sábado. 20.04.2024

El gran narrador y dramaturgo aragonés Javier Tomeo, uno de los protagonistas de la renovación de la literatura española en los años ochenta,  ha fallecido este sábado en Barcelona a los 81 años de edad.

Javier Tomeo nació en Quicena, Huesca, el 9 de septiembre de 1932. En contra de lo que cabría deducir dada su condición de escritor, se licenció en Derecho y Criminología en la Universidad de Barcelona. En los años cincuenta escribió literatura popular bajo el pseudónimo «Frantz Keller» para la Editorial Bruguera: algunas novelas del oeste, de terror e incluso una Historia de la esclavitud, así como otras obras con pseudónimos anglosajonizados. En 1963 editó, junto a Juan María Estadella, La brujería y la superstición en Cataluña. En 1967 publicó su primera novela «seria». Obtuvo en 1971 el premio de novela corta Ciudad de Barbastro, por El Unicornio. En la década de los setenta aparecieron otros títulos como El castillo de la carta cifrada. En los años ochenta dejó algunas novelas como Diálogo en re mayor y Amado monstruo, y su universo literario creció en los noventa con la publicación de numerosos libros: El gallitigre (1990), El crimen del cine Oriente (1995), Los misterios de la ópera (1997), Napoleón VII (1999) o Cuentos perversos(2002), entre otros.

ENTRE EL SURREALISMO Y EL MINIMALISMO
 
En El cazador (1967), un hombre se encierra para siempre en una habitación de su propia casa como un eremita para no tener que tratar con su madre. En El unicornio (1971), cuya forma es la de un libreto con acotaciones, los espectadores de una obra de teatro van cayendo uno a uno como en una novela policiaca expresionista. El castillo de la carta cifrada (1979) fue considerada por el crítico Rafael Conte como una “fábula sobre la imposibilidad de escribir y mandar cartas a pesar de todo”. En Amado monstruo (1985), una de sus obras maestras, disecciona una entrevista de trabajo marcada por el complejo de Edipo de sus protagonistas. En El cazador de leones (1987), es el monólogo de un hombre que trata de conquistar a una mujer por teléfono que nunca responde. Bestiario (1988) recoge la vida de numerosos animales, particularmente de los insectos. En Preparativos de viaje (1991) da cuenta de la imposibilidad de un vendedor de sillones giratorios para adentrarse en las fronteras de un misterioso país llamado Benujistán. La agonía de Proserpina (1993) introduce por primera vez a un personaje femenino real, frente a las mujeres ausentes habituales hasta entonces en su narrativa. Conversaciones con mi amigo Ramón (1997) tiene por motivo sus divagaciones con Ramón Riera, personaje muy recurrente en la obra de Tomeo. En Los nuevos inquisidores (2004) comprende una amplia retrospectiva de los cuentos de Tomeo desde finales de 1950 hasta el presente, muchos de ellos inéditos y todos revisados por el autor especialmente para esta edición. En La mirada de la muñeca hinchable (2003) un hombre solitario urde un diálogo imposible con una muñeca de plástico en un mundo general del que sólo oye los ruidos. Este solitario no necesita que le contesten y por esa misma razón también entabla de vez en cuando alguna conversación con su madre muerta. En El cantante de boleros (2005), narra la vida monótona de otro hombre solitario, con ínfulas de cantante, que habla también con su madre muerta. Como puede verse, muchos de sus protagonistas son personajes solitarios, autistas o con problemas de comunicación.

Muchos de los protagonistas de Javier Tomeo son personajes solitarios, autistas o con problemas de comunicación.

El año pasado, a los 80 años ya cumplidos, la editorial Páginas de Espuma publicó 'Cuentos completos', en casi 900 páginas. Buena parte de sus temas son "la soledad, la insolidaridad y la falta de comunicación entre la gente", como destacaba en el prólogo Daniel Gascón, que realizó la edición.

JAVIER TOMEO Y LAS ADAPTACIONES TEATRALES

Algunas de sus obras han sido llevadas a los escenarios con gran acogida de la crítica, sobre todo en Francia. Amado monstruo (Monstre Aimé) se estrenó en el Teatro Nacional de la Colline de París en 1989 con estruendoso éxito. Meses después se estrenó en Zaragoza la versión española. Yvon Chaix estrenó El cazador de leones con el título Le chasseur de lions, Grenoble, 1990. La versión española fue dirigida en 1993 por Jean-Jacques Préau. También se adaptaron con rotundo éxito Historias mínimas, El castillo de la carta cifrada (estrenada primero en Colonia, 1993 y cuatro años después en París por la Comédie Française), Diálogo en re menor (primero en Alemania, y en español en 1996) y Los misterios de la ópera (1999). El Centro Dramático de Aragón montó La agonía de Proserpina en 2003.

Tomeo ha sido siempre un escritor muy imaginativo que posee un mundo propio original, si bien utiliza la técnica kafkiana de la parábola,3 y en algunos aspectos es comparable a Thomas Bernhard y Luis Buñuel. Así pues, su narrativa es con frecuencia experimental, inspirada a veces en la perspectiva de las cosas, los animales y otras formas de vida. Sus ficciones proceden por acumulación de detalles ilógicos hasta alcanzar la exarcebación del absurdo en medio de la realidad más cotidiana, con un contenido crítico hacia la incoherencia de la organización social. Su visión de la condición humana es, pues, dramática y existencial, pero también muy lírica y humorística, y subterráneamente simbolista, que se declara crípticamente contra todo nacionalismo, autonomismo, machismo y feminismo, contra toda dictadura real, o escondida, todo tópico, todo falso idealismo, todo prejuicio, los medios de comunicación (la televisión sobre todo), defendiendo la animalidad, los instintos y la monstruosidad de los seres humanos, desde la incomunicación total en la que el ser humano se hunde.

Su estilo es sobrio y minimalista, de frase corta. Es un maestro del cuento, que reúne en colecciones por su forma (Historias mínimas), por su tema (Problemas oculares), su moral (Cuentos perversos), o su simbolismo (Zoopatías y zoofilias). Cada uno empieza con una situación desconcertante, que se suele llevar a un final abierto. De ahí que sus historias tengan más de una interpretación y sean cantera para una futura literatura clásica. Su obra narrativa ha sido traducida a varios idiomas y es Premio Aragón a las letras del año 1994 y medalla de oro del ayuntamiento de Zaragoza.

Muere el escritor Javier Tomeo