sábado. 20.04.2024
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Marino Goñi. Foto:Álex Basha

Los movimientos culturales parecen nacer cuando alguien les pone un nombre que los describa y que les dé forma en nuestro pensamiento. Marino Goñi puso nombre a la movida que no era la movida. Los primeros ochenta fueron años de crisis económica y paro, pero también de ebullición cultural y de renovación de todos los lenguajes artísticos.

En 1983 nace el término “Rock Radical Vasco” y con él una nueva forma de hacer y sentir la música

En 1983 nace el término “Rock Radical Vasco” y con él una nueva forma de hacer y sentir la música. Marino Goñi merece un lugar especial en la historia de la música del estado español, tanto por ser uno de los creadores del nombre y, sobre todo, por ser el fundador de los sellos Soñua y Oihuka, sello que tiene en su catálogo a grupos como Kortatu, La Polla Records, Barricada, Eskorbuto, Soziedad Alkoholika, Tijuana in Blue o Platero y Tú.

Goñi es uno de los creadores del término “Rock Radical Vasco” en 1983, y que aglutinó a grupos de muy diversa índole, siendo un contrapeso a la hegemónica Movida Madrileña, que por esos tiempos copaba prácticamente la totalidad de los medios de comunicación. “Paradójicamente no me han preguntado mucho por ello. Aunque es muy difícil hablar de ello 36 años después. Nosotros queríamos dar a conocer el momento que vivía Euskadi con grupos muy especiales y muy diferentes. La presión en el sentido contrario era muy fuerte. Se nos ocurrió echando una cerveza y decidimos nombrar el movimiento”.

Sobre la decisión de usar este nombre, nos cuenta que “ni siquiera decidimos ponerlo en euskera, sino en castellano. Era mucho más fácil darlo a conocer fuera en castellano que en euskera. Llamamos a unos cuantos grupos implicados para contárselo y les dijimos, si no os gusta, salid mañana y decid lo que os dé la gana. A los pocos días muchos de los grupos se habían posicionado. Es curioso pero esta polémica ha durado hasta hoy”.

Marino Goñi nos explica las razones de esta marginalidad,  “es muy difícil que se abran las puertas al trabajo de un artista, y más cuando el arte va en contra de los paradigmas imperantes. Ahí es cuando llega el ostracismo.”

Para el productor vasco hay una fecha y un lugar concretos que marcaron un antes y después, no sólo en el nacimiento de un este movimiento musical, sino en mucha de la música que se haría posteriormente en toda la península porque “no se entiende Mano Negra sin Kortatu, pero no se entiende Kortatu sin los Clash. Para nosotros los Clash fueron una Epifanía.”. “Fue el 2 de mayo de 1981 cuando el velódromo de Anoeta acogió el primer concierto de la gira europea de The Clash”, un concierto que según Goñi puso el contador a cero: “hasta aquel momento todo el mundo vestía con camisas de cuadros (...) y de pronto las crestas empiezan a salir, las chupas de cuero empiezan a crecer, las bombers, las botas skins”.

Goñi nos habla de esos cuarenta años vividos en los márgenes de la música española a través de grupos y sellos que cruzaron la historia de una manera invisible para los grandes medios de comunicación, como los que formaban Confederación de Sellos Autónomos (C.O.S.A.) que llegó a funcionar a través del trueque, creada precisamente para tratar de superar los graves problemas de distribución que tenían estos pequeños sellos. Llegaron años “frenéticos o dorados, con grandes cambios en la moda, en el estilo, en el uso de las drogas y en los conciertos.”

Marino Goñi nos acercó a la situación social y política que se vivía en aquellos años en Euskadi y la renovación que supuso.

"El índice de paro juvenil en España era terrible, gente completamente desengañada de los partidos políticos encontraba solidaridad incluso en la carencia, el que trabajaba pagaba la ronda. Esa era la gente que escuchaba nuestra música," refiriéndose a los oyentes del rock radical de aquellos años, “ahora hay mucha gente que dice que nos escuchaba”. “Las drogas fueron fundamentales en ese momento. Veníamos de fumar porros, todos sentados y aburridísimos. De repente aparece el speed, otro tipo de drogas, que cambiaron la forma de vivir las cosas. Es algo curioso pero desde el 77 al 82 la bebida de los jóvenes deja de ser el vino y empieza a ser  la cerveza. Ya no ha vuelto a haber un cambio de ese tipo. Son años de un cambio total y brutal”.

Y así, a través de un recuento histórico de la música contestataria en un entorno caótico, la imagen del RRV se resalta como lo que mucho tiempo los medios trataron de ocultar: un movimiento contracultural repleto de lírica y energía adolescente. Pero el RRV no solamente fueron sus producciones musicales, sino también su propia interpretación de la música como bajista o guitarrista para grupos como Fiebre, Los Motos o Peiremans+, este último, idea del Gaztexe Bomberenea, editor de discos desde hace veinte años, cuya grabación compartió con los músicos Imanol Úbeda (Bide Ertzean) y Gorka Urbizu (Berri Txarrak), con el que participó en su primer trabajo porque “acabaron ensayando en mi casa por esa relación que tengo yo con Gorka desde que era un crío”.

El productor y músico reconoce que últimamente no acude mucho a conciertos de rock, “el cuerpo ya no me aguanta”, y que ha descubierto la música clásica a la que cada vez es más asiduo. “No oigo mucho rock, pero porque he aprendido a oírlo con otra perspectiva, que era la que te daba el trabajo”.

Marino Goñi participó en las III Jornadas ¿Malos tiempos para la Lírica? organizadas por Babylon Festival y el Seminario Permanente Estudios Contemporáneos (SPEC –UCLM) en la Sala ACUA de la UCLM y patrocinadas por Vivo Cuenca y Eurocaja en Cuenca el 17 de mayo de 2019.

Marino Goñi: “No se entiende Mano Negra sin Kortatu, ni Kortatu sin los Clash”