jueves. 25.04.2024
NUEVATRIBUNA.ES / ANTONIO SANTO

Si quedaba alguien en el mundo que dudara de la calidad tenística de Rafael Nadal, que afirmara a estas alturas que es sólo un especialista en tierra batida con un físico privilegiado, debe de estar buscando dónde esconderse ante el logro conseguido por el manacorí anoche: venció a Nolevak Djokovic en la final del US Open, consiguiendo así el único título que le faltaba en la vitrina y sumándose a las seis leyendas del tenis que ostentan el honor de haber ganado los cuatro grandes. Fred Perry, Don Budge, Rod Laver, Roy Emerson, André Agassi, Roger Federer... y ahora Rafael Nadal. Pero además, de la época Open es el más joven en conseguirlo (Don Budge logró el Grand Slam con 22, pero antes de que los torneos tuvieran el formato actual). Y más aún, sólo Agassi comparte con él el triunfo de haberlo ganado absolutamente todo: Grand Slam, copa Davis y oro olímpico. En 2010 ha ganado en todas las superficies. Es el tenista con más Masters Series, y con 24 años cuenta ya con 9 títulos de Grand Slams (frente a los 16 de Federer), lo que le sitúa en la carrera para romper con absolutamente todos los récords de victorias. La estadística es incontestable: Rafael Nadal es, con sólo 24 años, uno de los mejores tenistas de la historia.

Nadal llevaba un torneo absolutamente impecable: a su habitual fortaleza mental y física y su eficacia restando se sumó una mejora sustancial en la calidad de su saque. No había cedido más que un saque, ante Verdasco en cuartos, y no perdió un solo set hasta la misma final. El partido de ayer, que debía haberse jugado el domingo pero fue retrasado por la lluvia, comenzó de cara para el tenista mallorquín, que rompió el servicio de Djokovic nada más empezar; en el quinto juego del partido el serbio ya estaba desesperado rompiendo su raqueta contra el suelo. Ése es un buen resumen del primer set: Djokovic buscando como loco la forma de romper la concentración de Nadal hasta el punto de cometer 11 errores no forzados, y éste manteniéndolo clavado al fondo de la pista, impidiéndole hacer su juego. Aunque consiguió recuperar un break de los dos que le hizo el manacorí, Djokovic vio cómo se le escapaba el set en tiempo récord por 6-4. Y Nadal no deja escapar una presa a la que ha herido: como cuenta Míster Chip, ha ganado el 99,06% de los partidos en los que ha ganado el primer set.

En el segundo Djokovic recuperó la concentración y sacó su mejor tenis: golpes ganadores, potentes, desde el fondo de la pista buscando las líneas; Nadal pareció perder la puntería y no fue capaz de acercarse a la red para contrarrestar con voleas o dejadas las fieras derechas del serbio, que con un break arriba se encontró con un claro 4-1 a favor. Una ventaja clara, siempre que el tenista que tienes delante no sea Nadal, que no se rinde jamás: fue capaz de ganar su saque, devolverle a su amigo Nolevak la rotura de servicio y anotarse de nuevo su siguiente saque, por lo que se colocó 4-4. Cuando iban 30-30 para el quinto juego, con las sensaciones decantadas hacia Nadal (porque Djokovic volvía a desesperarse al ver que su mejor tenis sólo conseguía provocar un bajón temporal en el muro que es Nadal), la lluvia vino a darle un respiro al nº 2 del ránking ATP. Una interrupción de 1h 40 m sirvió para que Djokovic recuperara la concentración y pudiera llevarse el segundo set. Pero eso fue todo, ahí se acabó el partido: Nadal tomó nota de lo que había hecho mal durante el segundo set y en el tercero y cuarto no tuvo piedad. Las estadísticas muestran que, con un juego de gran calidad por parte de ambos jugadores, fue la mayor fortaleza mental y regularidad de Nadal lo que inclinó claramente la balanza a su favor. Con 6-4 y 6-2 tumbó a Djokovic y entró en la leyenda.


Mito Nadal