viernes. 19.04.2024
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Mural con técnica de grafiti en la localidad de Zuera, Zaragoza, España. Dedicado a Odón de Buen. (Imagen: Wikipedia)

Odón de Buen y de Cos, darwinista y anticlerical

ilustres prendasEn el año 2012, publiqué el libro titulado Ilustres Prendas, donde contaba, entre otras, la historia del naturalista y darwinista Odón de Buen y de Cos. Y como quiera que la intransigencia de los ortodoxos que lo persiguió en vida, emerge una y otra vez en este tiempo con idéntico apasionamiento encarnizado -lo que demostraría lo complicado que es avanzar en el terreno científico, cultural y social si por medio se introduce Dios y la fe-, he creído oportuno recoger en este artículo parte de aquel relato, y reivindicar la figura de Odón, tanto en su perspectiva de investigador como luchador por las libertades políticas, religiosas y sociales.


Dicotomía permanente

La dicotomía conservadurismo y progresismo, observable en política, ha sido la misma que se festejaba ante la ciencia y sus manifestaciones. La Iglesia siempre vio en la ciencia su enemigo más determinante. Ateísmo y ciencia fueron para ella un binomio indisoluble.

El peso institucional y social de las fuerzas integristas era tan vigoroso como el de las fuerzas progresistas. Si estaban a la greña en el terreno político, ¿cómo no lo iban a estar en el tejido social, político y, lo que interesa ahora, cultural y científico?

Los tradicionalistas, cobijados bajo el manto protector de la santa madre Iglesia oscurantista, aprovecharon su influencia institucional y social para evitar que las nuevas ideas del evolucionismo se airearan en la sociedad. Pobrecitos ciudadanos. ¿Cómo soportar la terrible imagen de que el hombre procedía del mono? No sólo eso. Intentaron por las bravas y por el ejercicio imperioso de la censura que las ideas del transformismo no traspasaran siquiera las puertas de la Universidad. Para ello, consiguieron demonizar a aquellos profesores partidarios de las ideas darwinistas aunque sus delatores no hubieran leído una página de su inventor.

darwin.especiesConvendría recordar que Darwin fue nombrado profesor honorario de la Institución Libre de Enseñanza y que muchos de los partidarios de sus ideas eran militantes republicanos y progresistas como Antonio Machado y Núñez, los hermanos Calderón y Arana y tantos otros, como Laureano Calderón, un naturalista represaliado por el Antonio Cánovas.

El origen de las especies aparece en España en 1872, en una primera traducción incompleta, realizada por Clemence Royer. Hubo que esperar hasta 1877, para leer la primera edición completa a partir de la sexta edición inglesa (Josa i Llorca, Jaume. Introducción a la edición de “El origen de las especies”, Madrid, Espasa-Calpe, 1988).

La llegada de las ideas evolucionistas provocaría un terremoto tanto o más potente que el ocasionado por Galileo en su tiempo. Fruto podrido de ello, estallará en Barcelona, a comienzos de octubre de 1895, una rebelión estudiantil formidable. El motivo será la retirada de las obras científicas de Odón de Buen, que habían sido incluidas en el Índice de libros prohibidos y la posterior suspensión del catedrático de Historia Natural de la Universidad de Barcelona.

cartasLas obras de Odón, Tratado elemental de Geología, Tratado elemental de Zoología y Botánica, habían sido informadas favorablemente por el Consejo de Instrucción Pública el 26 de julio de 1892, si bien el Consejo aclaraba que no se hacía solidario de las afirmaciones en algunos pasajes. Normal. La mayoría de lo que decía Odón superaba con creces el cerebro de aquellos tullidos mentales. Si no, ¿cómo permitió dicho Consejo que en el 14 de junio de 1895, las obras de Odón fueran incluidas en el Índice de libros prohibidos, en compañía de otras como el Apocalipsis y el Misterio Eucarístico y otra de Félix Lacaze titulada con el sugerente oxímoron En Lourdes con Zola, dedicada al papa León XIII, y que puede leerse en Internet? Ni una frase de solidaridad saldría de dicho Consejo con el sabio Odón.

