jueves. 18.04.2024

Cold War2“Cold war” es una hermosa y a la vez tremenda película del director polaco Pawel Pawlikowski, al que en España conocimos con “IDA”, ganadora del Oscar a la mejor película de habla no inglesa en el año 2017.

En su última película, que transcurre en Polonia y París entre finales de la década de los 40 y finales de la década de los 60, se entrelazan e influencian tres líneas narrativas, la música, el amor y la política, todo ello con una bella fotografía en blanco y negro y un excelente equipo de actores y actrices.

Los 20 primeros minutos de la película están protagonizados por la presencia de una maravillosa música folclórica polaca (y puntualmente serbia) y la figura de dos especialistas que recorren la Polonia de la posguerra en busca de voces, bailes e instrumentistas del ámbito rural, para preservar su legado artístico y evitar que se olvide y se pierda. Me recordaba la grandiosa tarea realizada en la primera mitad del siglo XX, por el musicólogo norteamericano Alan Lomax, que recorrió Estados Unidos y medio mundo más, incluida España, con un magnetofón grabando a músicos del pueblo.

Y si las canciones son preciosas, los acompañamientos instrumentales y los bailes no se quedan atrás. En España la música popular polaca y en general de los países del Este de Europa, es prácticamente desconocida a pesar de ser de una gran belleza, con una magnifica combinación de melodía y ritmo.

Avanzada la película, el folk es sustituido por el jazz de los años 50 en los cafés de París, de nuevo con excelentes interpretaciones y una estupenda recreación del ambiente de esos cafés.

La línea política, apuntada con pocas referencias, pero de enorme fuerza y tremendo contenido, reflejan los últimos coletazos de la época de Stalin  y su implacable aplicación en los países del llamado socialismo real.

La película subraya las interferencias de los burócratas estalinistas en la cultura popular, otro elemento nefasto, como lo fue sin duda en la Rusia Soviética a partir de los primeros años 30

Polonia, que fue liberada de la invasión alemana por el ejercito soviético, fue incapaz de construir su propia democracia popular, atenazada como estaba por un poderoso vecino, que consideró que Polonia tenía que ser un tapón sin fisuras frente a Occidente y en especial frente a Alemania. Andrzej Wajda, un gran director polaco narró muy bien en sus películas la evolución de Polonia, desde la ilusión de la liberación por los soviéticos y partisanos y el final de las dictaduras burguesas que había sufrido el país,  hasta el desencanto que culminó con Walesa y el Sindicato Solidaridad.

A pesar de todo, “Cold war” apunta que las clases populares polacas, a diferencia de los burgueses, se encontraban seguros con ese régimen del socialismo real y no se sentían atraídos para escapar al Occidente capitalista. Son también muy significativas las dos o tres pinceladas sobre la Iglesia Católica, en un país donde tenía y tiene profundas raíces y cuya marginación fue un craso error del régimen socialista y un motivo de distanciamiento de la población, al igual que sucedió en otros países del Este.

La película subraya las interferencias de los burócratas estalinistas en la cultura popular, otro elemento nefasto, como lo fue sin duda en la Rusia Soviética a partir de los primeros años 30.

Y en lo que se refiere a la línea amorosa, “Cold War” contempla un “amor fou”, con todos los ingredientes, diferencias de clase, de edad, de cultura, de ambiciones y a pesar de todo una gran pasión que pervive más allá del tiempo y el lugar y que los dos magnificos protagonistas transmiten con gran fuerza.

En definitiva, una película muy recomendable, para disfrutar y para sentir desasosiego, esto último especialmente en los que venimos de la cultura comunista.

'Cold war', buena película de música, amor y política