viernes. 19.04.2024
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El francés Éric Vuillard, nacido en el mes más famoso del siglo XX (has acertado, mayo de 1968), es un literato y un cineasta que el año pasado logró el respetable premio Goncourt por su novela L'ordre du jour, en España traducida como El orden del día. Una novela que acabo de leer en la excelente edición de Tusquets, publicada este año 2018, cuya traducción ha corrido a cargo de Javier Albiñana.

Un chico listo este Vuillard, alguien que sabe. Saber es muy importante. Aunque él escriba que “con el ser humano nunca se sabe”, sabedor, ya digo, de lo que viene siendo la presencia del Homo sapiens a lo largo de los siglos. Vuillard sabe:

“Si alzamos los andrajos repulsivos de la historia, nos encontramos con lo siguiente: la jerarquía contra la igualdad y el orden contra la libertad”.

Vaya que si sabe:

“El tiempo prosigue su peregrinación, imperturbable en medio del caos”.

Buena definición de la historia, del devenir de los seres humanos estudiado por la Historia con mayúscula. Sigo.

La novela es cortita, lo cual anima a leerla si alguien te la ha recomendado encarecidamente porque ha acertado a ver en ella tanto un libro de Historia como una narración y cree que tú como lector y como historiador estarás doblemente inmiscuido en su lectura. Sí. La he leído muy rápidamente por dos razones, porque se lee bien, aunque no esté del todo bien escrita (o traducida, no sé), y porque no le da tiempo a abrumar dada su breve brevedad. 128 páginas impresas con su texto, presentadas en un interlineado fetén y un cuerpo de letra generoso. Lo dicho, leerla como merece no me ha llevado demasiado tiempo y asimilar lo que cuenta tampoco. Me ha ayudado, por supuesto, conocer el tiempo en el que desbarajustadamente transcurre lo que cuenta, ese pasado atroz que ya empieza a resultar antiguo y ampliamente conocido.

Vuillard pretende denunciar poéticamente, por medio de su prosa aparentemente de ensueño (¿qué querrá decir con frases como esa de que “la muerte nos ofrece aquello de lo que dispone”?), la existencia de personas, los ricachones capitanes de empresa, a quienes el nazismo les vino de perlas. Lo sabemos. Que les vino de perlas, digo. Pero quizás no había habido antes una novela escrita directamente hacia el núcleo de aquella vileza. Imagino que esa es la razón de ser, la excusa argumental del nacimiento de El orden del día.

9788490665077-1El autor francés se ampara como narrador, a la hora de justificar su actitud, escribiendo que “la literatura, según dicen, lo permite todo”. Pero creo que se confunde, porque literatura es también la Historia, el oficio de los historiadores en el que seguramente ha fundamentado su libro. Imaginemos que quiso decir la novela, la narrativa.

El orden del día es una novela sobre el nazismo, y en ella volvemos a saber de él que se mueve, se movió, entre la “altanería violenta”, las “palabras terribles e inhumanas”, y “la amenaza, brutal; la propaganda, repetitiva y vulgar”. Que el nazismo es, fue, “multitudes amargadas”, es, fue, “una juventud atrapada en falsos dilemas que dilapida su furia en una espantosa aventura”. Que el nazismo transcurrió en un tiempo en el que hubo que elegir “entre la luz y las cenizas”, un tiempo en el que no cupo “soñar con ser virtuosos”, un tiempo en el que imperaba “un respeto misterioso por la mentira”. Que para el “atajo de bandidos y criminales” que eran los nazis, “el hecho consumado es el más consistente de todos los derechos”.

En definitiva, otro ¿buen? libro, ¿novela?, sobre aquella caída en el abismo. Y van…

Otra novela sobre la peregrinación caótica del tiempo: El orden del día