En 2018, se editaron sus Cartas a un labrador (1887-1894), publicadas en Las Dominicales del Libre Pensamiento, y firmadas por el seudónimo Polemófilo, y que podía traducirse como amante de la dialéctica, de la discusión, de la polémica, en definitiva, de la búsqueda de la verdad, y no, partidario de la guerra, que es lo primero en lo que se piensa viendo el término polemós (guerra, en griego). La edición,  introducción y notas de esa publicación se deben a Antonio Calvo.

Odón de Buen, ateo, hereje y anticlerical

En este contexto de pusilanimidad laica, la Iglesia se creció como los hongos parásitos. Tanto que el obispo de Barcelona, Jaume Catalá, ordenará que se entreguen los libros de este hereje a la autoridad eclesiástica para quemarlos y, por si fuera poco, haciendo, uso de los recursos que le proporcionaba la Ley de Moyano, enviaría al Ministro Fomento el mensaje explícito de que para “evitar el conflicto provocado por el señor Buen se disponga que explique el curso de Historia Natural un profesor que no sea anticatólico ni enseñe doctrinas anticatólicas”, y que “se forme el oportuno expediente”.

obispoEl obispo reivindicaría también “su derecho a velar por la pureza de la fe y de las costumbres, en los establecimientos de enseñanza”. Eufemismo de llevar a la hoguera cualquier atisbo heterodoxo.

El requerimiento inquisitorial del obispo provocó que el rector de la Universidad de Barcelona, Julián Casanyes, suprimiera las obras de Odón de la lista de libros de textos y que con ese motivo se empezara a extender la noticia de la posible suspensión del catedrático.

El 7 de octubre, una multitud esperaba a Odón a la hora de su clase, que finalizaría con una manifestación estudiantil en su de apoyo. A partir de ahí, se encadenan los hechos con la suspensión del catedrático por el rector, nuevos conflictos estudiantiles, intervención de la policía en la Universidad y extensión del conflicto a la sociedad, hasta el punto de que el capitán general de Cataluña, Valeriano Weyler, que se encontraba en Madrid, se dirigirá rápidamente a Barcelona donde se dará una impresionante concentración de tropas alrededor de la ciudad, rumoreándose que se declarará el estado de sitio, lo que, según algunos, “ha excitado la hilaridad pública”.

Los estudiantes que se habían enfrentado al rector presentan un escrito protestando por el atropello cometido contra la independencia de cátedra. En vista de ello, el rector fuerza el cierre de la universidad, hasta que se celebre la anunciada entrevista entre el ministro de Fomento y el profesor. Los estudiantes católicos presentan un escrito apoyando al rector en el que achacan los sucesos a “turbas salidas de las logias masónicas y de los centros republicanos”. Del Averno, mejor.

En efecto, los republicanos, al frente de ellos Nicolás Salmerón, sostendrán que “no están dispuestos a pasar por alto un ataque semejante a la libertad de cátedra y a la de la ciencia, que valorará hasta el punto de considerar que, después de la existencia de la nación y enlazada con ella, es la del respeto y consagración de la libertad de la ciencia, basada en la tolerancia religiosa (el asunto de más transcendental importancia” (9.X.1895).

¿Que dice que venimos del mono? ¡Pues leña al mono!

Menudo panorama el que se vivía a finales del XIX. La Jerarquía católica se había convertido en la rectora de los contenidos impartidos en la Universidad. ¡Como para que la ciencia avanzara un milímetro en España!

El conflicto del profesor Odón fue remitiendo a partir del 11 de octubre, pero su apertura de expediente seguiría su curso disciplinario. Finalmente, tras aprobar el Consejo Universitario los cargos contra el catedrático y presentar éste su defensa, aquel aceptará rechazarlos.

