martes. 23.04.2024
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Ilustración de James Lovelock y su teoría Gaia. (Imagen: Internet)

Hace más de dos mil quinientos años, Hesíodo en su Teogonía relata que Hércules luchó contra Anteo, un gigante hijo de Poseidón y Gaia, descubriendo que era imposible vencerlo, ya que cada vez que le derrotaba y caía al suelo, entraba en contacto con su madre y recuperaba la vida. Al final, Hércules recurrió a elevarlo en le aire y estrangularlo sin que pudiese posar los pies en la tierra (Gaia).

En 1969 el químico James Lovelock planteó la Hipótesis de Gaia, nombre primigenio que personifica a la Tierra, para explicar lo que sucedía en nuestro planeta. En resumen, esta hipótesis defiende que nuestro planeta se comporta como un único ser vivo, en el que se incluye la bioesfera, la atmósfera, los océanos y la tierra, constituyendo en su totalidad un sistema cibernético o retroalimentado que busca un entorno físico, y químico óptimo para la vida en el planeta, y que dispone de su propia auto regulación. Según esta teoría, el que a día de hoy, la atmósfera la compongan un 78% de nitrógeno, un 21% de oxígeno y a penas un 0,3% de dióxido de carbono se debe a que la vida, con su actividad y reproducción, mantiene estas condiciones que la hacen habitable para muchas clases de vida. En su hipótesis inicial Lovelock afirmaba la existencia de un sistema de control global de la temperatura que se ha mantenido con pocos cambios en distintos tiempos geológicos, composición atmosférica y salinidad oceánica. Sus argumentos eran: La temperatura global de la superficie de la tierra ha permanecido constante a pesar del incremento de la energía proporcionada por el sol. La composición atmosférica permanece constante, aunque debería ser inestable. La salinidad de los océanos permanece constante.

Está hipótesis posteriormente fue apoya por la microbióloga Lynn Margulis, ferviente defensora de la simbiosis, por la que unos organismos colaboran con otros para beneficiarse mutuamente. Numerosos adeptos y detractores han apoyado o denostado esta hipótesis desde su formulación. Aun así, Lovelock fue condecorado en 2006 con la medalla de Wollaston, la condecoración más importante de la Geological Society of London.

Compartir esta reflexión de Albert Einstein: ”en ciencia, como en toda rama del saber, la imaginación es más importante que el conocimiento”. Lovelock es un ejemplo de ello

Podríamos plantear la siguiente reflexión: ¿Y si la actual pandemia fuese el resultado de la venganza de Gaia? Este planteamiento obvia las teorías conspiratorias. Hace referencia a que quizás como consecuencia de este mundo tecnocrático en el que han convivido un consumo desmedido, con un calentamiento global, una sobrepresión de la biodiversidad, entre otras variables, han actuado como vectores que han fisurado el equilibrio de Gaia. El desarrollismo despreocupado, ha sobrepasado la capacidad de autoregulación de ese ser metafórico, Gaia. La autoregulación tiene un límite, cuando se sobrepasa, la regulación es imposible y el sistema se vuelve inestable.

Como nos recuerda Siri Hustvedt, premio Príncipe de Asturias de las Letras, lo irónico y terrible es que, si hemos aprendido algo de esta pandemia, es que todos los seres humanos somos ciudadanos vulnerables del mismo planeta y dependemos no solo unos de otros sino también de unos ecosistemas cada vez más frágiles sin los que no podemos sobrevivir como especie. La acción colectiva puede cambiar las cosas. Las protestas sonoras y el voto pueden cambiar las cosas, y la versión que decidamos contar de la historia de la humanidad común sobre la Tierra (Gaia) también puede cambiar las cosas.

En el mundo homérico arbitrario, los dioses condenan a los humanos por culpa de Hybris, diosa de la insolencia y el orgullo temerario (ver mi artículo en Nuevatribuna, Complejo de Hybris, 10/01/2021). Etimológicamente pandemia, procede del griego pan (todo) y demos (pueblo).

Por último, compartir esta reflexión de Albert Einstein: ”en ciencia, como en toda rama del saber, la imaginación es más importante que el conocimiento”. Lovelock es un ejemplo de ello.

Mitología y ciencia: la venganza de Gaia en la pandemia Covid19