar la práctica, establecida en algunos grupos de vivienda de empresa, desde 1952, de compensar parte de la entrega inicial con trabajos en obra o con horas extraordinarias, ejecutadas en fin de semana.

Los Poblados Satélite y las Unidades Vecinales de Absorción (U.V.A.)

Cómo hemos visto, la cobertura del plan sindical dejaba fuera de las adjudicaciones a una parte sustancial de las familias habitantes del suburbio, que no disponían de un trabajo estable y mutualizado. Falange no podía permitir que se creara la percepción de que los patronatos eclesiásticos eran los únicos en asumir el problema chabolista.

En 1954, la situación era abrumadora: solo en la capital, el 16 por 100 de las viviendas eran chabolas donde vivía el 20 por 100 de la población, un escenario que se replicaba en el resto de las ciudades industriales. Al calor de los Planes Sindicales y Nacional de la Vivienda, el Ayuntamiento presentó un “Plan General de Poblados satélite y Transportes de Madrid”, que reproducía el esquema del plan de urbanismo de 1946: acercar las viviendas obreras a los centros de ubicación industrial. Pero el plan actual anulaba las extensas zonas verdes diseñadas en dicho Plan de 1946. Se utilizaron los terrenos, ya expropiados para dotación de anillos verdes y cuñas arboladas, y los convirtieron en solares para vivienda social entre los 3 y los 6 Km. de la Puerta del Sol.

La confluencia de Laguna en Madrid y Vallejo en el INV, y de unos técnicos que buscaban potenciar la industrialización de la construcción en el marco de la OSH, facilitó llegar a un punto de inflexión en el diagnóstico de los problemas de la vivienda social. Se publicaron artículos en Arriba, firmados por Manuel Herrera Palacios, Fernando Chueca y Víctor D´Ors, donde los arquitectos insistían en una trilogía de dificultades: tecnología; diseño moderno de la construcción; ordenación del suelo.

Víctor D´Ors se preguntaba: “¿Qué pasará cuando el Sr. Martínez se encuentre en quince años con que su casa se ha deteriorado tanto que resulta inhabitable, y le quedan por pagar otros tantos? (...)”. Había que construir teniendo en cuenta el espacio y la solidez; pero las buenas prácticas no eran el factor principal del encarecimiento de la vivienda, lo era el suelo: “aprovechando la nueva tecnología de producción sólo se podrá resolver una parte del problema. La otra parte, el coste del solar, depende de que alguien quiera poner orden. Hay que saber dónde, cuando, cuantas, como y con que tenemos que construir las viviendas” (V. D´Ors, Arriba, 7-2-1957).

Julián Laguna hizo del acopio de suelo la tarea esencial para el saneamiento del suburbio, lo principal para él era el número de viviendas y no el urbanismo. En esto sintonizaba con el nuevo director del INV. Luis Valero, quien preguntado sobre los planes de vivienda social para Barcelona en una entrevista para el ABC (28-1-1955), exponía que la prioridad era construir. En un tono ejecutivo y directo, dominado por la urgencia del problema, contestaba al periodista, quien concluía: ¡Que así sea y lo veamos! (Entrevista en ABC, 28 de enero de 1955, a D. Luis Valero Bermejo, director General del Instituto Nacional de la Vivienda). El redactor, Manuel del Arco: - ¿Cuántas viviendas necesita Barcelona? - Estimo que hay un déficit de unas sesenta mil. - ¿Cuántas hay en vías de construcción? - Entre el Instituto Nacional de la Vivienda y la Comisaría Nacional del Paro, (…), se hallan en construcción en la capital de Barcelona, catorce mil viviendas. …” El 20 de diciembre del mismo año, también en Barcelona, se anunciaba el Plan Nacional de la Vivienda para la capital catalana, que construiría más de 13.000 viviendas, de las cuales unas 5.000 lo serían del Plan Sindical (Arriba, 20-12-1955).

En las grandes capitales se planificaron barrios, pero no funcionó. Las urgencias, y la presión inmobiliaria condujeron a crear núcleos de viviendas que Moneo llamaría “barraquismo vertical”. Poblados mínimos y Unidades Vecinales de Absorción (U.V.A.), casi campamentos de obra para familias chabolistas, que se consolidaron como viviendas estables hasta su demolición, 30 años más tarde, por los gobiernos democráticos en un escenario de fuertes luchas vecinales. La fisonomía actual de los “poblados de absorción” fue resultado de esas decisiones, que destinaron a Madrid casi la mitad de las viviendas de renta mínima contempladas en el Plan para toda España. La mayoría de las 19.000 viviendas de los poblados de la capital se edificaron sobre los terrenos de los Anillos Verdes.