La prensa siguió este conflicto, pues el asunto de la ciencia y, en especial, el darwinismo y eso del mono, produjo en la sociedad un estupor sobresaliente. En realidad, este asombro fue general. Lógico. Toda la eternidad oyendo que eras una criatura manufacturada directamente por Dios y, de repente, te dicen que de eso nada, que estamos en un grasiento error, ya que, en realidad, nuestro padre único y verdadero era un orangután. Normal que la gente se subiera por la parra del espanto.

darwin mono

El 27 de Marzo, 1893, el nuevo catedrático de Metafísica que inauguró su primera clase acompañado del catedrático Odón de Buen, las pasó de exterminio. Al terminar su disertación, se produjeron disturbios y peleas, a "garrotazos y puñadas". Y, al día siguiente, pasó lo mismo. Como se dijo, "carlistas no estudiantes con garrotes, acompañados de numerosos seminaristas se introdujeron en el recinto para armarla”.

Al salir de clase el catedrático Sanz Benito, resonaron los vítores y condenas de uno y otro signo y a continuación se produjo una gran refriega en la Plaza de la Universidad, con la presencia activa de guardias de a caballo, entrando sable en mano en el edificio universitario. El resultado fue de un herido grave, tres leves y numerosos contusionados. La manifestación y la pelea cesaron cuando el gobernador civil pidió a los estudiantes que se disolvieran.

El 16 de Abril de 1893, el periódico El Diluvio explicaba que los "estudiantes reaccionarios habían pedido al ministro de Fomento una clase especial de Metafísica para los alumnos de Derecho, y que también habían pedido al Obispo que invocase el Concordato para que la enseñanza oficial de la Universidad no perdiese su carácter católico". Luego informaba que, como respuesta a lo anterior, un numeroso grupo de estudiantes de Metafísica había telegrafiado al ministro, desautorizando la iniciativa de sus reaccionarios compañeros, y señalando que los autores de la petición eran "extraños a la clase, o que estando matriculados no asistían a la misma".

El día 22 de Abril, el mismo papel informaba que los estudiantes reaccionarios seguían su acoso a Sanz Benito: le habían abucheado porque había afirmado que "los ateos podían ser personas de honor como los demás".

en un mitinDespués de conocer este episodio, cobraba mucho más sentido un documento fechado el 30 de septiembre de 1895 del Obispo a la Universidad, donde le recordaba "el ejercicio del derecho que la Ley de Instrucción pública le concede para velar sobre la pureza de la doctrina de la fe y de las costumbres sobre la educación religiosa de la juventud", y que ya señalé anteriormente.

Odón era republicano, anticlerical, librepensador y masón, claro. Con estos antecedentes era imposible que los integristas aceptaran que siquiera fuese un científico. Pues, un ateo ni podría ser buena persona y, caso de que tuviera ciencia, lo sería de pacotilla. Una ciencia que no afianzase la fe en Dios sería de todo, menos ciencia.

Odón, un hombre de ciencia

Odón de Buen y del Cos nació en Zuera (Zaragoza) en 1863, Estudió la carrera de Ciencias Naturales en Madrid. Se inició en los estudios de Petrografía con Máximo Laguna y José Macpherson. Como nota curiosa hay que señalar que para costearse los estudios daba clases particulares. Entre sus alumnos se encontraría Miguel Primo de Rivera, futuro Dictador.

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Odón de Buen de joven (hacia 1886) y junto a su mujer.

Publicó con solo veinte años Anales de Historia Natural, y con Vicen Castelló crearía el Anuario Científico Español. Después de que en 1885 muriera su padre por la epidemia del cólera, fue seleccionado para realizar investigaciones científicas a bordo de una vieja fragata, Blanche, superviviente de la batalla del Callao. Como Darwin en el Beagle, Odón recogería materiales, entre ellos dos especies de isópodos, clasificados en referencia a su nombre como Metropontus bueni y Porcelio bueni. En 1889, tras varios intentos, ganó la cátedra de Zoología en la Universidad de Barcelona, y en 1911 se trasladó a Madrid.

