miércoles. 24.04.2024

Fernando Martín es músico, periodista, escritor, actor y un montón de cosas más, porque cree en el diletantismo como alternativa a la especialización extrema. Fue crítico de música del diario El País durante 23 años. Como músico ha editado cinco discos de estudio con la banda de los 80 Desperados, más uno en solitario y otro con su hermano Guille, formando el dúo acústico Neverly Brothers. Ha trabajado en todas las radios y televisiones del país como guionista y cuenta con dos libros y varios relatos publicados. Es padre de un hijo y ciudadano más o menos responsable. Y hace suya una máxima de Gore Vidal que reza: “Nada hay más dulce en este mundo que el que un hombre se conozca y se salve a sí mismo”.

Fernando MartiěnJosé Luis Ibáñez Salas | Yo jamás te hubiera conocido si no llega a ser por Los Ramones… cantaban Los Pistones. Pero yo sí te habría conocido aunque no hubiera sido por Desperados, porque te leí muchas veces en El País. Tiene que haber alguna diferencia entre hacer música y escribir sobre ella. Yo no puedo opinar: sólo la escucho, y, de vez en cuando, escribo sobre ella, pero tú, tú eres músico y comunicador. Dime…

Fernando Martín | Escribir sobre música es siempre comentarla. Date cuenta de que estamos tratando de una materia de una profundidad distinta a las de la medicina, la economía o la tecnología, en donde sí son necesarios los datos cuantificables.

Habar de música es aplicar el filtro de tu sensibilidad artística a algo a niveles meramente apreciativos y con un componente subjetivo importante. Lo que ocurre es que, si lo haces en un medio de proyección masiva como es El País, tu opinión personal puede acabar convirtiéndose en una corriente, que a veces no tiene nada que ver con lo que el autor pretendía.

Está el ejemplo de Dylan, a quienes los medios comenzaron a tratar como al faro de una generación y, al final, todo el mundo lo asumió. Todo el mundo… menos él, que odiaba ese papel y no se consideraba más que un músico y un autor de canciones.

Cuando he escrito y escribo de música trato de equilibrar la receta culinaria entre información y opinión, siempre bajo el prisma de mi formación musical, amplia debida a décadas de práctica y escucha. A veces lo consigo más, otras menos. Pero, vamos, se acaba cogiendo una práctica que te lleva a hacerlo de manera confiada y con un bajo riesgo de cometer errores de bulto.

Habar de música es aplicar el filtro de tu sensibilidad artística a algo a niveles meramente apreciativos y con un componente subjetivo importante

Lo que sí es un elemento importante es el tono en el que se escribe de las cosas. La figura del crítico decimonónico que se creía más importante que la obra artística que comentaba y criticaba afortunadamente está en desuso, salvo en raras excepciones. En el otro extremo está la figura del bloguero moderno, que piensa que el único modo de seguir realizando esa actividad es congraciarse necesariamente con el autor. Cuántos blogs leo cada día en los que el bloguero exalta cada disco como si fuera el Sgt. Peppers o a cada artista o grupo como si fueran los nuevos Beatles. Esto, a medio plazo, resulta bastante negativo, porque hace que una generación de artistas crean que nadie, nunca, les va a llevar la contraria o va a poner en evidencia sus errores o contradicciones.

Siempre digo lo mismo. En la crítica musical, si uno empieza las frases diciendo “Yo creo que…” o “En mi modesta opinión…”, nadie tendrá argumentos para sentirse ofendido. Aunque, como dijo el torero, siempre hay gente pa tó

Cuando se crea algo, uno pareciera que actuara dominado por una fuerza que creía desconocer pero que finalmente se parece mucho a la misma fuerza con la que uno afronta la vida. Eso me pasa a mí como escritor, pero ¿es eso lo que le ocurre a un músico?

hotel martin 300F.M | La creación, en general, siempre es una puerta abierta a lo desconocido y, sobre todo, a lo inesperado. Los motivos por los que esa puerta se abre son múltiples y muy variados. Lo de que las musas te pillen trabajando, es un tópico que no siempre es real. Cuántos aspirantes a creadores se han dejado los cuernos tratando de abrir esa puerta y no lo han conseguido. Salieri, sin ir más lejos.

