jueves. 28.03.2024
MUJERES DE PELíCULA | EDMUNDO FAYANÁS ESCUER

Olympia Gougues, la luchadora ignorada durante siglos y tardíamente reconocida

En 1989, la historiadora francesa Catherine Marand-Fouquet dirigió una solicitud reclamando al presidente de la República Francesa, el entonces conservador Jacques Chirac que el nombre de Olympe de Gouges figurase en el Panteón de París. Fue una petición infructuosa que no prosperó.  Injustamente.

Nace el 7 de mayo de 1748 en Moutaban (Francia). Era hija de Pierre Gouze, carnicero de oficio que se negó a firmar el acta de su nacimiento, porque tenía dudas de su paternidad. Su madre era Anne Olympe Moisset, que era criada. Parece ser que su padre fue el aristócrata y poeta Jean Jacques Lefranc, marqués de Pompignan, sin embargo éste nunca reconoció su paternidad.

Como sus padres eran pobres no tuvo una buena educación por lo que carecía de cultura a pesar de su inteligencia. A los diecisiete años se casa con Louis- Yvres Aubry que era bastante mayor que ella. El matrimonio duró tres años, pues su marido falleció. Tuvieron un hijo que se llamó Pierre y después de muerta Olympe renuncia a su madre.

Su matrimonio no fue feliz y ella lo calificó como “la tumba de la confianza y del amor”. Como era habitual en esa época en Francia, la viuda se quedaba con el nombre del marido, así ella se hubiera quedado con el nombre de “la viuda de Aubry” pero renunció a tener dicho nombre.

Ya viuda, se traslada a París, en el año 1770, donde lleva una vida burguesa que le permite dar a su hijo Pierre una buena educación. Al mismo tiempo Olympe trabajó para darse un buen nivel cultural y poderse desenvolver con soltura por los palacios que frecuentaba. Era asidua a los salones literarios y es allí donde conoció a la elite intelectual del país.

Cambia su nombre de Marie por el de Olympe en honor de su madre y a su apellido le añade la “de” que implica un ennoblecimiento del mismo. La forma de introducirse en los círculos de intelectuales franceses fue presentándose como la hija del poeta Jean- Jacques Lefranc.

Mantuvo una larguísima relación con un oficial de la marina, Jacques Bietrix de Roziere, que era dueño de la Compañía Real de Transportes militares. El le pidió matrimonio, pero ella rechazó tal proposición a pesar de las presiones familiares que sufrió, puesto que veían en este matrimonio una oportunidad de asegurarse un gran futuro. A pesar de esta negativa, siguió viviendo con él durante muchos años. La relación se acabó justo con el inicio de la Revolución Francesa en 1789. Fruto de esta relación tuvieron una hija llamada Julie, que falleció siendo muy pequeña

Enseguida Olympe empezó a escribir, siendo dos sus temas centrales, por un lado la defensa de la mujer y de sus derechos y por el otro la denuncia sobre la situación en que vivían los negros y todas aquellas cuestiones de discriminación social de las gentes pobres del país.

Escribió, en el año 1785, “Zamore et Mirza, ou l´heureux naufrage”, siendo un alegato de denuncia sobre situación en la que viven y son tratados los esclavos negros. Esta obra iba a ser representada por la Comedie Francaise, pero se negaron a representarla, puesto que esta Compañía dependía económicamente de la Corte de Versalles. En aquellos momentos, el 50% de los ingresos exteriores de Francia provenían de la venta de esclavos y muchas de las familias nobles más poderosas francesas se habían enriquecido con el tráfico de esclavos.

Como consecuencia de la publicación de esta obra. Olympe de Gouges fue encarcelada en la emblemática cárcel de la Bastilla de París, pero con ayuda de sus amigos salió liberada posteriormente. Finalmente esta obra fue representada. A pesar de estos hechos, ella siguió denunciando la cuestión de la esclavitud en la sociedad francesa, para que fueran conscientes de la gravedad del problema. Luchó porque se acabara con esta práctica, a pesar del lucro financiero que suponía para las elites del país.

Publicó “reflexions sur les hommes négres” tres años después (1788), que le hizo ingresar como miembro del “club des amis des noirs”. Dos años después publico otra obra sobre el tema de la esclavitud titulada “le marché des noirs”.

Toda esta labor intelectual de lucha contra la esclavitud del hombre negro le granjeó grandes simpatías en los movimientos progresistas franceses, como el abate Gregoire y el diputado girondino Brissot, que eran reconocidos abolicionistas.

Dentro de su labor política destaca la publicación en el año 1988 la obra en el periódico “el journal general de France” de varios folletos sobre temas políticos de los que destacan “la lettre au peuple” donde plantea la instauración de un impuesto patriótico centrado fundamentalmente en las élites financieras y nobles francesas. Por supuesto esto levantó grandes ampollas en todo el país.

En otro escrito político, se dedicó a plantear un amplio abanico de reformas sociales encaminadas a solucionar el grave problema social que entonces vivía el país y que acabaría generando la Revolución Francesa.

