sábado. 20.04.2024

Nueva Zelanda ha cumplido los pronósticos y este domingo se ha adjudicado el segundo Mundial de rugby de su historia, conquistado de nuevo ante su público y contra la selección francesa, repitiendo los mismos ingredientes de su primer éxito planetario hace casi un cuarto de siglo.

Los 'All Blacks' tuvieron que esforzarse al máximo para superar la resistencia de Francia, que plantó cara hasta el final y solo sucumbió por un punto (8-7). Tras llegar al descanso con ventaja de 5-0 gracias a un ensayo, Nueva Zelanda alargó su ventaja en la segunda parte con un golpe de castigo (8-0). El 'XV de Gallo' puso emoción con un ensayo y la posterior conversión (8-7), pero no pudo culminar su intento de remontada.

No fue la final esperada por el campeón, pero a buen seguro que el triunfo ajustado sabe mejor para acabar con una sequía de 24 años, demasiado para un país que prácticamente eleva el rubgy a la categoría de religión.

La primera ventaja llegó al cuarto de hora de encuentro, gracias a una jugada ensayada iniciada con una 'touche' cerca del área de los galos. Tony Woodcock recogió el balón y aprovechó el agujero en el corazón de la defensa rival para colarse hasta dentro y anotar el ensato. Piri Weepu, desacertado todo el encuentro, falló la conversión y la renta se quedó en cinco puntos.

Nueva Zelanda siguió dominando un partido duro que antes del descanso dejó lesionados a un jugador importante de cada equipo, Aaron Cruden y Morgan Parra. El dominio se prolongó tras el descanso y Stephen Donald, sustituto de Cruden que debutaba en el Mundial, anotó un golpe de castigo que ponía franco el triunfo del euqipo 'kiwi' (8-0).

Sin embargo, Francia, de la mano de su capitán Thierry Dusautoir, nombrado mejor jugador de la final tras sumar 21 placajes, se desquitó de todo complejo y se lanzó a por la remontada. Precisamente Dusautoir fue el autor del ensayo que, tras la conversión exitosa, situaba a los europeos a un punto con media hora de encuentro por delante.

En ese momento surgió el apoyo de los 60.000 espectadores que abarrotaban el Eden Park de Auckland para reanimar a los 'All Blacks', que apretaron en defensa y no dejaron hueco alguno para la sorpresa. Al final, el capitán local Richie McCaw alzó al cielo el trofeo Webb Ellis, mientras que los franceses volvieron a quedarse a un paso de gloria, igual que en las finales de 1987 y 1999.

Nueva Zelanda conquista su segundo Mundial