Eso sí, cuando la puerta se abre y te das de bruces con la creación, durante una breve fracción de tiempo se produce una especie de experiencia mística cuyos ecos nunca se apagan del todo. Años después recuerdas ese instante y aún puedes vislumbrar el aura de aquel momento de alumbramiento. Los antiguos lo llamarían, sin lugar a dudas, magia.

Trabajar con otros haciendo, interpretando canciones, debe ser muy complicado… Quiero decir que sacar de la nada cosas que ni siquiera han podido pasar detenidamente por nuestra imaginación es algo muy personal, pero no acierto a entender cómo tal cosa puede llevarse a cabo en una banda de rocanrol, en un grupo de música pop. ¿Hay un truco, o se trata de dejar que todo fluya, o yo que sé?

F.M | El día a día hace mucho. En los 80 todos podíamos vivir con muy poco dinero. Por eso nos podíamos permitir ir de lunes a viernes a un local de ensayo –en mi caso, Tablada 25– y tirarte tus buenas tres o cuatro horas tocando y disfrutando de la música y la compañía. En esos momentos siempre surgen chispazos en común que te revelan que está sucediendo algo que no debes dejar pasar.

La historia de la música está llena de esas parejas que devienen en torrentes creativos: Lennon & McCartney, Jagger & Richards, Ray & Dave Davies

A veces esto ocurre entre dos. La historia de la música está llena de esas parejas que devienen en torrentes creativos: Lennon & McCartney, Jagger & Richards, Ray & Dave Davies….

Otras veces las parejas de compositores dentro de un mismo grupo se alternan y van cambiando; y, cómo no, hay otras ocasiones en las que uno solo de los componentes se trae el plato cocinado de casa o lo pare allí mismo.

Todos tenemos artistas favoritos, todos tenemos profesionales a los que admiramos en el ámbito de las profesiones que ejercemos. Me gustaría saber cuáles son tus cinco músicos, o grupos, favoritos, y cuáles tus dos periodistas musicales preferidos. Eso sí, estaría bien que me explicaras por qué están dentro de tu alma o cuál es la razón de que te hayan influido.

F.M | Mis grupos y artistas favoritos son varios millones, pero, normalmente, los cinco que suelen alternarse como cabezas de lista son The Kinks, The Rolling Stones, Lou Reed, Bowie y los Sex Pistols. Cada uno, evidentemente, por motivos distintos. Pero todos ellos tienen algo en común: durante al menos un instante de mi vida he soñado con ser ellos y más de una ocasión he visto en mis canciones algo de ellos que a veces, incluso, he tenido que camuflar para que no fuese “demasiado” evidente.

En cuanto a periodistas musicales, Moncho Alpuente fue mi maestro en eso y en muchas otras cosas que nunca le podré agradecer suficientemente. Por lo demás, me encanta la legendaria revista Rolling Stone –la americana, cuidado- y sus homólogas inglesas –New Musical Express, Mojo… Cada una en su estilo, claro, porque son muy diferentes. En España añoro el Star o el Vibraciones y de vez en cuando me empapo del Ruta 66.

Por lo demás, como periodista musical autodidacta y aunque suena feo decirlo, respetando a mis coetáneos, que son fantásticos –Manrique, Ordovás, Alcanda, Jaime Gonzalo, Ignacio Juliá…– me gusta mucho cómo lo hago yo, qué le voy a hacer.

¡Qué tendrán las canciones! ¿Qué es una canción para ti? Si es insignificante no es una canción, es otra cosa. Eso creo yo.

interior disco DESPERADOSF.M | Como dicen ahora los petardos del marketing, una canción es un relato. Teniendo en cuenta que en todo tipo de poesía y literatura hay siempre una música implícita, en el caso de las canciones, esa música está, obviamente, explícita.

Las canciones son relatos tan diversos y multiformes que darían para una enciclopedia inabarcable.

Las canciones también pueden ser insignificantes, cómo no. Hasta en las cosas más ínfimas o menos relevantes a primera vista puede anidar la creatividad. La cuestión es detectarla y eso no corresponde al autor de la canción, sino a los que vamos en su búsqueda y captura.

