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NUEVATRIBUNA.ES - 11.6.2009

Henri Matisse (1869-1954) es conocido sobre todo por el periodo fauve de su pintura en las primeras dos décadas del siglo XX. El Fauvismo dio primacía a un uso no descriptivo del color que era usado caprichosamente por los artistas.

El color siempre estuvo más asociado a lo subjetivo, a las emociones, que la línea. Este hecho se intensificó con la llegada del Impresionismo, cuando el color cobra un especial protagonismo relegando a la forma a un lugar secundario del cuadro.

Con el Fauvismo llegó el uso yuxtapuesto y chocante de colores vivos que producía un efecto excitante en el espectador.

El Museo Thyssen-Bornemisza ha organizado una exposición que hace referencia a unos de los periodos menos conocidos y valorados de Matisse. Se trata del periodo que va desde 1917 a 1941, cuando el pintor abandona París (el centro del arte a nivel mundial del momento), y se traslada a Niza con la intención de dedicarse únicamente a la investigación pictórica. En este periodo su pintura se transforma, abandona los colores planos y los grandes formatos decorativistas, para adentrarse en una pintura más intimista, que se acerque más a las emociones del espectador.

En estos años nos encontramos al Matisse de las escenas cotidianas al aire libre, de los interiores en penumbra donde la luz hace un gran esfuerzo por filtrarse a través de las persianas, y de las ventanas abiertas (casi siempre con el mar de fondo) como punto de unión entre lo exterior y lo interior. El Matisse de este periodo reivindica una pintura donde cada elemento es esencial como parte de un todo armónico, donde forma, luz y color adquieren el mismo protagonismo.

Vivió Matisse unos años de paz interior y de gran productividad artística en Niza. Sin embargo a partir de 1927, su proyecto entró en crisis. Un encargo hecho en 1930 le devolvió circunstancialmente a la pintura decorativista volviendo sobre el tema de La danza, tema que ya había trabajado antes de La Guerra. En 1934 volvió a la pintura “espiritual” interesándose ya más por la forma a través del dibujo que del volumen. La invasión de Francia por parte del ejército alemán en 1940, la detención de su mujer y su hija por la Gestapo y una intervención quirúrgica que sufre el artista en 1941 y de la que nunca se recuperó totalmente, marcan el fin de este periodo.

La exposición del Thyssen, que se podrá visitar desde el 9 de Junio hasta el 20 de Septiembre de 2009, se organiza en torno a 7 salas y 6 temáticas, en las que se recogen más de 70 obras representativas de este periodo. Fundamentalmente nos encontramos obra pictórica, pero también encontramos magníficos dibujos a pluma o carboncillo y esculturas de bronce que muestran la preocupación de Matisse por la forma y por el movimiento. Es una exposición que nos descubre un periodo muy prolífico e interesante del pintor que, junto con su rival estético Picasso, es uno de los representantes más importantes de la pintura del siglo XX.

Alicia Martínez es licenciada en Historia del Arte.

Matisse en Niza: su periodo más intimista.