viernes. 29.03.2024
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Cesta de albaricoques del año1634. Óleo sobre tabla Museo del Louvre, París.

Nacida en París, en el año 1610, fue hija de un pintor de paisajes y retratos llamado Nicolas Moillon, que se dedicaba también al comercio de cuadros en la feria de Saint-Germain-des-Prés, en la que también participaban artistas holandeses. Eran de religión protestante.

Louise Moillon tuvo seis hermanos del mismo padre, quien murió en el año 1619. Su madre  Marie Gilbert volvió a casarse un año más tarde con un pintor de bodegones y marchante de arte, François Garnier, con quien tuvo tres hijos más.

Louise Moillon 1Cuando su madre falleció en el año 1630 poseía un inventario de las obras de su hija que contaba entonces veinte años. Parece ser que fue Francois Garnier quien enseño a pintar a Louise y a su hermano Isaac. Sin embargo, parece que colaboró también con Jacques Linard o René Nourisson. Parece que influyo en ella Jacob van Hulsdonck que era especialista en bodegones.

Tenía trece pinturas terminadas y nueve en proceso cuando tenía veinte años, por lo que intuimos que era una artista muy prolífica. Algunas de ellas se presentan como si fueran apuntes. Estos cuadros investigaban formas como frutas, flores y pequeños animales.

Las características compositivas, el estilo y los temas representados por Louise hacen pensar que tuvo grandes influencias de Jacques Linard como maestro, incluso existe cierta coincidencia con la obra de René Nourisson.

La mayor parte de la obra de Louise Moillon está datada entre los años de 1629 y 1637, con excepción de una obra del año 1641, realizada de forma conjunta con Pieter van Boekel y Jacques Linard, que era una pintura de grandes dimensiones con frutas y flores, según es mencionada por el poeta, Georges de Scudéry y otros trabajos que datan del año 1674.

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Durante su carrera artística Louise tuvo encargos de importantes miembros de la corte de Carlos I de Inglaterra. Si no, no podría entenderse como el propio Carlos I, tenía cinco cuadros de Louise Moillon. Era un género apreciado por reyes, nobles y burgueses.

Ella trabaja habitualmente varios cuadros a la vez. Era frecuente que tuviera varias copias del mismo cuadro. De su legado podemos comprobar cómo sus pinturas tenían formas sencillas con frutas y alguna flor.

Al inicio de su pintura las flores eran desconocidas, hasta que realiza dos oleos sobre tabla. Todos sus cuadros llevan un marco de madera de ébano o de peral. Incluso en las obras inacabadas poseían marcos trabajados. Nunca debemos subestimar este elemento al ver una obra, ya que muchos artistas se encargaban, como Louise, de escoger personalmente el marco para realzar algunos aspectos de su obra.

Con una evidente influencia de la pintura holandesa y flamenca, aunque empleando una gama de colores más reducida, sus motivos más frecuentes son los frutales, generalmente en pequeño número y analizados con encantadora rusticidad.

Los bodegones de Louise Moillon no son tan sofisticados como los que realizaban los artistas holandeses; los de ella presentan una estética más sosegada y silenciosa. En sus composiciones despliega frutas y hortalizas sobre una mesa, dispuestas sobre canastas o recipientes de fina porcelana, con gran precisión en el detalle.

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Los elementos están tomados desde un punto de vista elevado. Sus obras presentan notorios cambios en el transcurso de su desarrollo. Al principio, las composiciones eran simétricas y sencillas, con los objetos separados y con una iluminación uniforme.

En sus cuadros del año 1637, los elementos están colocados en forma superpuesta de manera más natural, la riqueza del colorido es mayor, sobre todo en las tonalidades verdes, y la luz es más focalizada. Sus últimos trabajos presentan una disminución en la destreza y la sensibilidad estética.

Corresponden a esta etapa la mayor parte de los alrededor de cuarenta bodegones de su mano que se conocen en la actualidad. Uno de los grandes problemas con los bodegones de Louise es que muchos no estaban firmados y pueden confundirse por su semejanza temática y estilística con los de sus compañeros contemporáneos.

Sus últimas obras firmadas rondan el año 1674. Considerando que falleció en el año 1696 y visto anteriormente el problema de la falta de firma, que dificulta la identificación de sus obras, apreciamos que su periodo activo fue bastante extenso.

La moda del bodegón se adaptaba a todos los bolsillos. La interpretación que siempre se ha hecho de éste, es que se ha valorado su aspecto simbólico y representativo, pero lo cierto es que su sentido literal como escaparate de alimentos y piezas de vajilla es fundamental en un periodo como el barroco.

Aunque siempre se designa al bodegón como un arte que busca el realismo de sus formas no se habla demasiado sobre los fondos tan abstractos en los que colocan estas frutas o flores. Negros imposibles de encontrar en una cocina del barroco. 

