sábado. 20.04.2024
Palacio_de_Comunicaciones

(Capítulos 25, 26 y 27)

25.- EL PALACIO DE COMUNICACIONES

También de principios de siglo es el Palacio de Comunicaciones, en la Plaza de Cibeles. El diseño de la Casa de Correos y Telégrafos es obra de Antonio Palacios, arquitecto que sembró Madrid de edificios como los Talleres del ICAI, el Hospital de Jornaleros, en la calle de Maudes (sede de la Consejería de Obras Públicas, Urbanismo y Transportes), el Edificio Comercial de la Calle Mayor, la Casa Matesanz o el Hotel Avenida, ambos en la Gran Vía, las Oficinas del Metro en la calle Sánchez Barcaiztegui y algunos de los que veréis a lo largo del recorrido, como los del Banco Central, el Círculo de Bellas Artes o el Banco Mercantil.

En el proyecto y construcción, participa también Julián Otamendi, quien, junto a su hermano Joaquín, será autor de los proyectos del Edificio España y de la Torre de Madrid en la Plaza de España.

Los magníficos edificios que se levantan en la Plaza de la Cibeles suponen un reto al que se enfrentan Antonio Palacios y Julián Otamendi, quienes elaboran un proyecto, ganador del concurso convocado por el gobierno en 1903, para construir la nueva Casa de Correos y Telégrafos, sobre una parte del solar que ocupaban los Jardines del Retiro, que se prolongaban, en aquel momento, desde la Plaza de la Independencia hasta la de Cibeles.

Iniciadas las obras en 1905, concluyen en 1917. El edificio presenta una abigarrada mezcla de estilos que abarcan desde el plateresco hasta el racionalismo y el funcionalismo, pasando por el modernismo y los elementos barrocos. La planta adopta forma de plaza a la que accedemos atravesando unos arcos.

En el edificio principal se encuentra el vestíbulo sobre el que se alza la torre del reloj, cuya semejanza con la de un templo religioso, le valió la popular denominación de Nuestra Señora de la Comunicaciones.

La fachada cóncava se encuentra plagada de elementos ornamentales. Sobre la entrada principal un cuerpo de mujer se convierte en el mascarón de proa. A diferentes niveles, podéis encontrar leones, frutas, hombres tocados con cascos, escudos, que pueblan las fachadas que dan al Paseo del Prado, a las calles de Alcalá y Montalbán y a la propia Plaza de La Cibeles.

Desde el momento de su construcción, por el hecho de amputar una parte de los Jardines del Retiro, hasta nuestros días, el edificio ha despertado pasiones encontradas entre quienes alaban o denigran el gusto de sus autores.

26.- PALACIO DE LINARES

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En la misma Plaza de Cibeles, en su espacio nororiental, se encuentra el Palacio de Linares, ejemplo significativo de los palacios construidos en Madrid en el último tercio del siglo pasado.

Consta de tres plantas rematadas por balaustrada. La fachada que da a la Plaza, es de estilo neobarroco y presenta una parte central convexa, en cuya planta baja se abren tres puertas de acceso enmarcadas en arcos rebajados. En las otras dos plantas hay balcones, cuyas puertas se separan por medio de dos pilastras. En el  balcón de la primera planta, una balaustrada.

En el interior, podréis apreciar, en alguna otra ocasión, pinturas de Valeriano Bécquer o esculturas de Suñol.

En la parte posterior, podéis ver una escalera doble que se abre al jardín en el que se encuentran los pabellones de servicios concebidos con estilos distintos. Uno de ellos clásico y otro romántico.

El edificio fue ideado por Carlos Colubí y se inició en 1872, siendo propietario el marqués de  Linares, quien lo abandonó al poco de ocuparlo. Los fantasmas que habitan sus muros han alimentado su fama al calor del abandono padecido por el palacio y las leyendas truculentas de amores incestuosos que pesan sobre él. En su busca se han llegado a realizar sesiones de psicofonía para escuchar las voces que vagan por los salones y pasillos.

Como otros muchos edificios estuvo a punto de ser ajusticiado por la piqueta especuladora, hasta que en 1990 fue rehabilitado por el arquitecto Carlos Puente. Ahora alberga la sede de la Casa de América.

27.- EL PALACIO DE BUENAVISTA

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En la esquina noroccidental de la Plaza, sobre una elevación que justifica el nombre del palacio, se encuentra el Palacio de Buenavista, Cuartel General del Ejército, precedido por un amplio jardín. Es obra de Juan Pedro Arnal (1735-1805), de quien tendréis ocasión de ver también la Casa de Postas. Aprovecharemos el momento para conocer la obra de este arquitecto madrileño hijo de emigrantes, como casi todos nosotros.

