viernes. 29.03.2024
28 FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE

Mar del Plata unida por Panahi

Por Walter C. Medina | Existe solo un grito, fuerte y grupal, que se renueva en esta edición: ¡Liberen a Panahi! A casi tres años de la absurda condena contra el realizador iraní -y a dos de aquella inolvidable foto solidaria en la que invitados, autoridades del Festival, staff y público, se unieron en un sólo pedido- el 28º Festival redobló la apuesta. La convicción es firme: la libertad del hombre por expresarse es insoslayable. ¡Todos con Panahi!

En la 26º edición, el Festival contó en su competencia con una de las declaraciones más fuertes acerca de la libertad: “This Is Not a Film”; film realizado por Panahí mientras esperaba la condena en el refugio de su casa, con la colaboración de Mojtaba Mirtahmasb. El resultado es un vehemente y apasionado ensayo, una defensa profunda y sincera de la libertad en la que el vehículo, el medio, es en sí mismo un grito; una película sobre la no película, sobre lo que se está impunemente acallando. Inteligente y tristemente real.

UN PENDRIVE EN MI PASTEL

“Hay un pendrive en el pastel!”, dijo alarmado uno de los invitados al cóctel inaugural del Festival de Cannes de 2011. Y por fortuna lo escupió a tiempo, de lo contrario se hubiera tragado la última película de Jafar Panahi, uno de los grandes cineastas iraníes que actualmente se encuentra encarcelado en su propio domicilio, a la espera de la sentencia que finalmente lo condenará a seis años de prisión y a la prohibición de hacer cine durante los próximos veinte años.

Panahi, director de las premiadas “El Globo Blanco” (1995) y “El Círculo” (2000), es uno de los tantos cineastas iraníes condenados por “hacer propaganda en contra de la República Islámica”. Pero Jafar Panahi se las ha rebuscado para hacer llegar su no-película al mismísimo festival de Cannes. Y gracias a aquel pendrive en el pastel, todo el mundo pudo comprobar la situación en la que se encuentra. Porque en Irán las autoridades se toman todas las molestias que hagan falta para aislar a la población de la comunidad internacional, para ocultar lo que ocurre en el país y reprimir cualquier tipo de disidencia interna; y claro ejemplo de esto es el acoso a los trabajadores de la industria cinematográfica.

Para la realización de este documental Panahi contó con la colaboración de Mojtaba Mir Tahmasb, quien ya ha sido arrestado por el delito de hacer visible en el film el arresto domiciliario de Panahi. La polémica película es una suerte de muestrario de los proyectos que ambos realizadores iraníes no podrán realizar. Rodada en video, la cinta muestra las idas y venidas del realizador encarcelado en su casa de Teherán, intentando hacer su trabajo con los escasos medios que tiene a su alcance. Las conversaciones de este encuentro clandestino dejan al descubierto hasta qué punto llega la censura en Irán. Mojtaba Mir Tahmasb y Jafar Panahi conversan de asuntos que aparentemente nada tienen que ver con cine; sin embargo los proyectos para una futura película se cuelan con sutileza. “Esto no es una película”, dice Panahi mirando a cámara, como atajándose ante la posibilidad de estar cometiendo un delito.

El film irrumpió en Cannes en 2011 luego de ser rescatado de las fauses del crítico que casi la engulle en pleno cóctel inaugural. Y ese mismo año fue proyectado en las secciones oficiales de los Festivales de Cine de Toronto, New York y Gijón. Directores, productores, distribuidores y demás trabajadores de la industria cinematográfica supieron, gracias a este documento, que en Irán -por citar algunos ejemplos- los directores Hadi Afarideh, Naser Saffarian y Mohsen Shahrnazdar y la productora Katayoun Shahabi están detenidos por vender documenales a televisiones extranjeras; y que la actriz Marzieh Vafamehr fue condenada a noventa latigazos por aparecer sin velo en una película australiana.

Ante este panorama la Casa del Cine Iraní salió en defensa de sus miembros solicitando que se respetaran sus derechos, pero un grupo parlamentario suspendió todas las licencias y la entidad se vio forzada al silencio. En 2010 se prohibió el contacto con más de sesenta instituciones extranjeras, incluyendo medios de comunicación como la BBC y organizaciones de Derechos Humanos como Amnistía Internacional. De modo que cualquier persona, cineasta o no, que se ponga en contacto con estas instituciones corre el riesgo de ser encarcelada.

Durante la proyección de “Esto no es una Película” (This Is Not a Film) en el X Festival de Cine y Derechos Humanos de Donosti, los responsables de Amnistía Internacional hicieron llegar al teatro Victoria Eugenia de esa ciudad vasca un manifiesto en el cual afirmaban que los trabajadores de cine iraní detenidos “son presos de conciencia. Persona cuyo delito es ejercer de manera pacífica sus derechos a la libertad de expresión”.

“Esto no es una Película” es un ejemplo de las maniobras creativas para eludir la censura dominante, pero también es una denuncia inmejorable del atropello que se comete en muchos sitios del mundo en pleno Siglo XXI.

Mar del Plata unida por Panahi