Se dedicó a escribir proyectos sociales en los que estableció su defensa de los derechos de las mujeres. Dichos proyectos los hacía llegar a los representantes políticos, a los clubs patrióticos y a figuras políticas relevantes como Mirebeau, La Fayette, Neker….. Funda también una Sociedad Fraternal que estaba abierta tanto a mujeres como a hombres. Su credo político se basaba en:

La igualdad entre hombres y mujeres en todos los ámbitos de la sociedad.
Derecho al voto femenino en igualdad al hombre.
Igualdad de acceso al trabajo público.
Igualdad política en el ámbito público con acceso sin ningún tipo de restricciones a la vida pública.
Poseer y controlar las propiedades en igualdad entre hombres y mujeres.
El derecho de la mujer a formar parte del ejército.
El derecho de la mujer a la educación.

Cabe destacar también otros aspectos llamativos como la desaparición del matrimonio y en consecuencia la existencia del divorcio. Decía “la mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos. Las distinciones sociales solo pueden ser fundadas en la utilidad común”. Pidió el reconocimiento de los niños nacidos fuera del matrimonio. Plantea numerosos sistemas de protección social en defensa de la infancia y de los parados.

Todas estas cuestiones fueron defendidas por Olympe con gran vehemencia tal y como era su carácter, que la distinguiría siempre por su capacidad de lucha y de romper fronteras sociales. Olympe escribe, en el año 179, la Declaración de los Derechos de la Mujer y la ciudadanía. Comienza de la siguiente manera: “Hombre, ¿eres capaz de ser justo? Una mujer te hace esta pregunta”.

Cuando estalla la revolución, defiende la monarquía constitucional, pero enseguida se pasa al mundo político republicano, ante la debilidad e inconsistencia monárquica, al entender el republicanismo como una forma política mucho más democrática. Dentro del mundo revolucionario formó parte del ala más moderada, participando con el sector de los girondinos. Se opuso a la muerte de Luis XVI y denunció el radicalismo destacando por sus críticas a Robespierre y a Marat.

Con la caída y desaparición posteriormente de los girondinos de la escena política, hace que Olympe sea detenida y procesada por los tribunales, los cuales le mandan sin ningún tipo de juicio a la prisión de la abadía de Saint-Germain-des-Prés, donde se le mantiene en unas condiciones inhumanas y donde incluso se le niega la atención sanitaria.

Como su situación física era muy precaria, consigue empeñar sus joyas con lo que compra a sus carceleros para que la trasladen a una prisión menos dura y donde estaban detenidos los presos de la alta sociedad francesa. Desde la prisión reclama el derecho a defenderse en un juicio ante los tribunales y evitar de esta forma ser juzgada por un tribunal revolucionario, en el que apenas había garantías jurídicas.

Olympe es llevada ante los tribunales, el 2 de noviembre de 1793, no aceptando ser defendida por abogado, diciendo que ella sabe muy bien defenderse, proclamando que “si las mujeres pueden subir al cadalso, también deberían subir a una tribuna”.

El tribunal la condena a muerte por defender la creación de un Estado federado en Francia, que era uno de las propuestas políticas defendidas por los girondinos. Al ser condenada, alega que se encuentra embarazada, parece ser que de una relación que mantuvo con un preso en su estancia en la cárcel. Sin embargo, los médicos no certifican dicho embarazo.

Olympe de Gouges sube al cadalso y es guillotinada, el 3 de noviembre de 1793, cuando tenía cuarenta y cinco años. En el cadalso gritó “enfants de la Patrie vous vengerez ma mort”. Su hijo Pierre Aubry reniega de su madre y de su pasado político con la finalidad de librarse de la justicia y evitar acabar como su madre en la guillotina.

Olympe de Gouges como muchas otras mujeres tuvo que hacer frente a la misoginia en la que se enmarca gran parte de la historia europea. Ha sufrido una gran persecución y un gran descredito por entender sus avanzadas teorías políticas fuera de la realidad social.

Cayó en el olvido más intencionado por parte de la historia francesa a lo largo del siglo XIX, donde la llamada intelectualidad no podía aceptar el papel teórico de esta mujer en defensa del mundo femenino y por sus progresistas y novedosas medidas en el campo social para favorecer a las clases más desfavorecidas. En este caso se ve muy bien como la historia está escrita para y por los poderosos El olvido de Olympe es una mancha difícil de limpiar para la historia de Francia y sobre todo para su reconocida escuela de historiadores.

La historiadora francesa Catherine Marand-Fouquet dirigió, en el año 1989, una solicitud reclamando al presidente de la república francesa el entonces conservador Jacques Chirad que el nombre de Olympe de Gouges figurase en el Panteón de París, pero éste no lo aceptó.

Sólo a partir de mitad del siglo XX, se le reconoce a Olympe como una de las grandes figuras humanistas de la revolución francesa de finales del siglo XVIII.

Olympia Gougues, la luchadora ignorada durante siglos y tardíamente reconocida