Juan Pedro Arnal nació en Madrid en 1735, hijo de padres franceses. Su padre fue un prestigioso platero de la Corte de los primeros borbones españoles y era originario de la zona de Perpiñán, mientras que su madre procedía del Languedoc. Ambos decidieron que su hijo estudiara en la Academia de Bellas Artes de Toulouse, ciudad situada en la región en la que nació la madre.

Obtiene, a lo largo de su carrera en Francia, siete premios de arquitectura, diseño y perspectiva. Hacia 1760, concluida su primera etapa formativa, vuelve a Madrid y se vincula a la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde en 1763 obtiene  el Premio de la Primera Clase de Arquitectura.

En 1767, es elegido para participar en la Expedición que dirigen Juan de Villanueva y José de Hermosilla, para estudiar el arte árabe en Córdoba y Sevilla. Tres años más tarde, es Profesor de la Academia y en 1774 consigue su primer cargo relevante en la misma, como Teniente Director General, llegando a ocupar la Dirección en 1801, tras desempeñar otros muchos puestos como el de Arquitecto del Rey, o arquitecto oficial de algunos aristócratas de la Corte.

Muere a los 70 años, en la calle de las Huertas, número 11, donde tenía su domicilio y es enterrado, junto a su primera esposa, en el Convento de los Carmelitas Descalzos.

Pedro Arnal, como gustaba firmar sus trabajos, no es sólo un defensor y difusor del neoclasicismo francés, desde sus puestos en la Academia, sino que en su labor como arquitecto podemos rastrear una incansable labor de elaboración de proyectos y dirección de obras. A lo largo del recorrido de la manifestación, tendréis ocasión de contemplar el Palacio de Buenavista y la Casa de Postas.

Numerosas restauraciones y remodelaciones de casas en la capital, puentes como el de Navalcarnero, presas, pósitos, escuelas como la de Mazcuerras en Santander, el ayuntamiento y la cárcel de Soto de Cameros en Logroño, caseríos como el de Jaizquibel en Guipúzcoa, fuentes como la de Sigüenza en la calle de San Antonio, la Imprenta Real, dan buena cuenta de su actividad como arquitecto civil.

También en el ámbito de las construcciones religiosas abordó las remodelaciones y proyectos en los lugares más variados. Desde Madrid a Quito o desde Navalcarnero a Méjico, pasando por Euskadi, diseñando desde una torre a un sepulcro infantil, o desde un tabernáculo a un claustro.

Fuera de la ciudad, Arnal no duda en elaborar proyectos tan ambiciosos como el diseño de la Ciudad de San Carlos, en el Valle de Santa Elena, al servicio de los Planes colonizadores de Carlos III en las zonas despobladas del reino. También le encontramos trazando el urbanismo del Real Sitio de la Casa de Campo.

En un Madrid acostumbrado a los festejos conmemorativos de nacimientos de infantes e infantas, bodas reales, victorias militares -cada vez menos-, tratados de paz y exaltaciones al trono, los arquitectos no desdeñaban esa arquitectura, efímera pero agradecida, del montaje de escenografías provisionales para engalanar la ciudad en aquellas ocasiones. Arnal no es menos y así le vemos participar en unos y dirigir otros, como los festejos que tuvieron lugar para conmemorar el nacimiento de los infantes Carlos y Felipe, la Paz con Inglaterra, o la subida al trono de Carlos IV.

Si pudiéramos elegir un modelo de arquitecto formado en el Neoclasicismo y practicante del mismo en España, con todas las virtudes y defectos que adornan a los académicos de la época, pero muy por encima de la mediocridad, ese sería, sin duda, el poco conocido Juan Pedro Arnal.

Entre 1769 y 1777, Arnal se encarga de la construcción del Palacio de Buenavista, para ser residencia de la duquesa Cayetana de Alba.

El Palacio tiene forma rectangular y se estructura en torno a dos patios también rectangulares de distinto tamaño. Se adapta al modelo neoclásico. La fachada de ladrillo presenta molduras y cercos de piedra blanca, así como un frontón que mira hacia el sur y que queda desnaturalizado al haberse añadido, posteriormente, un ático a la construcción original.

Vendido el Palacio al Ayuntamiento, éste lo regala a Manuel Godoy, el voluntarioso y trabajador gobernante ilustrado ascendido a las más altas magistraturas del reino, desde su puesto en la Guardia de Corps, en virtud del cargo que ocupaba en la cama de la reina María Luisa, esposa de Carlos IV.

José Bonaparte reforma el Palacio y le añade una escalera orientada hacia la calle de Alcalá. Su intención era convertirlo en Museo de Pintura. Posteriormente, en 1847, se convirtió en Museo de la Guerra y en 1870, pasó a ser sede del Ministerio de la Guerra. A lo largo de su historia, se fue ampliando con nuevos pabellones y la incorporación de terrenos próximos.


Capítulos anteriores


El Madrid del Primero de Mayo de Francisco Javier López. Capítulos publicados

Presentación: Madrid Patrimonio por entregas

Palacios: Comunicaciones, Linares y Buenavista