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Buen revolucionó la enseñanza de las ciencias en la Universidad. Introdujo material científico avanzado, estableció prácticas de laboratorio y salidas al campo y estableció relaciones estrechas con la Estación Biológica de Banyuls. Sus manuales explicaban los fenómenos naturales con planteamientos evolucionistas y sin rodeos.

No es de extrañar que con estos antecedentes, la Iglesia lo persiguiera a muerte. El cardenal Casanyes lo declararía hereje, consiguiendo que lo echaran de su cátedra. A Francia le vino de perillas esta persecución, pues el Gobierno francés acogió a Odón nombrándolo Oficial de Instrucción Pública. En España, los científicos eran llevados a la hoguera y en Francia se los nombraba ministros del Gobierno.

Es posible que lo que vaya a contar ahora no tenga relación alguna con el hilo argumental que llevo tejiendo. Pero no puedo aguantarme insertar el siguiente remiendo en la narración general. El obispo de Barcelona, Salvador Casanyes i Pagés sufriría un atentado el 24 de diciembre de 1905 en la catedral de Barcelona. El anarquista Josep Sala intentó apuñalarlo, pero el deán Dach y el vicario general Pil, detuvieron el brazo del anarquista. Josep Sala i Comes era tejedor y natural de Vic. Oficialmente, Josep Sala moriría envenado en la cárcel al día siguiente, el 25 de diciembre. Sin embargo, la autopsia revelaría que en su corazón no había resto de veneno alguno. No se piense mal. Seguro que su infarto fue providencial.

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Retomando la vida de Odón diré que participó en política del modo menos ofensivo para la condición humana. Es decir, colaboró en Los Dominicales del Libre Pensamiento que dirigía Fernando Lozano y Montes, con cuya hija, Rafaela, se casó en 1889. El matrimonio tuvo seis hijos.

Publicaría una Historia Natural completa (Zoología, Botánica y Geología) con ilustraciones y grabados maravillosos. Tuvo entusiasta aceptación tanto en España como en América, pese a que los sectores más conservadores de la enseñanza promovieron la prohibición de estos libros como contrarios a las doctrinas de la Iglesia católica, que los puso en el Índice.

En el libro de Garmendia de Otaola «Lecturas buenas y malas a la luz del dogma y de la moral» (1953), se lee refiriéndose a Odón de Buen: “Tiene en el Índice de libros prohibidos: Tratado elemental de Geología y Tratado elemental de Zoologia”, pero no señala el porqué de tal prohibición.

En 1906, inauguró un laboratorio oceanográfico en Porto Pi (Mallorca) y más tarde otros en Málaga, Vigo y Santa Cruz de Tenerife, en los que se formaron generaciones de oceanógrafos. Fundó más tarde el Instituto Español de Oceanografía, iniciando así el campo de la investigación oceanográfica en España.

Guerra Civil y exilio a México

En 1911, se trasladó a Madrid donde continuó su obra pedagógica, defendiendo siempre la enseñanza científica, completa y experimental. En esta ciudad, reanudaría su amistad con Ramón y Cajal y con su antiguo alumno Miguel Primo de Rivera. Durante la dictadura de éste, se creó la Dirección General de Pesca, a la que se anexionó el Instituto de Oceanografía. Odón de Buen sería nombrado su director general, conservando este cargo durante la II República.

La Guerra Civil le sorprendería en Palma de Mallorca trabajando en su laboratorio. Sería hecho prisionero por los sublevados, para, más tarde, ser canjeado por dos miembros de la familia de Primo de Rivera.

