jueves. 28.03.2024
MUJERES DE PELíCULA | EDMUNDO FAYANáS ESCUER

El menage a trois de Diana de Poitiers

Nace el tres de septiembre de 1499 en el castillo de Daint-Vallier en la región de Rhone-Alpes. Su padre era Jean de Poitiers, conde se Saint-Vallier y vizconde de Estoile, su madre Jeanne de Batarnay.

fay6

Su madre Jeanne muere cuando ella tenía seis años. Es llevada entonces a servir como dama del séquito de Ana de Francia, mujer de fuerte carácter, que era hija de Luis XI y que juega un papel muy relevante en la historia al desempeñar la regencia de Francia durante la minoría de edad de su hermano.  

Diana de los seis a los catorce años recibe una educación esmerada, así como aprende a cabalgar y a cazar. A los seis años ya tenía su propio halcón y además fue dominando a todos los animales que tenía su padre en las caballerizas. Siempre llevaba una máscara de terciopelo negra para proteger su rostro y evitar golpes de las ramas mientras cabalgaba. La práctica de montar a caballo era diaria, lo que le hacía mantenerse siempre en plena forma física.

Diana se casa, el seis de abril de 1515, cuando solamente tenía quince años, con Luis de Brézé, que tenía entonces 54 años y poseía los títulos de Gran Senescal de Normandía, conde de Maulévier, vizconde de Bec-Creespin y de Marny y también señor de Anet. Luis de Bréze era hijo de Carlota de Valios, que era hija bastarda dl rey Carlos VII de Francia, y en consecuencia era nieto del rey.

Este casamiento hace que Diana juegue un papel destacado en la corte del rey Francisco I. Su belleza no pasa desapercibida para el rey, pero la gran reputación moral que contaba, hizo que el comentario que puso bajo el retrato de Diana “Bella para mirar, honesta para conocer”.

El matrimonio entre Diana y Luis duro dieciséis años y a pesar de la diferencia de edad, ésta lo amó y siempre lo respetó. Fue a finales de 1531 cuando quedó viuda. Fruto de este matrimonio fueron sus dos hijas Francisca y Laura las cuales fueron casadas con nobles de su altura, los condes de Guisa católicos y con gran poder político.

Dentro de su matrimonio con Luis cabe mencionar el año 1524, donde el padre de Diana Jean es acusado de complicidad en la traición del Condestable III de Borbón, que era hijo de Ana de Francia.   Su padre es condenado al cadalso. Sin embargo el rey Francisco I le perdonó la vida, debido a la influencia de su marido Luis de Brézé con el rey. Su padre acabó encerrado en la fortaleza de Loches donde fallecería.

Diana de Poitiers tuvo una gran influencia en la corte francesa, siendo dama de honor de Claudia de Francia, que era reina consorte y duquesa de Bretaña. Posteriormente, fue dama de honor de Luisa de Saboya, duquesa de Angulema y Anjou, que era la madre del rey. Terminó como dama de Leonor de Austria, que era reina consorte de Francia.

Podemos decir que en sus treinta y nueve primeros años de la vida de Diana transcurrieron con la más completa naturalidad y sin escándalos, permaneciendo fiel a su anciano esposo, peso a su juventud.   En esta época destacaba por su belleza.

Durante los primeros años como viuda, vivió en el castillo de Anet en la Normandía. Tenía treinta y un años y fue entonces cuando comenzó a preocuparse por su aspecto físico. Dotada de una gran energía, nunca había dejado de ejercitar su mente y su cuerpo. Tanto en verano como en invierno se levantaba muy temprano y se bañaba con agua helada. Su desayuno era ligero, tomando siempre una taza de caldo. A continuación cabalgaba tres horas diarias. Al regreso tomaba una comida ligera y descansaba. Por la tarde empezaba su vida social.

Diana regresa a la Corte francesa en el año 1533, por invitación del rey Francisco I. Ella decidió que todos la viesen como una viuda en duelo perpetuo. Destacaba por la belleza de su vestimenta, diseñada para destacar su figura. Su estilo intentaba expresar más lo mundanal que el luto y, sobre todo, destacando siempre su bellísimo cuello. 

Siempre usaba prendas de seda. El color preferido es el negro y blanco, que hacían destacar su piel blanca y su cabello rubio siempre sujeto con redecillas de seda blanca y adornadas por perlas. También empleaba frecuentemente hileras de perlas en ambos hombros que se unían a un espectacular corsé negro con un gran escote. Solía llevar en su estrecha cintura una cadena de plata trabajada. Sus mangas eran peculiares, muy ajustadas en el brazo, que estallaban en sus codos con una delicada y blanca muselina para volver a ajustarse en los puños.


