viernes. 29.03.2024

cueva-erizo2Hay que reconocerlo: la mayor parte de los lectores, al escuchar que la cuarta entrega de la saga Millenium iba a aparecer, nos llevamos las manos a la cabeza. No pocos fuimos los que pensamos que, de hacerse realidad, era muy probable que no se recuperara esa esencia que hizo que muchos cayéramos en las redes de Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist, sin obviar todas las noticias relacionadas con las batallas legales sobre la obra de Stieg Larsson que no vio cómo su criatura se convertía en un fenómeno de masas y que dura hasta nuestros días. Y es que, como todo en esta vida, la literatura no está exenta de los prejuicios.

He de decir que, hablando de la trilogía anterior, los tres primeros tuvieron una calidad bastante dispar. Así como el primer volumen fue un golpe dirigido con precisión, los siguientes empezaron a navegar en tierra de nadie, dejando que el lector se diluyera entre tanto drama familiar y alguna que otra escena más cercana a la ciencia ficción que a la novela negra. ¿Cómo se definiría entonces este Lo que no te mata te hace más fuerte? Pues como una recuperación, una vuelta a esa esencia que construyó un personaje como Lisbeth Salander, convertida por algunos en icono, y un círculo casi perfecto que nos lleva de la mano de una trama bien realizada, manteniendo en todo momento el estilo del autor que dio la vida y que cambió, hace unos años, el planteamiento que se tenía de la novela negra en este país. Pero, ¿todo lo que aparece en la obra de David Lagercrantz es positivo? Ya lo he dicho antes: estamos ante un círculo casi perfecto, en el que alguna que otra fisura se cuela para hacernos ver que, en esto de la literatura, existen los prejuicios pero también algún que otro error.

Dividida en tres partes, podríamos decir que Lo que no te mata te hace más fuerte comienza con una presentación de los personajes perfecta, donde la puesta en situación del lector convierte la experiencia en un buen punto de partida para todos aquellos que no han leído ninguna de las novelas anteriores – pero tampoco supone un lastre para los que sí lo han hecho, puesto que se nos dan pequeñas pinceladas de aquello que ya ha sucedido -, y donde se nos presenta el inicio de una trama que seguirá desarrollándose en los siguientes capítulos. El siguiente punto es la investigación que une a Mikael y Lisbeth de nuevo. Una trama con muchos frentes abiertos y que, en ocasiones, puede despistar al lector. Creo que esta es la parte de la serie que más personajes y que más ramificaciones tiene en todo lo que vamos de saga, por lo que se requiere estar atento para no perder detalle del quién es quién de la obra. Y aquí, sin desvelar absolutamente nada de lo que se nos plantea, es donde encuentro la fisura, donde se demuestra o se intuye que esto puede ir para largo, que la continuación ya casi está programada, porque la aparición de un personaje en concreto hace que nos preguntemos en estrategia de ventas o en el verdadero deseo de un autor como Stieg Larsson a la hora de tener programadas sus novelas. Y su final, el desenlace y despedida de los personajes, que juega a la labor emotiva y a un diálogo final (“Entonces, bienvenida”) que sí puede ser considerado un guiño para aquellos que vimos cómo los caminos de estos dos protagonistas se unían en la primera entrega.

Pero si hay algo que agradecerle a Lo que no te mata te hace más fuerte es su crítica feroz a los medios de comunicación y a los grupos que invierten en ellos; su dardo directo a la censura y a la frivolidad que se pretende que gobiernen las publicaciones; y el tráfico de influencias e información que convierte a una sociedad global, en una simple y llanamente ciega ante lo que pasa realmente.

Por tanto, la polémica está servida. Todos opinaremos sobre Lo que no te mata te hace más fuerte, todos podremos entender que es una obra bien escrita, bien estructurada, y que mantiene la acción en sus momentos necesarios, o podremos centrarnos en eso que llaman “fraude” o “litigio familiar”. En cualquier caso, si se me permite la pequeña licencia, prefiero las polémicas que me incitan a leer para eliminar mis prejuicios – y lo consiguen, como es el caso -, que las campañas de marketing que me venden historias que no tienen ningún fundamento y que ven, desde trenes corriendo, cómo el amor por la literatura se disuelve en algún que otro gin tonic mal envasado.

Millenium 4: el círculo casi perfecto de Lisbeth Salander