viernes. 26.04.2024
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Mayte Martín (Foto: María Ramos)

Hay una tendencia contemporánea en el flamenco que tiende a la sobreactuación en el escenario, a romperse quince veces la camisa por minuto, al desgarro vocal fingido y al trazo grueso, corriéndose el riesgo de caer en la pantomima y en la banalidad. Sin duda, es el que mejor funciona en los medios audiovisuales de masas. 

No es fácil conservar el matiz, el peso de cada nota y de cada giro, sopesar el tiempo y hacer de cada segundo una eternidad de riqueza sutil. A Mayte Martín se la disfruta cuanto más corta es la distancia, cuanto menos juegos de luces, en lo orgánico del instrumento de cuerda y de la percusión soñó ser violín. 

“En los campos de mi Andalucía / Los campanilleros en la madrugá / Me despiertan con sus campanillas”, toda una declaración de intenciones con las que dio comienzo a su recital Mayte Martín en el Espacio Mediterráneo de Murcia este viernes once de noviembre, dentro de lo que han dado en llamar Festival Flamenco del Mediterráneo este año celebra su VI edición entre Murcia y Alicante, organizado por la Fundación Mediterrano. “Que los perros al momento rabiaran / y el rico avariento pobre se quedó No sólo un homenaje a Dolores Jiménez Alcántara, La Niña de la Puebla. Quien tenga oídos que oiga. 

A Mayte Martín se la disfruta cuanto más corta es la distancia, cuanto menos juegos de luces

Las luces entraban por las ventanas del pasillo al coqueto auditorio en penumbra. Mayte Martín acompañada en el escenario por la percusión entre flamenca, andalusí y bereber de David Domínguez complementado por el contrabajo de Miguel ángel Cordero, escoltada por las guitarras de Paco Cruzado y Ángel Flores, uno a cada lado, y el violín de Marta Cardona que aporta la delicadeza, Mayte Martín da un pasito atrás, ubicándose entre las dos guitarras y cediendo al duende el centro del escenario. 

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Foto: María Ramos

Un viaje de regreso interior a lo “ya visto” del repertorio de Mayte Martín con paradas a piezas de su autoría como ‘Zafiro y luna’ que aún publicada en el primogénito ‘Muy frágil” (1995) o la emblemática ‘S.O.S’. Pero también hubo tiempo en el “déjà vú” de Mayte Martín para hacer “un recorrido por mis obras flamencas más entrañables, las que más sentido han tenido para mí”, dijo al principio del concierto. Así fue, hubo tiempo para evocar, además de a La Niña de la Puebla, a Manuel Pareja Obregón, Enrique Morente, Carmen Amaya y Sabicas, o incluso a Atahualpa Yupanqui, dibujando el rico universo referencial, a ese “baúl de los recuerdos de las emociones antiguas” que acompaña a la voz de calma desgarrada de Mayte Martín, bebiendo agua de la vieja fuente que siempre es agua nueva, como diría el poeta Joxean Artzek. 

Cada canción cobra sentido en este viaje, con personalidad propia y cada nota tiene su propia personalidad en el recital de Mayte Martín. Esencial, equilibrado y emocionado, con sentido y sentimiento. Pues como reza la letra de ‘Milonga del solitario’, primer bis, “Sin presumir de cantar (...) Yo no tengo gorgoritos ni nunca los precisé. Toda la vida cante como acogotando un grito”, así la voz de Mayte Martín no necesita de artificios para clavarse certeramente en el alma.

Entre el amplio ramillete de momentos vividos entre los que cada memoria recordará los suyos, no quisiera olvidar, además del ya citado arranque con ‘Los Campanilleros’, la sevillana ‘Que también es de Sevilla’ de don Manuel Pareja Obregón o los tangos ‘El lenguaje de las flores’, ese fragmento del texto del segundo acto de ‘Doña Rosita la Soltera” de Lorca que al que el maestro Morente sumó otra capa de obra maestra. “Y la fuente está contando / Lo que el ruiseñor se calla”. Amén.

Mayte Martín, “sin presumir de cantar”