Al terminar la contienda, Odón de Buen se encontraba en Banyuls, situado en la comarca del Rosellón. Al no fiarse de los fascistas, se marchó a México, donde moriría en 1945.

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Un barco del Instituto Oceanográfico Español llevaría el nombre de Odón de Buen.

Pues bien, este buen hombre sería al que toda la derecha española intentó crucificar por ser darwinista y, por extensión, republicano, librepensador y masón.

Lo mismo les sucedió a quienes profesaran admiración y elogio hacia Darwin, la ciencia y el microscopio. Clarín, autor de La Regenta, fue uno de ellos. Los integristas no dudaron en colocar al padre novelero de Ana Ozores en un lugar predilecto del Infierno (La Tradición Navarra, 20.XI.1895). Y, aprovechando que el Ebro pasa por Zaragoza, establecerían relaciones directas entre Odón y las doctrinas incendiarias del profesor de Derecho Natural de la universidad de Oviedo, Leopoldo Alas, alias Clarín (TN, 24.11 1895). 

ECO.22.10.1895Lógica actitud, si se recuerda que para la Iglesia “ninguna institución como ella se había esforzado tanto por el desarrollo de la ciencia” (TN. 26.11.1895). Ni siquiera los taimados conservadores de El Eco de Navarra, seguidores de Dato, guardarían respetuoso silencio ante los requiebros dialécticos e inquisitoriales contra Odón.

Al contrario, saldrían a la palestra diciendo que estaban de Pasteur y de Odones hasta los cogollos (22.10. 1895). Pasteur había muerto hacía un mes, el 28 de septiembre, y decía de él que “creyó en Dios y adoró a Dios, a diferencia de los Odon de Buen, que sin ciencia niegan a Dios quedándose sin la luz que explica la naturaleza”.

Se burlaba de sus investigaciones diciendo que “había descubierto el assinus Hippasion”. Advertía de que “la razón no se destruye con la fe sino que se amplia”. Pues, “los resultados de la observación adquieren más unidad, más consistencia, más libre desenvolvimiento con la base de la revelación divina, pues es un absurdo que se oponga la verdad a la verdad”.

Como Odón no era creyente, “es, ahora, “efe de los anarquistas de Barcelona”. Le atribuía la pretensión de negar que” las leyes de la naturaleza no tienen un legislador y pretende imponer a las conciencias católicos de los alumnos, esas negaciones desde la cátedra oficial, costeada en un Estado católico por los padres católicos”. Suena la cosa, ¿verdad? Pues nos encontramos en 1895.

El periódico El Aralar (1894-1897), católico fuerista, dedicaría abundante información al asunto Odón. Diría que había sido expulsado de la universidad de Barcelona “por impío y antilegal” (10.X.1895)  por su ateísmo. Condenaría las manifestaciones a su favor por la libertad de cátedra (11.10.1895). Y durante los días siguientes -12, 13, 15, 24 y 26 de octubre de ese mismo año-, se dedicaría a condenar el krausismo y el darwinismo. Y, como si conociera la existencia de todos y cada uno de los profesores universitarios, se llenaría la boca hablando “de la ciencia y de los sabios de pega que hay en la universidad”.

el aralar 12.10.1895Los días 9, 22 y 29 de noviembre, el periódico archicatólico hablará del estado actual de nación española y la ciencia. Su análisis se prolongaría hasta el 5 del diciembre de 1895.

Hablando de ciencia, la noticia que daba el periódico El Liberal en la que se informaba que el Colegio médico de Milán había expulsado al célebre Gamelli por proclamar “el carácter milagroso de muchas portentosas curas al visitar Lourdes”, sería motivo de reflexión transcendental. Y así, los integristas de La Tradición dirían: “El fanatismo y la intransigencia de los radicales no reconoce límites, llegando a no respetar siquiera el santuario de la ciencia” (2.4.1911).