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La vendedora de frutas y verduras, 1631, óleo sobre tabla. Museo del Louvre. 

Son pinturas donde se busca lo verosímil, es decir, lo imposible creíble, tan presente en la antigüedad. Juegos de sombras y luces que no pueden darse sino en el taller, especio sumamente controlado por el artista. O incluso de perspectivas imposibles con bandejas siempre apoyadas en soportes genéricos.

Curiosamente no aparecen demasiados racimos de uvas en los cuadros de Louise Moillon, pieza protagonista y fundamental en la mayoría de bodegones, por ser una clara alusión a las uvas de Zeuxis, que confundían a los pájaros por su genialidad realista.

Las grosellas y otras frutas translúcidas arracimadas harán su misma función, la de expresar la multiplicidad de juegos lumínicos entre las frutas, que se afectan unas a otras en su composición.

La más conocida obra de Louise Moillon “La vendedora de frutas y legumbres” no es visible en las salas del Museo del Louvre y permanece en depósito, como muchas de las obras de artistas femeninas. Está obra se data alrededor del año 1630.

Esta obra nos muestra una escena cotidiana en la que la mujer de la época se sentiría profundamente reflejada. Vemos como una noble acude muy bien ataviada, del negro que ya había dejado de ser el color de luto para pasar a ser un distintivo de ostentación, a una tienda de frutas y legumbres y toca los productos para verificar su calidad.

Las frutas y verduras sobrepasan el límite de la mesa jugando, como es propio del barroco, con la realidad y la ficción en un trampantojo que embelesa los sentidos.

Se dice que este cuadro, que muestra dos mujeres, la de la izquierda de clase social elevada y a la derecha una joven vendedora, esconde un mensaje moral en el simbolismo de sus elementos. La manzana que sostiene la dama compradora en una mano representa la fruta del Árbol del conocimiento del Bien y del Mal en el Génesis.

El mismo personaje destapa con la otra mano los albaricoques, que simbolizan el sexo femenino. Los albaricoques, las ciruelas y espárragos se relacionan con los placeres de los sentidos.

Las uvas y guindas son símbolos de Cristo, las frutillas, primeras frutas de la primavera, que representan la Resurrección. También pueden verse cáscaras de manzana enroscadas en la mesa, con algunas moscas, que representan la corrupción.

Otras obras con las que cuenta este Museo son bodegones de frutas, esta vez sin figuras humanas, como la que muestra en una cesta de mimbre melocotones y ciruelas con sus ramas, recién recogidas.

También, la obra que detalla una copa de porcelana blanca con frutas tan preciadas como el melón o las cerezas. Esos melones que aparecen cortados pues se vendían a cata.

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En el Museo Thyssen de Madrid se puede ver uno de sus bodegones de frutas datado en el año 1637, perteneciendo a la colección privada de la baronesa Carmen Thyssen. Destacamos la pieza de porcelana china, tan valorada en el Barroco, cuya delicadeza destaca con respecto a la otra superficie de barro tosco. Los albaricoques cortados y expuestos nos muestran la habilidad de la pintora para retratar todas las formas.

Louise se casó con el comerciante en maderas Etienne Girardot de Chancourt en el año 1640 con el que tuvo tres hijos. Etienne era un hugonote procedente de la región de Borgoña.  Este hecho traería numerosos problemas a la familia, pues los hugonotes sufrirían una de las persecuciones y matanzas por motivaciones religiosas más devastadoras de Europa.

Tras el Edicto de Fontainebleau del año 1685, por el que se revocaba el Edicto de Nantes, la familia Girardot fue perseguida y la propia Louise sufrió vejaciones. Su marido fue encarcelado y dos hijos debieron de huir a Inglaterra, en tanto que el otro hijo fue convertido a la fuerza.

Las dragonadas era la herramienta de guerra que usaron los católicos para convertir protestantes. Los dragones, o soldados de infantería, saqueaban y torturaban a familias enteras hasta que sus miembros se convertían. Más de 200.000 hugonotes huirían de Francia en el siglo XVII.  Muchos de estos hugonotes protestantes terminaban en galeras como castigo y muchas de sus mujeres en prisión con todos los bienes confiscados.

Etienne terminaría en prisión, dos de sus hijos exiliados a Inglaterra, el más pequeño convertido a la fuerza.

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 Escena del mercado con un carterista

Louise murió en París a los ochenta y seis años, dejando en su testamento una ambigua confesión de fe, dando gracias a Dios por haber dado a luz en la iglesia y perseverado en la religión cristiana. Fue enterrada por el rito católico en el año 1696.

Hoy sus pinturas se encuentran en colecciones de varios países, como Inglaterra, España, Alemania, Francia y Estados Unidos. La reina Isabel II de Inglaterra posee en su colección cuatro cuadros de Louise Moillon,

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Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón: única e irrepetible


Louise Moillon, la pintora de bodegones