Este fenómeno no fue privativo de Madrid; a mediados de los sesenta la construcción se había comido en Barcelona 1.000 Has de las zonas verdes programadas para la ciudad desde los años cincuenta. Pronto se terminaron los solares verdes de las grandes ciudades y se necesitaron nuevas expropiaciones. Para pagar bajos precios, la OSH escogía los terrenos en ubicaciones con calificación de suelo rústico, alejadas del centro urbano. La falta de dinero provocó que no se edificaran los servicios necesarios a los núcleos residenciales, marcando el urbanismo de los años posteriores.

En todas las promociones de los planes sindical y contra el chabolismo, el régimen de ocupación fue la propiedad. Los chabolistas desalojados eran colocados en viviendas propias. Pero, el enclave urbanístico de las edificaciones los situaba en medio de la nada, y sin conexión con el núcleo urbano. Como dice Santos Juliá (1994): “lo que importaba era sacar a las gentes de las chabolas y los realquilares y meterlas en un pisito en propiedad, con la ilusión de que habría de ser para toda la vida, sin preocuparse por saber cómo podrían salir del piso y llegar a la ciudad. Ante la falta de transporte y servicios, ya se las arreglarían como pudieran”. Y Siguán (1958) añade, “los Poblados Dirigidos se publicitaban así”. “La solución que le proponemos para resolver su problema de vivienda requiere por su parte: 1º Que para la construcción haga usted determinadas aportaciones, bien en metálico o bien con su trabajo personal… 2º Debe Usted aceptar vivir alejado del centro de Madrid…. 3º Debe estar decidido a ocupar la vivienda que se construya para usted como domicilio habitual y permanente; (…), no podrá usted vender, alquilar o ceder ...4º Si actualmente vive en una chabola (…), deberá usted ceder sus derechos posesorios a favor de los organismos competentes…”

La ejecución del Plan Sindical ha sido estimada por Carlos Sambricio (2000) en 10.000 viviendas por año. A pesar de lo modesto de la cifra, la OSH promocionó en 1954-1955 más viviendas que en los catorce años anteriores juntos (Hogar y Arquitectura, nº 1: p. 39). Con cerca de 12.000 pisos adjudicados y acabados un año antes, la OSH entregaría 113.000 viviendas entre su creación, 1939, y el Plan de Estabilización de 1959. De ellas, solo un tercio se edificaron entre 1940 y 1954[xiii].

El Plan sindical sirvió de propaganda en Ginebra para el retorno Falangista. El INV lo presentó en la ciudad suiza a la VIII Reunión del Comité de la Vivienda de la OCE en 1956. El informe afirmaba haber terminado en el país casi ciento diecinueve mil viviendas en 1955, 65% de ellas sociales y medias, una cifra que situaba a España en el sexto puesto de Europa por la construcción anual de nuevos hogares. Falange y su O. S. H. lideraban la política social española y, favorecidos por la Guerra Fría, lavaban su origen fascista.

Financiación del Plan Sindical

De la mano de los acuerdos con Estados Unidos, España había entrado en el Fondo Monetario Internacional, el cual obligaba al Ministerio de Hacienda[xiv] asumir toda la deuda pública, pero el gobierno no disponía de suficiencia presupuestaria para los planes de vivienda. Por lo tanto, mientras se concretaba el mecanismo que cubriría desde las Cajas de Ahorro la financiación de la vivienda modesta (B.O.E. 22-V-56, Art. 6, 7 y 8), se dio un permiso extraordinario al INV para emitir cédulas de deuda pública:

..Se autoriza al Instituto Nacional de la Vivienda para emitir Títulos de Deuda con la Denominación de Cédulas del INV (…) Las Cédulas serán al portador, tendrán la consideración de fondos públicos,… pudiendo pignorarse en el Banco de España (es decir, se podían convertir en dinero, directamente) (B.O.E. del 29-12-54). Cómo el mercado de deuda pública estaba poco desarrollado en nuestro país, las emisiones de cédulas del INV fueron cubiertas por los fondos mutualistas de la seguridad social. 