Odón de Buen y su defensa de R. Lagier

Para terminar, recordaré algunas ideas del propio Odón de Buen, recogidas en el  prólogo al libro  de R. Lagier, Apuntes para ilustrar la biografía del bravo capitán del Buenaventura. Está fechado en enero de 1901. Leyéndolo se verá que era muy razonable que los integristas y meapilas de la nación española, lo odiaran a muerte.

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En él, aconsejaría leer a Ramón Lagier porque “podéis aprender mucho, fortificar vuestras convicciones, alimentar la fe en las conquistas de la Ciencia y de la Libertad”.

Añadiendo una fobia que con el tiempo se convertiría en hábito secular de ciertos republicanos: “Conoceréis sobre todo a vuestro enemigo, al jesuitismo infame que hoy pretende en España ahogar las libertades conquistadas a costa de tanto sufrimiento, de tanto martirio, de tanta sangre”. Para Odón, los hijos de san Ignacio de Loyola practicaban lo que denominaba “artes malvadas del jesuitismo”.

lagierJunto con este “odio a los jesuitas” se encontraba el clericalismo, una peste secular que hizo mucho daño a Lagier, porque “veía en él el obstáculo más grande que se opone al progreso de nuestro pueblo y a la grandeza de nuestra raza. Peleaba por la República, porque entendía que sin ella no podrá haber en España suelo firme en que afirmar la libertad, atmósfera pura que permita, la legítima expansión de las ideas”.

Más todavía: “Hay libertad religiosa de derecho; de hecho, quien no hace el papel de católico no puede vivir. Al clericalismo no le importan los convencidos: le bastan los mojigatos y le entusiasman los fanáticos. La reacción que domina no tiene ni la franqueza de mostrad su cara sombría, repugnante; se viste a la moderna; de cuando en cuando, en algún detalle, descubre sus instintos inquisitoriales; pero su tono ordinario es de hipocresía”

Terminaría describiéndolo como ese “veneno, aromatizado, suave, que va poco a poco inficionando la atmósfera, que debilita los músculos y mata lentamente la voluntad y endurece el cerebro, entregando a frailes y jesuitas, en completa imbecilidad, un pueblo que fue indomable siempre que se vio libre”.

Desde una perspectiva histórica, Odón se lamentaría de que la Revolución de Septiembre no diese en el clavo acertado. En su opinión, el enemigo no estaba tan sólo en el Palacio Real; “arraigaba también en él corazón mismo de la sociedad española y era forzoso desarraigarle por completo: La Revolución no destruyó el clericalismo, y el clericalismo ha destruido la obra de la Revolución, hasta tal extremo que, si queremos ser libres, hemos de volver a empezar”.

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Mural dedicado a Odón de Buen en Zuera, Zaragoza. (Foto: Wikipedia)

Concluía: “Mientras no matemos la intolerancia; mientras queden en la sangre española gérmenes de Torquemada y de Loyola, no seremos libres; si alguna vez triunfa la Libertad sin destruir el clericalismo y la ignorancia, será su triunfo efímero”. Advertencia que muchos políticos de izquierdas actuales han echado en el saco del olvido y así pasa a veces lo que pasa. Ya no es que un presidente del Consejo General del Poder Judicial Tribunal Supremo aparezca acompañado con un cristo así de grande, lo que, de ser verdad, sería gravísimo, sino que la aplicación constitucional de la aconfesionalidad del Estado -ese que representa el presidente del CGPJTS-, siga siendo objeto del más absoluto olvido.

Y no extrañará que Odón de Buen, como otros intelectuales y científicos de su época, por ejemplo, H. G. Wells, el autor de La máquina del tiempo, quedasen seducidos por  “el espiritismo”. ¿Porque era un supersticioso? Para nada. Odón de Buen lo tenía muy claro: “Porque excluye la teocracia y porque su doctrina es más dulce y consoladora que las viejas enseñanzas bíblicas”.

Directo a la mandíbula.

El darwinista Odón de Buen contra la intolerancia