viernes. 29.03.2024
MÚSICA | CONCIERTOS

Nuevo Mester, cincuenta años haciendo rodar la tradición

Como en el dicho inglés "A rolling stone gathers no moss", el Nuevo Mester de Juglaría lleva cincuenta años consiguiendo que a la tradición musical castellana no le salga moho. 

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Saludo del Mester al finalizar el Demanda. (Fotos: María Ramos)

Era 1969, y mientra en París andaban recogiendo los adoquines levantados de las calles sin que hubiera aparecido ni rastro de playa bajo ellos, en España, Paco Martínez Soria perseguía a su cordero entre los coches de la gran ciudad en una escena de esas de paletos que tanta gracia hacían a los españolitos de la época. Y a los de ahora. Antes, Pepe Isbert había llegado a la ciudad con sus gallinas, Alfredo Landa había paseado su boina por la sexta flota o José Luis Ozores había llegado a hacer la mili con niño incluido. España se reía una y otra vez de los paletos, como si alguna vez hubiéramos dejado de serlo. Tiempos en que la España interior huía masivamente a las ciudades de esas suelas que les pisaban el cuello y, sobre todo, buscando algo que comer.

Algunos melenudos resistentes parecían obcecados en andar por caminos distintos al rock y salvar de la quema de la inquisición urbana algunos cantos populares, del pueblo, en todos los sentidos de la palabra. Gente como Joaquín Díaz ya habían iniciado esa senda que conduce hasta su actual fundación en Urueña . Algunos más se les sumaron. Los menos. Jóvenes lanzados a los caminos tras las huellas de Agapito Marazuela con el ansia de aprender de los viejos y viejas, informantes como les llamaban, sus cantos y tradiciones.

Cincuenta años después, el Nuevo Mester de Juglaría celebra sus bodas de oro en los escenarios

Cincuenta años después, el Nuevo Mester de Juglaría celebra sus bodas de oro en los escenarios. Un grupo de niños y niñas sube al escenario este tres de agosto con una tarta. Unas cinco mil personas les cantan cumpleaños feliz en el campo de fútbol de los dos Tolbaños. Un campo de fútbol ubicado en mitad de la sierra de la Demanda en el que no se vislumbran restos de gradas, ni de líneas de cal, ni de porterías, donde los dos equipos el granate y el negro llevan la misma publicidad “Insert Folk” y en el que salvo excepciones todos los jugadores llevan el número diecinueve a la espalda. 

Hoy, el Nuevo Mester de Juglaría actúan en el Demanda Folk, el festival bandera de la nueva ola de música folk que reúne todos los primeros fines de semana de agosto en Tolbaños de Arriba a neorurales, neofolkies, veganos, ecologistas, naturalistas, campistas libertarios, amantes de las hierbas, veraneantes, urbanitas travestidos en rurales, niños asilvestrados y felices, nostálgicos, curiosos, músicos con pandero cuadrado, voluntarios, artesanos, artistas del land art, amantes de la sopa de ajo y cualquier otras subespecie posible hasta sumar seis mil asistentes. Todos y cada uno, aplaudiendo y cantando un cumpleaños feliz sentido a quienes durante cincuenta años han sido el madero en el que flotar. 

“De aquellos mimbres quedan cinco cestos”, nos recuerda desde el escenario Fernando Ortiz, Llanos Monreal, Rafael San Frutos, Francisco García, Luis Martín y el propio Fernando Ortiz, a los que se suman, en primera línea, Jesús Martín, y en un segundo plano escénico los discretos Álvaro Mendía y Rodrigo Muñoz. Los conciertos del Mester empiezan sin tregua, enlazando unas jotas con otras, porque no hace falta más presentación. Hay quien las baila, hay quien las salta convirtiendo el campo de fútbol en un original y divertido pogo jotil. Todavía habrá quien dude de si hay algo más moderno que una jota. 

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No andan ya los del Mester para remilgos ni bienquedas, porque “vale más una serrana que una señorita vestida de terciopelo” y por un momento todos volvemos a ser los jovenzuelos que fuimos. En tiempos tan ofendiditos, cantan al vino y beben vino mientras lanzan alabanzas al cochino a ritmo de foxtrot. La música tradicional no está domesticada y mantiene la belleza de lo políticamente incorrecto. Referencias sociales y actuales en su momento justo. Demasiados eslóganes simplones hemos oído desde los escenarios ya. Se agrace la sentencia sabia que hace reflexionar y que te llevas a casa. “Cuidar los montes es fundamental para tener la tierra sana”. Cuidar en el sentido de amar, de usarlos con provecho pero con respeto como los gabarreros de El Espinar y la sierra de Guadarrama a los que canta el Mester.

La música tradicional no está domesticada y mantiene la belleza de lo políticamente incorrecto

Luis Martín nos habla de la manifestación de Madrid, donde por fin la España vaciada pareció tomar conciencia de sí misma y de su asesinato. No es poco acto de rebeldía cantar “El Milagro De San Antonio” en plena Gran Vía, “quedando todos confusos al ver tan grande portento”. Tampoco faltaron palabras de apoyo a Luis Pastor, a todos los callados y censurados. Cuando llega el turno del “Canto de Segadores” consiguen hacer sentir como propia una letra, aunque nadie sepa ya nada del trabajo de la siega, pero son capaces de convertirla en algo tan actual que a más de uno le asomó una lágrima de rabia.

Fernando Ortiz agradece a los que tocan los bajos y los altos, con su bonhomía característica, antes de que se despidan tras la habitual Jota del Mester con la que cierran sus conciertos. Entonces se produce el milagro y el público del Demanda Folk, como todos los públicos de los más de dos mil conciertos anteriores, se convierten en las mozas y mozos de un imaginario pueblo que al grito de “O salen o al pilón” hacen volver al Mester al escenario. Regresan con eso “Una jota castellana, una jota comunera” que queda siempre para el recuerdo. Porque esta piedra que lleva cincuenta años rodando no ha dejado que saliera moho a las traiciones. Like a Rolling Stone. Bravo por estos cincuenta años de resistencia de la cultura tradicional. Bravo por el Mester. 

Nuevo Mester, cincuenta años haciendo rodar la tradición