En el informe de la Semana diocesana del Suburbio, se decía: “No puede desconocerse la contribución importantísima y laudatoria que para resolver el problema de la vivienda hacen La Caja de Pensiones para la Vejez y de Ahorro en toda Cataluña y en la ciudad, junto con la benemérita Caja de Ahorros y Monte de Piedad, Viviendas del Congreso Eucarístico, Obra Sindical del Hogar e Instituto Municipal de la Vivienda” (Semana del Suburbio de Barcelona, 1957: p. 31). Es decir, durante los primeros lustros del franquismo, la financiación oficial de viviendas sociales implicó una mezcla de impulsos inflacionistas, usos de fondos de previsión social y operaciones de la Obra social de las cajas de ahorro.

Cómo las obras benéficas de la Iglesia habían hecho que ésta se adelantase a Falange en la financiación de la vivienda. Esta última necesitaba movilizar recursos públicos para sus proyectos del Plan Sindical. Empezando por el crédito, entre 30 a 50 años, a los compradores y constructores de viviendas.

El Decreto-Ley de 29 de mayo de 1954, disponía conceder a los promotores de las viviendas de renta reducida un 40% de la inversión en anticipos sin interés, más un 50% de préstamo complementario al 4%; 40 años de crédito a la vivienda social, un préstamo que reintegrarían los adjudicatarios en un plazo de veinte años, más un anticipo en otros tantos a contar desde la fecha de liquidación del préstamo. El 10% restante debería ser adelantado por el promotor en forma de solar. El coste del solar se reintegraba con las entregas a cuenta de los beneficiarios de las viviendas, que podían canjearlas por anticipos de la OSH a cambio de trabajos gratuitos de obra, realizados por ellos mismos en días festivos.

Las primeras emisiones del INV recaudaron 750 millones, los cuales no fueron suficiente. En septiembre de 1955, la demora en los pagos que soportaban los constructores y los retrasos en las subvenciones a los beneficiarios amenazaba el Plan. Para desbloquearlo, se aprobó un nuevo empréstito, “bajo la supervisión de la intervención de Hacienda en el INV, se autorizaba, de nuevo, al INV la emisión de Cédulas por un importe de 855 millones de pesetas, con destino a la financiación de viviendas comprendidas en el Plan de la Obra Sindical del Hogar…” (B.O.E. 30-9-55) y, para complementar las cédulas del INV, el Consejo de ministros del 11 diciembre de 1955, autorizaba a las Cajas de Ahorro para conceder préstamos a la Organización Sindical para construir viviendas. Por lo pronto, las emisiones de deuda del INV para el Plan Sindical de la OSH fueron adquiridas por el Instituto Nacional de Previsión y las Mutualidades laborales (Pueblo, 28-2-55). Es decir, por los fondos mutualizados de accidentes laborales y pensiones.

Se empezaba a configurar el sistema inmobiliario de la vivienda modesta tal como lo hemos conocido hasta el siglo XXI, pero los desarrollos financieros vinieron con posterioridad, ya que los del Plan Sindical siguieron las pautas inflacionistas del primer franquismo. En 1954 los proyectos habían contado con un aumento de casi el 100 por 100 de financiación del Instituto de Crédito para la Reconstrucción Nacional (ICRN), fondos obtenidos de la emisión de moneda sin contrapartida fiscal.

En 1955, el FMI prescribió la fórmula por inflacionista, pero las cédulas del INV superaron todas las restricciones impuestas. La razón hay que buscarla en las amenazas del suburbio y los problemas financieros de los constructores, que provocaron un fuerte aumento de la presión, y en 1956 las Mutuas suscribieron de nuevo las emisiones de deuda del INV, permitiendo a los Planes sindicales desarrollarse con relativa fluidez. Es decir, los propios ahorros mutualistas de los trabajadores estaban pagando sus hogares.

El Gobierno estuvo vacilando entre expandir el crédito o recortar la inflación. En 1956 apostó por lo primero, y en abril aprobó un Decreto autorizando al INV para emitir 3.500 millones de deuda: “Se autoriza al Instituto Nacional de la Vivienda a la emisión de tres mil quinientos millones de pesetas para el desarrollo del Plan Nacional de la vivienda (…) El empréstito estará formalizado en títulos al portador a un interés del cuatro por ciento anual, libres de impuestos y con las características y beneficios que se les reconocen por Ley 15-07-54” (deuda pignorable) (B.O: 12-IV-1956).