Castillo de Chenanceau

El rey Francisco I ordena a Diana que animara la vida de su hijo Enrique, que se encontraba triste y abatido. Se le conocía a Enrique como “el bello tenebroso”. Diana a pesar del luto permitió hacer de Enrique su galán, siguiendo la tradición medieval del amor cortes, permitiendo el enamoramiento, pero no teniendo relaciones carnales. Diana era veinte años mayor que Enrique.

En el año 1531, en una justa de caballería, celebrada en los festejos por la boda del rey viudo con Eleonora de Portugal que también era reina viuda, Diana ocupaba uno de los puestos centrales de la tribuna. Llevaba un vestido pálido verdoso, que era su color preferido antes de la muerte de su marido. También se encontraba la entonces amante del rey Francisco I, Anne d’Etampes que se consideraba la más hermosa, pero para la mayoría Diana era la bella entre las bellas.

Tanto el príncipe Enrique como su hermano cabalgan juntos frente a la tribuna, y era tradición que en las justas debían inclinar su lanza ante la dama cuyo favor deseaban y cuyos colores iban a defender   Para sorpresa de todos, el príncipe Enrique se detiene ante Diana “la Gran Senecalesca”, entonces él tenía doce años y ella treinta y dos, ofreciéndose a honrarla y defenderla si ella permitía llevar su color verde y blanco. Diana  pidió al rey si quería que Enrique fuese su joven caballero, éste encantado dio su autorización, de esta forma se inicia una relación que durara hasta la muerte de Enrique II 

De esta forma se enamoró profundamente de Diana. Cuando esto sucedió ya llevaba unos años casado con Catalina de Médicis, que era conocida como “la hocico”. Cuando muere Francisco I, Enrique accede al trono y Diana acepta la relación carnal con el rey. Esta relación carnal empieza en el año 1538. La sensualidad, la inteligencia y la sabiduría de Diana formaban parte de la adoración del rey hacia ella además de su belleza física, la fuerza y la salud de ella

Emblema persona de Diana, formado por tres crescentes entrelazados

Su permanencia en la Corte había servido para pulir y mejorar su atractivo como mujer, que representaba muy bien  los ideales femeninos del renacimiento. Diana sabía muy bien cómo usar sus encantos femeninos para la obtención de sus deseos Su familia le había educado en saber defender sus intereses materiales y como ampliarlos.

Cuando Enrique II se casó con Catalina de Médicis, Diana la recibió  con gran cariño, pues entendía que él lo hacía por necesidad institucional como rey. En la ceremonia de matrimonio, Diana fue  la principal dama de honor de Catalina, y en ninguna parte de la ceremonia estaban las iniciales de esta y sí las de Diana.

Como Enrique pretendía no cumplir sus obligaciones matrimoniales, Diana obligaba a Enrique a que cumpliera carnalmente con Catalina. La familiaridad era total con los príncipes nacidos, de tal forma que estos le llamaban tía a Diana.

Con la muerte de Francisco I,  como delfina Catalina, esperaba ahora dar a luz al futuro heredero al trono. Llama la atención que Catalina no le dio ningún hijo en sus diez primeros años de matrimonio.  Muchos recomendaron al rey y al delfín repudiarla, ya que era necesario continuar la línea sucesoria de la monarquía francesa. Se habló de divorcio, y en su desesperación Catalina intentó todos los medios conocidos para quedar encinta. Esto hizo que Diana interviniera mandándole a su médico personal para que intentara que Catalina tuviera hijos. El 19 de enero de 1544 dio a luz a un hijo, bautizado en honor al rey Francisco I. Posteriormente, le dio hasta diez hijos.

Con la llegada al poder De Enrique II se cambian los símbolos del poder, siendo escogidos de la mitología, la media luna, el arco y las flechas de la cazadora, la ambigua Delta triangular (la D del alfabeto griego y el real ménage a trois. En su escudo de armas Diana utilizaba el antiguo diseño de los Poitiers, una antorcha flameante invertida con el lema “sólo el que me enciende puede apagarme”.

Enrique II llamaba a Diana Ma dame. Le dio las tierras y las rentas que su esposo tuvo en Anet, posteriormente le dio el castillo de Chenonceau que es una obra maestra del Renacimiento francés y que se encuentra situado a las orillas del río Cher en Touraine. Diana fue nombrada duquesa de Valentoise y también disfrutó de varias casas en Paris, así como granjas y cotos de caza.

En su castillo de Anet, Diana ofrecía las mejores jornadas de caza y por las noches magníficos banquetes con una decoración del castillo simplemente espectacular. En este castillo destacaba la habitación personal de Diana, con una gran cama, que actualmente aparece cubierta de los símbolos de ella. Diana dormía siempre con grandes almohadas que la sostenían erguida para así evitar que su rostro se arrugase.