Y tu canción favorita, aquella a la que más amas, es…

F.M | Como las células de un organismo, todas son necesarias para componer mi todo. Algunas me han acompañado durante muchos años, otras durante un breve momento de euforia. Pero las canciones son como las camisetas viejas y queridas: es muy difícil desprenderse de ellas si te traen buenos recuerdos.

Además, no soy de “canciones evidentes”. Por ejemplo, dado a los Beatles el justo valor y reconocimiento, no son los primeros que se me vienen a la cabeza; y, de mis favoritos, me sorprendo a mí mismo incluyendo en mis Play List canciones que no son “los clásicos” que se espera todo el mundo.

Como la mayor parte de los músicos de mi generación, nací bajo el síndrome Ziggy Stardust

Si hago un ejercicio de conjura a bote pronto, van y me salen Salt of the earth de los Stones, I’m in disgrace de The Kinks, How do you think it feels de Lou Reed, Breaking Glass de Bowie, A Little Less Conversation de Elvis… Yo que sé; y, como las nubes, el panorama podría cambiar a cada segundo.

Lo que sí tengo clarísimo es que, como la mayor parte de los músicos de mi generación, nací bajo el síndrome Ziggy Stardust.

David Byrne ha escrito que la música nos hace, que nosotros no hacemos música. No sé si será tu caso.

F.M | La música es el infinito. Está ahí desde siempre y va tomando formas distintas dependiendo de la etapa histórica, las sensibilidades que afloran en cada momento del tiempo y los avances tecnológicos ligados a los instrumentos musicales, la sonorización y las técnicas de grabación.

Pitágoras estableció un tratado sobre la música tratando de comprenderla de manera matemática, Mozart construyó catedrales con ella y los Beatles colorearon la pálida pigmentación de unos seres agotados y desvalidos tras una segunda guerra mundial devastadora.

Por eso es inconcebible el simple concepto de que la música pueda morir algún día. Irá avanzando según lo hace la especie humana y es seguro que la sobrevivirá cuando esta se extinga en el planeta. Entonces, supongo, disfrutarán de ella las cucarachas o cualquier tipo de criatura superviviente a nuestra extinción.

Me encantaba Desperados, compraba vuestros discos, los escuchaba conmocionado por ese rocanrol inapelable que me resultaba tan cercano, como hecho en mi barrio. Os vi en directo, y fue una experiencia fascinante. Acabasteis uno de aquellos conciertos con la versión deslumbrante del Simpatía por el diablo de los dioses Stones. Me gustaría saber qué era la música cuando Desperados se proponía hacerla y la hacía.

Untitled-3-300x300F.M | Lo más importante en nuestras vidas y en la de toda la gente que nos rodeaba. Me atrevería a decir que, en aquellas fechas, en la de todo el mundo.

Quién no tenía un grupo, diseñaba portadas de discos, creaba sellos independientes, intentaba aprender la profesión de manager, hacía videos musicales, se convertía en técnico de luces o de sonido o, simplemente, disfrutaba de ella cada noche en algún garito con una copa de espirituoso en la mano hasta altas horas de la madrugada.

La sola oportunidad de poder hacerla, grabarla e interpretarla en vivo era un sentirse bendecido por alguna deidad desconocida y traviesa.

Y ahora podemos escuchar aquel disco que no pudimos escuchar. Por fin… Nuevas canciones de Desperados. ¿Estarás emocionado? Lo estoy yo y tantísimos que como yo no olvidamos vuestras canciones.

F.M | Estoy emocionado porque mi culo es uno de los más pateados dentro del devenir de los músicos en este país. Aún ahora no consigo entender por qué en su momento no nos impusimos ante el gusto del gran público; por qué nadie con poder para hacer efectivo el éxito no supo ver nuestras posibilidades, que eran muchas; por qué no pudimos beneficiarnos de una apuesta clara en nuestro favor, mientras que muchas otras bandas de nuestro tiempo se han convertido en míticas e, incluso, aún siguen en activo. Lo teníamos todo y, al final, no pasó nada. Así se escribe la historia, supongo: con trazos, desde mi punto de vista, carentes de lógica.

