miércoles. 24.04.2024

Mi nombre es Harvey Milk: desorientación y muerte

Antonio Durán Estrada
Incluso un personaje como Harvey Milk, dibujado en la película como un héroe, tiene sus dudas. Dudas que se muestran desde el primer fotograma, en el que nos presentan a los dos protagonistas en agobiante primer plano de ambos en el Metro.
26.1.2009
Es Gus Van Sant un director desconcertante. Se suele decir, y según muchos profesionales del medio es cierto, que todos los realizadores de cine hacen, en el fondo, siempre la misma película. Y que esa película es además un autorretrato, en el que se muestran sus miedos, gustos, fobias y obsesiones. Todo un reflejo de ellos mismos.

Las películas de Van Sant tienen un punto en común: la desorientación. Siempre aparecen personajes con dudas, sin objetivo fijo, errantes. Incluso los personajes con las cosas más claras, muestran sus dudas abiertamente en pantalla. Analizando la filmografía tan “desorientadamente coherente” del americano, todo lo del anterior párrafo tiene algo de sentido.

Por tanto, es lo que nos encontramos también en esta cinta. Incluso un personaje como Harvey Milk, dibujado en la película como un héroe, tiene sus dudas. Dudas que se muestran desde el primer fotograma, en el que nos presentan a los dos protagonistas en agobiante primer plano de ambos en el Metro, donde los actores aguantan la cercanía de la cámara y que da pie a la relación íntima entre Milk y su compañero sentimental durante años.

Un encuentro furtivo, clandestino, a escondidas. Y contra eso luchará Harvey Milk. Es su búsqueda de rumbo. Durante las siguientes dos horas defenderá sus ideas contra todos los elementos hostiles, como la derecha ultracatólica, los empresarios homófobos, su vida personal, las luchas políticas, incluso contra los propios gays.

También en la película, en ese proceso de orientación de los personajes, es importante la toma de conciencia. (Tema también común en el cine de Juan Antonio Bardem) Como el personaje del joven gay que viaja a Barcelona y, al ver la violenta represión contra los homosexuales de la policía franquista y cómo se defendían estos últimos, decide volver a su país para luchar por sus derechos, o el otro compañero que aún no ha salido del armario para su familia. Incluso están desorientados los “malos”, como el personaje interpretado por Josh Brolin, al que el corazón le dice una cosa y “el mundo que le rodea” le dice la contraria.

En cuanto a la realización, mezcla habilmente los códigos más propios del cine indie con las convenciones del cine más puramente postmoderno. Por tanto un film que gustará tanto al público “más de cine de autor” como al público de “blockbusters”. Al fín y al cabo, es lo que también pretendía Harvey Milk: convencer a todo el mundo.

Trailer de la película:

Mi nombre es Harvey Milk: desorientación y muerte