Diana intervino activamente en la vida política del reino apoyando al partido católico, que estaba liderado por los Guisa, que contaron con la protección y el apoyo de Diana. Por eso, buscó la unión con ellos a través de lazos familiares, pues su dos hijas se casaron con príncipes de los Guisa. Con la llegada al poder de Enrique II, el papel y el peso político de Diana aumentó espectacularmente, convirtiéndose en la persona más poderosa del reino. Se decía que solamente Isabel I de Inglaterra tenía más poder y riqueza.


Escudo de Diana de Poitiers

Diana, aunque mayor, seguía disponiendo de una piel blanca y diáfana muy llamativa. Hay abundantes historias sobre los secretos de su belleza, desde que se bañaba en polvo de oro o en leche de animales preñados, que bebía caldos en los que ponía oro potable, así como pociones mágicas.

La realidad es que Diana se lavaba todos los días, práctica nada habitual en la época y que el agua que utilizaba para sus baños era agua de pozo o de lluvia. Siempre practicaba la equitación de forma diaria y comía muchísima fruta y verduras.

El 22 de de junio de 1559 se celebra en Notre Dame de París la boda por poderes entre Isabel de Valois (que tenía trece años y era hija de Catalina de Médicis) y Felipe II rey de España que tenía treinta y uno, estando representado en la boda por el duque de Alba. Dicho acontecimiento se celebra por todo lo alto y entre ellos se produce un torneo de justas.

Esta justa se celebra el 30 de junio y Enrique II vestía de blanco y negro, los colores de Diana.  En dicha justa, el rey resulta herido grave, atravesándole varias esquirlas de madera en su ojo derecho.   Los médicos se dan cuenta rápidamente de la gravedad de la herida y lo intentan sanar entre otros el cirujano Ambroise Paré, considerado padre de la cirugía moderna. Cuando se entera Felipe II le manda su médico personal para ofrecer su ayuda. Sin embargo, nada se puede hacer por él y muere diez días después. En la agonía de Enrique II, Catalina prohíbe a Diana acercarse a la cámara real de Enrique II. En esos días Diana permanece recluida en su casa.

En la noche del 8  de julio, Catalina manda un emisario a casa de Diana con el siguiente mensaje

Señora, soy un enviado de la señora Catalina.  La reina desea que le devolváis las joyas de la Corona.

Diana le pregunta
¿El rey ha muerto?
Le responde el emisario
Todavía no
Responde Diana
Entonces todavía no tengo amo.   Mientras esto no suceda no las devolveré


Cuadro de Enrique II
Cabe destacar como el célebre Nostradamus en el año 1555 ya hacía una referencia a la herida del rey cuando escribió
“El joven león al viejo derrotará
Sobre el campo de batalla de singular duelo,
En jaula de oro los ojos perforará.
Dos clases una, luego morir, muerte cruel”.

Cuando fallece Enrique II Diana sabe que sus días de gloria habían terminado, e inmediatamente se apresura a devolver a Catalina todas las joyas que eran propiedad de la Corona, junto a un extenso inventario de propiedades. Temiendo por su vida, Diana escribió una carta al rey, en la que le solicitaba perdón regio por los errores que hubiera podido cometer en el pasado y que le ofrendaba su vida y sus bienes.

Inmediatamente Catalina le quito el castillo de Chenenceau y pasó a vivir en él, mientras que Diana regreso al antiguo castillo de Anet.

Ante esta carta, ella recibe la contestación a través del diplomático Giovanni Michiel que dice “El rey ha ordenado que se informe a madame de Valentinoise de que, debido a su perniciosa influencia sobre el difunto rey, su padre, ella merecería un severo castigo. Pero que él, en su clemencia real, no ha querido perturbarla más”.

Diana muere en Anet en 1566 cuando tenía 67 años, recibiendo sepultura en la capilla del castillo.   Siempre hubo dudas sobre si Diana murió envenenada. La realidad muestra que no, como aparece en la publicación de la revista “British Medical Journal”. Según sus contemporáneos era práctica habitual en Diana la toma de oro disuelto en sus bebidas, como un elixir de juventud.  

En los análisis de su cabello se encontraron grandes concentraciones de oro en los residuos de tejido y cabello. Según dicho informe una concentración de oro tan alta como la hallada podría corresponder a un síndrome de intoxicación crónica que podría provocar anorexia, náuseas, empobrecimiento del cabello, diarreas y una anemia que podría explicar la tez particularmente blanca de Diana.

Curiosa la vida de Diana personaje de gran calado en la historia de Francia, dejando un rastro muy importante en muchos aspectos de la vida.

El menage a trois de Diana de Poitiers