Estoy emocionado porque mi culo es uno de los más pateados dentro del devenir de los músicos en este país

Tampoco es que esto me persiga. Aprendí a vivir exhibiendo la dulce y romántica mirada del perdedor. Solo hay espacio para unos Rolling Stones en este mundo y en esta época.

Pero sí, estoy emocionado, porque he guardado este disco como oro en paño durante 27 años viendo como en su momento la industria era implacable con nosotros y después mucha gente se ofrecía a ponerlo en el mercado sin ofrecer más que eso: colocarle una etiqueta y dejarlo rodar por una pendiente, a ver qué tal.

Estoy emocionado porque los tres socios de Trakk que en su momento si supieron ver en notros lo que llevábamos dentro se merecen todo mi respeto y cariño y me consta que se van a alegrar.

Estoy emocionado porque fueron las últimas canciones que mi hermano Guille y yo grabamos como Desperados y estoy convencido de que él, donde quiera que esté, se mostrará orgulloso de que por fin salgan en unas condiciones satisfactorias para su uso y disfrute.

Estoy emocionado porque creo, sinceramente, que es un gran disco y que va a gustar a cualquiera que lo oiga, independientemente de que le guste el rock’n’roll old style o no. Al final, lo que es bueno, termina imponiéndose, si se expone bien a la luz.

He tenido la suerte de escuchar vuestro Motel Martín poco antes que la mayoría y he quedado impresionado por dos cosas: lo actual que suena pese a que está abandonado desde su grabación en 1992, y la demostración palpable de lo raquítico del panorama de la industria discográfica española, del negocio musical español, que no fue capaz de hacer nada con él. Todas las canciones son tuyas, excepto la fabulosa versión que hicisteis del himno generacional oculto que fue la canción Starry eyes de The Records. Ojalá supiera componer una canción: ¿cómo las compones tú, por cierto?

F.M | Keith Richards decía que uno no creaba las canciones, sino que, más bien, las canciones estaban ahí, suspendidas como globos en el aire. El compositor lo único que hacía sería tirar del hilo de cada canción sin saber muy bien qué canción va a aparecer.

Esta explicación también es aplicable en mi caso. El compositor solo tiene que tener la capacidad y la sensibilidad para percibir que las canciones están ahí y que solo hay que tirar del hilito correspondiente.

Para finalizar, no sé si sigues pensando que el rocanrol no tiene futuro, que ya nunca será lo que fue. Me lo dijiste hace años. Pero escuchando vuestro disco no sé qué pensar, porque cuando muchos lo escuchen querrán contradecirte. Sobre todo con ese espectacular “Vamos a poner el mundo patas arriba. Tiembla porque ellos van a cambiar tu vida a fuerza de rocanrol”.

F.M | La música de guitarras vivió sus mejores momentos creativos en los 50, 60 y 70 del pasado siglo. Nadie podrá superar eso en cuanto a concebir una larga sucesión de clásicos. Ocurre lo mismo en el cine: nadie en la actualidad puede superar a los pioneros.

Como en todo, existen los francotiradores que escapan del magma en el que se ha convertido la música popular en el presente y se apostan para lanzar descargas de calidad que siempre tienen sus referentes en los clásicos.

El rock’n’roll a partir de U2 ha perdido la raíz negra, que era su seña de identidad y la causa primera de su aparición

Además, el rock’n’roll a partir de U2 ha perdido la raíz negra, que era su seña de identidad y la causa primera de su aparición.

¿Reverdecerán los laureles? Tanto en esto, como en todo, a mí me gusta ser optimista y creer que habrá una generación de mocosos que, más tarde o más temprano y por llevar la contraria a sus padres o hermano mayores, vuelvan la vista a esta espléndida música que ha hecho bailar al mundo durante largas décadas.

Mientras tanto, aún nos queda un viejo tocadiscos y unos vinilos con heridas del paso del tiempo para recordar por qué al menos una vez en nuestras vidas sentimos que podíamos levitar de felicidad.

Y esto, querido amigo, nunca es poca cosa.


[Esta conversación está dedicada, como el disco Motel Martín, a la memoria de Guille Martín, y, tal y como dice su hermano Fernando, “a las ilusiones de aquello que fuimos y que, de algún modo, nunca hemos dejado de ser”.]

Motel Martín, regreso al futuro de Desperados