En 1955 y 1956, el capítulo de vivienda había sido el más importante dentro del conjunto de las inversiones públicas. De una vez por todas, parecía que se cumplirían los planes financieros de la política de vivienda[xv]. Pero, al ponerse en marcha grandes proyectos, emergieron las incongruencias de los programas financieros y se recrudecieron las alertas de los economistas. Pero Falange no quería que ninguna nube empañara su radiante percepción del futuro, se dejaba arrastrar por el voluntarismo, y frente al Colegio y la Facultad de Economía[xvi], respondía: “¿Contamos en nuestra Patria con los capitales de inversión precisos para el desenvolvimiento de este Plan Nacional de la Vivienda sin alteraciones sensibles de otros reglones y sectores de la actividad económica en su intensidad o en su amplitud? (Y contestaba): en efecto, el país cuenta con las disponibilidades financieras que se requieren para la ejecución del Plan de que tratamos” (Arriba, 28-4-1956).

Alarmado por la inflación de dos dígitos, el FMI presionó en 1958 para que se financiara al INV con deuda corriente[xvii], es decir no pignorable ni respaldada por el Tesoro, o directamente con cargo a los presupuestos del Estado, es decir con impuestos. Como la deuda corriente no tenía compradores y el franquismo no tenía fiscalidad, se llegó a 1959, cuando el Plan de estabilización y los créditos de EE. UU. impidieron la quiebra del Estado español.

El Plan Sindical abre la puerta a nuevos negocios que cambian el paisaje

Con el Plan Sindical, Falange encontró su relato, y con él abrió el camino a la Obra Sindical del Hogar. Con la integración de los arquitectos de la V Asamblea y el Instituto Torroja a la experiencia de la vivienda sindical y de los suburbios, los proyectos de la OSH incorporaron una racionalización y normalización técnica, que empujaron la industrialización de la construcción y cambiaron la cultura habitacional del régimen[xviii]. 

El punto débil estuvo en las emisiones de deuda pública, compuestas por cédulas pignorables por dinero a través del circuito Banca privada-Banco de España; un ciclo financiero que generaba una inflación anual de dos dígitos (Velarde, Arriba, 3-2-1957). El conjunto de suburbios, deuda hipotecaria e inflación compone el escenario de lo que ha sido el negocio inmobiliario de la segunda mitad del siglo XX. La ausencia de financiación pública para los proyectos dio a los grupos, bloques y edificios un toque típico de provisionalidad, con grupos de bloques desconectados de la ciudad, a los que solo se podía calificar de “dormitorios colectivos”; en los cuales se echaba de menos “todas aquellas cosas, que permiten dar a un conjunto de viviendas la denominación de barrio” (Semana del Suburbio, 1957, Martorell: p. 44). Si sumamos a todos estos factores la toma falangista de las concejalías de ayuntamiento, tendremos la clave de la estructura social urbana de los años cincuenta, en que las ciudades evolucionaron desde las elites comerciales del siglo liberal a la nueva burguesía del negocio inmobiliario actual.

El Plan Sindical también marcó el camino para consolidar el régimen de ocupación de las viviendas de “promoción oficial”, que devenían en “propiedad del ocupante” al cabo de cuarenta años de amortizaciones mensuales. El panorama de la época exige considerar la aportación de las Cajas de Ahorro al crédito popular hipotecario, y la valoración que estas hicieron de la experiencia con los chabolistas y trabajadores hipotecados, los cuales dejaban de comer para pagar las derramas mensuales (Siguán, 1958). Dichos patrones de solvencia ya habían sido detectados por el ICRN en 1954, cuando, al tiempo que se felicitaba por la recuperación regular de los fondos prestados, el Instituto resaltaba la honorabilidad crediticia de los ciudadanos pobres (ICRN, memoria, 1954).

Por último, la inflación convertiría los pagos hipotecarios en alquileres baratos, completando en unos pocos años una vivencia conservadora del piso en propiedad, que solo estuvo empañada por la baja calidad de inmuebles y urbanizaciones, detonante principal del movimiento vecinal en los últimos años de la dictadura franquista. La propiedad diferida en cómodos plazos creó problemas a la OSH, que se hizo cargo del cobro de las derramas y de la administración de los “grupos y bloques”, los cuales bien pronto manifestaron las carencias de su mala construcción. Los barrios así concebidos se convirtieron en focos de lucha vecinal desde los años sesenta hasta bien entrada la democracia. Estos poblados al sur de la capital tienen amplia resonancia en la memoria democrática de los madrileños; como las U.V.A. de Pomar, San Cosme, Cinco Rosas, Gornal y Badía (Jubert, 1974: p. 38) las tienen para los barceloneses. Vivencias y comportamientos que incorporaron a la cultura de la vivienda en propiedad a los españoles de clase trabajadora y modesta.


[i] Este artículo está basado en el trabajo de investigación realizado para mi Tesis: José CANDELA OCHOTORENA: La política falangista y la creación de una cultura de propiedad de la vivienda en el primer franquismo, 1939-1959. Disponible en TESEO (<https://www.educacion.gob.es/teseo/mostrar Seleccion.do>), Editada como libro DEL PISITO A LA BURBUJA INMOBILIARIA, en PUV, Valencia, 2019.

[ii] “Los intereses creados” Jacinto Benavente, “escena final”.

[iii] COTORRUELO SENDAGORTA, Agustín (1960) La Política Económica de la Vivienda en España. Madrid, “Instituto Sancho Moncada”-C.S.I.C./ MONEO, Rafael (1967) “Madrid los últimos veinticinco años”. Madrid, Información Comercial Española (ICE) febrero, pp. 81-99/ SIGUÁN, Miguel (1959) Del campo al suburbio. Un estudio sobre la inmigración interior en España. Madrid, C.S.I.C. (Junta de Estudios Económicos, Jurídicos y Sociales)/ JUBERT, Joan, (1974) “La OSH Características de la gestión, La OSH y la política de vivienda”. Barcelona, Cuadernos de Arquitectura y Urbanismo, Nº 105, Diciembre (1974) pp. 36-47/ Posteriores a 1978… SAMBRICIO, Carlos (1999); BRANDIS, Dolores (1983); DIÉGUEZ PATAO, Sofía. (2001) y Tesis Doctoral; JULIÁ, Santos (1994); LÓPEZ DÍAZ, Jesús, (2002) Entre otros muchos más…

[iv] Archivo de Alcalá de Henares (AGA (4)45 42/00318) Informe de los inspectores sanitarios…

[v] (AGA (4)45 42/00318) FISCAL SUPERIOR…

[vi] TABLA DE VIVIENDAS CONSTRUIDAS EN EL PERIODO 1944-1954

 Viviendas Protegidas (sociales)                                                                     71.984

Viviendas Bonificables (renta limitada, o de clase media)                              81.879

Viviendas Libres                                                                                            161.438

TOTAL                                                                                                           314.265

(Cotorruelo, 1960)

[vii] Véase José CANDELA OCHOTORENA (texos citados)

[viii] SECRETARÍA DE ORDENACIÓN ECONÓMICO-SOCIAL (S.O.E.S.) (1954) Estudios para un Plan nacional de la Vivienda, Madrid, Presidencia del Gobierno. Asimismo, ver Martorell (2012)

[ix] Personaje de las historietas impresas que siempre estaba buscando algo que comer.

[x] Federico MAYO (1952) “Rentabilidad de la Riqueza Urbana”. Ponencia inaugural en Valencia del XII Congreso

Internacional de la Propiedad Inmobiliaria Urbana. Edita Consejo de Cámaras de la Propiedad.

[xi] Ingresos del Estado 1954, liquidado: 28.873 millones. Pagos del Estado 1954: 27.194 millones (Pueblo, 18-1-55)

[xii] El diario Pueblo (17-12-55) publicaba un concurso subasta para 510 viviendas de renta mínima en Villaverde (Madrid), con un precio de construcción, sin contar solares ni urbanización, de 30.000 pesetas por unidad.

[xiii] GARCÍA-LOMAS, 1959, Hogar y Arquitectura, nº 20 pp. 37-39.

[xiv] El conflicto político entre el Ministerio de Trabajo y el de Hacienda en torno a las finanzas públicas de la vivienda durante esos años, está desarrollado en la tesis de doctorado y en el libro Del Pisito… ya citados.

[xv] VELARDE, artículo “El capital en España” (Arriba, 3-2-57)

[xvi] Ver discusión económica entre Arriba y el Colegio de Economistas de Madrid en la pagina 233 y siguientes de la tesis citada de Jose CANDELA.

[xvii] EMISIONES DE DEUDA DEL INV: II PLAN VIVIENDA (Millones Pts.) (IEF[xvii], 1976).

Años                                     1954    1955   1956   1957   1958

Cédulas                                 500      855    3.500  ---0---  ---0---

Bonos                                  ---0---    800       155  ---0---   850

Reserva-Legal empresas     ---0---    274       274    309     339

Fuente: Elaborado a partir del Informe de deuda del Mº Hacienda, IEF, 1976

[xviii] Desde 1939 el régimen había defendido una arquitectura neoclásica oficial y ruralista familiar.

Jose Candela Ochotorena, jcandela240945@gmail.com

Doctor en Economía y Doctor en Historia contemporánea, Universidad de Valencia.

El plan sindical de Vivienda "Francisco Franco" de 1954